odos conocemos y practicamos la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, pero como tantas otras maravillas de la Iglesia, desconocemos el origen de tan extraordinario regalo. Fue una humilde monjita la que tuvo las visiones del Señor, quien le reveló esta devoción, como último esfuerzo de Su Amor para poder atraer así a las almas que lo ignoran y rechazan pese a Sus permanentes invitaciones a la salvación.
Al analizar la vida de Santa Margarita María, podemos advertir el extraordinario paralelo con las devociones entregadas por el mismo Señor a Sor Faustina Kowalska en Polonia, en el siglo XX. La devoción es la de la Divina Misericordia, continuación de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Santa Margarita María Alacoque fue sin dudas una elegida, pero fue ella la que respondió al llamado, pudiendo haberse perdido en las tentaciones del mundo. Su vida fue una sinfonía al Amor de Dios, a la obediencia, a la sencillez y particularmente a un profundo amor al Santisimo Sacramento, Jesús Eucaristía.
Esta extraordinaria santa nació en el año 1647 en la diócesis de Autun (Francia).
Como suele suceder con muchos grandes santos, tuvo una fuerte devoción por el Amor de Dios desde que era muy pequeña, viviendo experiencias misticas que le abrieron las puertas del mundo sobrenatural, el mundo de Dios. Su familia rechazó su vocación, a la que tuvo que convencer con grandes sufrimientos y la eficaz ayuda de la Madre de Dios.
Finalmente, entró a formar parte de las monjas de la Visitación de Paray-le-Monial y allí llevó una vida de constante perfección espiritual. Tuvo una serie de revelaciones místicas referentes sobre todo a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, cuyo culto se esforzó desde entonces por introducir en la Iglesia. Murió el día 17 de octubre del año 1690 y fue canonizada en 1920 por el Papa Benedicto XV.
Es la patrona de los que piadosamente alaban y dan gloria al Sagrado Corazón de Jesús.
Dijo el Señor a Santa Margarita María:
“Te constituyo heredera de Mi Corazón y de todos Mis tesoros”.
La Devoción al Sagrado Corazón de Jesús es un inmenso regalo que Jesús le hace a Su Iglesia, es sangre que corre por las venas del Cuerpo Mistico del Señor, Sangre que lo vivifica y alimenta en el camino a la perfección en el amor, a la que Dios nos invita de modo insistente. La santidad no es una meta inalcanzable, es nuestra obligación de cristianos el buscarla desde el lugar que nos toque, de acuerdo a la Voluntad del Señor.
Oremos con frecuencia:
“Jesús Manso y Humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al Tuyo”.
“Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío”.