A tu pieza: [en momentos de angustia]
En estos momentos acude a tu pieza. Tu pieza es un desierto.
Entre el piso, el cielo y los cuatro muros, no hay más que tú y Dios. La naturaleza, que entra por la ventana, no turba tu coloquio, ella lo facilita.
El mundo no cuenta para ti; ciérrale por una hora, con llave, la puerta. Recógete. Escucha.
Dios está aquí. Te espera. Te habla.
Es tu Dios, grande, hermoso, que te reconforta, que te ilumina, que te hace entender que te ama. Está dispuesto a darse a ti, si tú quieres darte tú mismo. Acógelo. No lo rechaces. No huyas de Él. Está allí. Te espera. Te habla.
Es la hora que Él había escogido, para encontrarte. No te vayas. Escucha bien. Tú necesitas de Él, y Él también necesita de ti para su obra, para hacer por ti el bien a tus hermanos. Él se va a entregar a ti generosamente, de corazón a corazón, en esta soledad.
San Alberto Hurtado