No nos cansemos de amar
El resumen de la Ley de los Diez Mandamientos y del Evangelio es el amor: amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo. Y el demonio no quiere que cumplamos con esto y trata por todos los medios de enfriarnos, de apagarnos en el amor y de que en su lugar entre el odio y la maldad. No le demos el gusto y, aunque nos sucedan cosas penosas y que nos quieren hacer desanimar, no lo hagamos jamás, sino sigamos amando y sigamos siendo buenos, pues ya nos dice el Señor en el Evangelio que el que persevere hasta el fin se salvará. Entonces hay que perseverar en el bien, en la bondad. Aunque los demás sean malos, yo no lo seré. Aunque los demás pequen, yo no pecaré. Aunque los demás odien, yo jamás odiaré y perdonaré a todos de corazón, porque quiero que el Padre eterno me perdone a mí.
Si nos hemos decidido a servir al Señor y a tratar de servir también al prójimo, es lógico que despertemos la astucia del Maligno que tratará por todos los medios de hacernos desistir de nuestro propósito de bien. Pero tenemos que recurrir a las armas que Jesús nos ha dejado, que son: la vigilancia, la oración, la penitencia, los sacramentos y los sacramentales. Con estas armas seremos invencibles y perseveraremos en el amor a Dios y al prójimo, y saldremos vencedores en esta batalla contra las fuerzas del mal, que quieren perdernos eternamente con ellas en su Infierno. Especialmente tomémonos de la mano de María Santísima y cobijémonos bajo su manto, así nadie nos podrá sacar de su lado y llegaremos a puerto seguro, siguiendo a esta Estrella del Mar que es María.
¡Ave María purísima!
¡Sin pecado concebida!