Hace unos días comencé a leer “Ante el vacío existencial” de Viktor Frankl. El sexto capítulo lleva por título “La frustración existencial”. Allí dice que el hombre actual no sufre tanto el que se sienta que tenga menos valor que otros (complejo de inferioridad), “sino más bien sufre bajo el sentimiento de que su existencia no tiene sentido. (…) El hombre existencialmente frustrado no conoce nada con lo que poder llenar lo que yo llamo vacío existencial”[1], dice Frankl.
1. El vacío existencial – “horror vacui”
Explica que este vacío se manifiesta en ocasiones en las que la persona se ve desocupada, como cuando está en paro laboral o tiene un episodio de la llamada “neurosis dominguera”. Dice Frankl que esta neurosis dominical es “una depresión que acomete a aquellas personas que se hacen conscientes del vacío de contenido de sus vidas cuando, al llegar el domingo y hacer alto en su trabajo cotidiano, se enfrentan con el vacío existencial”[2], explica.
Pero no solo se manifiesta de este modo, sino también llenándose de actividades y máscaras para no sentir ese vacío, como dice él, en el caso de la enfermedad de los managers, “que llevados de su afán de trabajo, se arrojan a una intensa actividad, de modo que la voluntad de poder (…) reprime la voluntad de sentido”[3].
“…Todas estas personas no hacen sino huir de sí mismas, al entregarse a una forma de configuración de su tiempo libre que puedo calificar de centrífuga y a la que habría que oponer otra que intente dar a los hombres no solo ocasión de esparcimiento, sino también de recogimiento y meditación interior”. “Cuanto más desconoce el hombre el objetivo de su vida, más trepidante ritmo da a esta vida”.
2. El vacío existencial de San Mateo
Leví, el recaudador de impuestos, probablemente estaba tratando de llenar ese vacío que tan bien acaba de describir Frankl. Pero ya las monedas que llenaban su mesa no le bastaban para llenar su corazón. Las bolsas del dinero recaudado le pesaban cada vez más y quería soltar el peso. Ya no le bastaba las cuentas para encontrar valor a una vida sin Dios.
Hasta que llegó ese “Sígueme”. Eso era lo que Mateo había estado esperando sin saberlo. Lo que tuvo que hacer fue despegar el corazón de esa mesa, esas monedas, esas bolsas… para entregárselo a quien se lo dio desde la eternidad. Así que se levantó y lo siguió y se lo dio.
Más adelante aprenderá que era ligera la carga cuando cambias las bolsas de moneda por una cruz de madera.
Así, Dios nos dice que ese vacío existencial muchas veces se llama vacío de Dios, de no tener como horizonte, como tarea diaria el unirnos a la voluntad de Dios. Cuando nos falta ese deseo de seguirlo, entonces vamos sin rumbo. Solo él puede llenarnos.
3. El Sagrado Corazón llena nuestro vacío existencial
El profeta Amós retrata ese vacío, ese deseo y nos da la razón de esa búsqueda: “Mirad que vienen días -oráculo del Señor Dios-, en que enviaré hambre al país, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír las palabras del Señor. Irán errantes de mar a mar, y vagarán de norte a oriente en busca de la palabra del Señor, pero no la encontrarán.” (Amós 8,11-12)
¿Cuántas personas conocemos que vagan por no tener que encontrarse a sí mismos y ver que les falta Dios? A esas personas y a cada uno de nosotros dice Nuestro Buen Jesús: “Venid a mí todos los fatigados y agobiados, y yo os aliviaré.” (Mt 11,28) Ese es el Sagrado Corazón, un amor infinito llenando un vacío infinito. El autor de la existencia llenando el vacío de tu existencia sin Dios.
Pio XII, en la encíclica Haurietis Aqcuas, Sobre el culto del Sagrado Corazón, decía:
“Ante tantos males que, hoy más que nunca, trastornan profundamente a individuos, familias, naciones y orbe entero, ¿dónde hallaremos un remedio eficaz?”
“Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación” (Sal 61,2) nos contesta el salmo 61.
Pidamos a María, la Mujer con menos vacío existencial de toda la creación, porque justamente estaba llena de gracia, que nos ayude a llenar nuestra vida con Dios, concretamente tratando de seguir su voluntad en cada momento. Pidamos ayuda al Espíritu Santo con dos estrofas de la Secuencia de Pentecostés[4]:
“Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.”
“Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.”
P Rodrigo Fernández, IVE
[1] Viktor Frankl. (1990). Ante el vacío existencial. Barcelona: Herder, p.87
[2] Ibid. p.89
[3] Ibid.
[4] Secuencia de Pentecostés
Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.