En estos tiempos de angustia, tristeza y desesperación, es necesario que tengamos un consuelo, alguien que nos aliente y ayude a superar las pruebas de la vida. Y este alguien es María Santísima, que nos da como consuelo el Rosario para que rezándolo, nos amparemos bajo su manto protector y obtengamos el consuelo necesario para sobrellevar las penas y trabajos de esta vida en estos tiempos de la Gran Tribulación.
Porque hay que saber que el demonio, a quien no puede vencerlo de otra forma, lo tienta con el desaliento y la cobardía, le trata de inculcar miedo y angustia, para hacerlo así inofensivo en el apostolado.
Entonces es necesario recurrir insistentemente al rezo del Santo Rosario, ya que en él está María en persona, y cada vez que rezamos el Rosario entramos un poco más profundamente en el Inmaculado Corazón de María que es como un nuevo Paraíso terrenal donde estamos protegidos de toda adversidad y nos unimos más estrechamente a la Virgen.
Recemos el Rosario todos los días, si fuera posible los veinte misterios, y si podemos más, mejor todavía, y veremos las admirables maravillas de esta práctica en nosotros, en nuestros seres queridos y en el mundo entero.