La gota de agua que cae continuamente sobre la piedra, termina por socavarla, perforarla. Así también nosotros tenemos que ser perseverantes en el bien hoy, mañana y pasado mañana, y llegará un día en que lograremos la victoria.
Necesitamos de aliado al tiempo, y constancia en hacer el bien, siempre.
Por eso es tan importante crear hábitos, que eso es la virtud, que se consigue con la repetición de actos buenos y virtuosos.
Si hacemos así, muy pronto los obstáculos irán desapareciendo, porque el Señor ayuda a quien tiene perseverancia.
No miremos nuestra pobreza e incapacidad, sino recordemos que la gota de agua no es nada, pero con el tiempo y la perseverancia, consigue perforar la piedra más dura. Nosotros también somos como esa gota de agua, no somos más que nada. Pero con la ayuda del tiempo, nos haremos santos, haciendo lo de todos los días, lo mejor posible.
Recordemos lo que suele ocurrir en los estudios superiores: que las grandes inteligencias a veces suelen fracasar porque no tienen constancia en sus estudios. En cambio los menos inteligentes, pero constantes, suelen triunfar en sus empresas.