La culpa es la situación de alejamiento de Dios en que se encuentra una persona por haber cometido un acto malo. Por eso, con la confesión uno es absuelto de esa culpa y el hombre puede estar unido nuevamente a Dios.
En cambio la pena es el mal que se padece por los actos malos que uno ha cometido. Es la deuda que tenemos que pagar y que se experimenta en forma de dolor en el purgatorio.
Existen 3 tipos de penas:
El cargo de conciencia: cuando la persona ve con claridad el daño que ha hecho.
Ser consciente de la distancia con Dios: cuando morimos, sabemos exactamente que debemos padecer para llegar al Señor.
Y por último se sufre un dolor que está representado con el fuego, que es la parte más complicada de comprender.
No es que Dios es el que produce el dolor en el hombre. Lo que ocurre en el purgatorio es que Dios al retirar su fuerza de nosotros, quedamos expuestos a un montón de sufrimientos. Y esos son los sufrimientos que dios permite que padezcamos para que nos hagamos responsables del dolor que cometimos.
Hacerse responsable es fundamental porque hasta que el hombre no se vuelve sobre el mal que ha hecho, toma las riendas y procura el mismo en colaborar, no se hace dueño de la salvación.
El dolor hay que entenderlo precisamente desde esa perspectiva. No es un castigo porque sí, el dolor es la posibilidad que tiene le hombre de hacerse cargo del mal que ha cometido y por lo tanto también de lograr el mérito que después se obtiene.