No preocuparse por el mañana.
Así que no se preocupen del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su propia preocupación. (Mt 6, 34).
Enseñanza:
¡Cuántas veces caemos en esta trampa que nos tiende el demonio de hacernos problemas por anticipado de lo que puede suceder en el futuro! Y así perdemos la paz, y sobre todo perdemos el momento presente, que se nos escapa por pensar en lo que podría llegar a suceder con el tiempo.
Es cierto que cada día tiene bastante con su padecer, porque si queremos ser realmente cristianos no sólo de nombre, sino practicando nuestra santa religión católica, entonces encontraremos motivos de sufrimiento y preocupación cada día, ya que el demonio, nuestro enemigo de siempre, nos odia y sólo tiene esta vida para arrastrarnos al mal.
¿Qué sabemos lo que será del futuro? ¿Y por qué nos preocupamos por él si ni siquiera sabemos si esta noche tendremos que morir y el futuro ya no vendrá para nosotros?
Vivamos con confianza el momento presente, el día de hoy, con confianza en Dios, sabiendo que aunque las cosas puedan estar mal en nuestras vidas o en el mundo, Dios puede intervenir por nuestras oraciones, y en un abrir y cerrar de ojos arreglar todo de una sola vez.
Pensemos lo que habrán imaginado los apóstoles el viernes santo por la tarde y el mismo sábado santo. Estarían pensando en un futuro muy negro, todo perdido para siempre. Pero fue lo contrario, vinieron tiempos de gloria.
Una abuela mía decía que cuando más oscura está la noche, es porque viene aclarando. Tengamos esto presente y no desesperemos por el porvenir porque Dios estará en ese futuro y nos socorrerá siempre.