Sobre el futuro
Dejemos el futuro a la Providencia Divina y nosotros tratemos de vivir bien el momento presente, en plenitud, porque el futuro dependerá en gran parte de lo que nosotros hagamos hoy. Entonces no andemos averiguando qué cosa nos espera en el futuro, porque ahí también estará Dios con su amor y providencia y si confiamos en Él no habrá nada que temer.
Pensando en el futuro nos olvidamos de vivir bien el momento presente, que es el único que cuenta ante Dios. Además, ¿estamos seguros de estar preparados para conocer lo que puede suceder en el mundo a causa del pecado de los hombres? La Virgen ha hablado de tremendos castigos que podrían venir si el mundo no se arrepiente y se convierte a Dios. Entonces ¿tenemos que vivir aterrados por lo que puede suceder? ¡No! Simplemente tenemos que consagrarnos al Corazón Inmaculado de María para que Ella nos proteja como lo ha prometido, y rezar mucho y hacer con amor lo que tenemos que hacer cada día, sin pensar ni en el pasado ni en el futuro, pues ya dice el Señor en el Evangelio que a cada día le basta su propio afán.
También en el Padrenuestro el Señor nos enseña a pedir el pan de cada día, indicándonos con ello que debemos vivir un día a la vez y poner todas nuestras energías en el momento presente, pues pensando en el pasado o en lo que puede suceder en el futuro, dejamos escapar el valiosísimo tiempo presente, que es el que nos pertenece y en el que podemos amar a Dios y ganarnos el Cielo.
Vivamos el hoy y estemos tranquilos y confiados, haciendo caso a las palabras del Padre Pío de Pietralcina: “Reza, ten fe y no te preocupes”.
¡Ave María purísima!
¡Sin pecado concebida!