Andaba yo en busca de alguna manera de adquirir la energía necesaria para gozar de ti, pero no pude encontrarla mientras no pude admitir que Jesucristo es mediador entre Dios y los hombres; que está sobre todas las cosas y es Dios bendito por todos los siglos (1Tim 2,5; Rom 9,5). Y Cristo me llamaba diciendo: Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6). El alimento que yo no podía alcanzar no era otro que tu propio Verbo por quien hiciste todas las cosas, el cual al hacerse hombre y habitar en nuestra carne (Jn 1,14) se hizo leche para nuestra infancia.
Pero yo no era humilde y por eso no podía entender a un Cristo humilde, ni captar lo que Él nos enseña con su debilidad. Porque tu Verbo, eterna verdad y excelente sobre lo más excelso que hay en tu creación, levanta hacia sí a quienes se le someten.
San Agustín