San Ignacio fue un gran enamorado de la Santísima Virgen,... «Se levantó una noche de la cama, como muchas veces solía, a hacer oración, y ofrecerse al Señor en suave y perpetuo sacrificio, acabadas ya las luchas y dudas congojosas de su corazón. y estando puesto de rodillas delante de una imagen de nuestra Señora, y ofreciéndose con humildad y fervorosa confianza, por medio de la gloriosa Madre al piadoso y amoroso Hijo, por soldado y siervo fiel, y prometiéndole de seguir su estandarte real, y dar de coces al mundo, se sintió en toda la casa un estallido muy grande, y el aposento en que estaba tembló. En los procesos de canonización, algunos testigos afirman que de esta sacudida quedó partida la vidriera de la habitación en que estaba San Ignacio, y que jamás quisieron repararla en memoria de este hecho, que atribuían al demonio, furioso de no poderlo vencer. Hoy no está la vidriera, pero sí una rajadura de arriba abajo en la pared de la santa casa» (Biografía de San Ignacio, P. Casanovas)