Ser santos
Oración.
Ser santos es una obra más de Dios que nuestra, porque es Dios Espíritu Santo quien nos santifica, y nosotros sólo debemos quitar los obstáculos que hay en nuestra alma para que el Espíritu lleve a cabo su obra santificadora.
Por lo tanto si nuestra santificación depende principalmente de Dios, entonces necesitamos de Dios para ser santos. Y Dios nos quiere ayudar, pero para ello ha establecido una condición: que le pidamos esa ayuda en la oración.
Si no rezamos, o rezamos poco, no esperemos alcanzar la santidad, y dudemos hasta de nuestra salvación eterna, porque quien no reza o reza poco, recibe poco y nada de Dios, y al final no le alcanzará ni siquiera para evitar el Infierno eterno.
Los santos daban prioridad a la oración y el mayor tiempo de su jornada la pasaban orando. ¿Hacemos lo mismo nosotros? Si no hacemos así, no esperemos llegar a ser santos, y menos que lo lleguemos a ser rápidamente, porque más rápido avanzaremos en el camino hacia la santidad, cuanto más recemos.
La oración nos aleja del pecado, y por lo tanto nos aleja del demonio, y así nos lanza hacia adelante en el camino hacia la perfección, haciendo que Dios derrame copiosas gracias espirituales y hasta materiales, sobre nosotros, para que seamos perfectos como el Padre Celestial es perfecto.
Ya lo ha dicho el Señor que el que busca, encuentra, y al que llama se le abrirá. Pero hay que buscar, hay que llamar, de lo contrario nos quedaremos sin recibir nada, y perderemos hasta lo que creemos tener.