Seguir la Voz de Dios.
Jesús y María siguieron la Voz de Dios, contra todo y contra todos. Los hombres quisieron desviarlos, por ejemplo Pedro cuando le dice a Jesús que no debía sucederle lo de la pasión y muerte. Y sin embargo Jesús siguió la voz de Dios hasta el final.
También la Virgen siguió la voz del Ángel Gabriel que le anunciaba la novedad del embarazo de su prima Isabel, y allí fue María, a visitar a su prima, siguiendo la voz del Ángel, la Voz de Dios.
También nosotros debemos seguir la Voz de Dios, que siempre nos señala el camino.
Pero en el estrépito de tantas voces humanas y diabólicas como nos rodean en estos tiempos, es necesario el saber distinguir la Voz de Dios, de las demás voces, incluso de nuestra propia voz interior. Y esto se consigue en la oración, en la meditación, en la adoración eucarística.
Dios es Palabra, y se comunica con sus criaturas. Sólo que debemos hacer silencio, interior y exterior, para oír la Voz de Dios y seguirla, cueste lo que cueste.
Dios no nos dejará a la deriva, sino que siempre nos dará la luz necesaria para que veamos claro qué es lo que debemos hacer.
Pidamos siempre al Espíritu Santo que nos ilumine el camino, porque Dios es el Buen Pastor y nosotros somos las ovejas que debemos seguirle para no ser atrapados por los lobos rapaces y los ladrones, que son los hombres, el mundo, los demonios y nuestro yo, que muchas veces quiere y desea en contra de la Voz de Dios.
Jesús, María, os amo, salvad las almas