Tus cuidados.
María, Madre mía querida. Te doy gracias por haberme conservado hasta el día de hoy con miles de cuidados sobre mi persona, muchos de los cuales ni me he dado cuenta. Pero sé que tú estuviste en cada momento de mi vida, a mi lado, y siempre sigues estando a mi lado, con tu cuerpo glorioso que te permite estar en todas partes a la vez como Cristo. María, Madre amada, quiero ofrecerte mi vida y consagrarme a ti, porque así mi alma estará segura en tu regazo y será defendida de los ataques del Maligno. Hoy quiero besarte y abrazarte y decirte que te amo con todo mi corazón y que estoy feliz, inmensamente feliz de tenerte como Madre, de que seas mi Mamá tan amorosa y buena conmigo. Ayúdame a ser santo, porque así te agradaré cada vez más y estarás contenta conmigo, y yo estaré más feliz sabiendo que tú te sientes feliz con mi conducta. Líbrame del pecado. Ayúdame a salir definitivamente de él y a ser valiente apóstol tuyo y de tu Divino Hijo. ¡Te amo, madre mía! ¡Ten piedad de mí y de todos nosotros, pobres pecadores!