Dios nos busca.
Cuando no vienen a Él los pecadores, Jesús se lanza a su encuentro. Como el padre del pródigo, espera la vuelta del ingrato. Como el buen pastor, busca la oveja perdida; y, cuando la encuentra, la carga sobre los hombros divinos y la restituye ensangrentada al redil.
(De "El Libro de la Confianza", P. Raymond de Thomas de Saint Laurent)
Comentario:
Si nos hemos alejado del camino del bien y caímos en pecado, no por eso debemos creer que Dios nos haya abandonado, sino que justamente por ese motivo Él nos está buscando.
Y si sentimos en lo profundo de nuestro ser el arrepentimiento y la intención de volver a ser buenos y justos, es porque el Señor ya nos ha avizorado, como el Padre misericordioso miraba a la distancia a ver si veía aparecer a su hijo pródigo.
Dios es bueno y no nos quiere castigar, sino que se compadece del que se había perdido. ¿No dice acaso el Evangelio que Jesús no apagaría la mecha que ardía débilmente ni quebraría la caña ya cascada? ¿Y qué otra cosa quiere significar con eso el texto sagrado, sino indicar que Jesús no viene a abatir ni a juzgar, sino a salvar, a recuperar y dar aliento a quien está abatido por el pecado, por llevar una vida descarriada?
Ojalá escuchemos la voz del Pastor que nos llama. No tengamos miedo de Él, porque sólo tendrá para nosotros dones y gracias que envidiarán los que nunca se alejaron del redil, como sucedió también con el hermano mayor del pródigo.
Dios tiene predilección por los pecadores, y si bien aborrece el pecado, ama al pecador. Por eso debemos tener confianza en Dios, que es bueno, y que quiere que todos vayamos al Cielo. A los justos los conserva en la justicia, porque si no los sostuviera con su gracia, no podrían mantenerse sin pecar; y a los pecadores, los llama a una nueva vida de justicia y santidad, cancelando el pasado y colmándolos de dones y favores de todo tipo.