“Que nadie se retire de tu lado sin haber obtenido una mirada misericordiosa.” San Francisco de Asís
Aquí estoy, Padre, con mi mirada, mi corazón y toda mi existencia vuelta hacia Ti.
Francisco me ha tendido la mano y yo quiero tomarla para caminar junto a él tras las huellas de tu hijo Jesucristo, pobre y crucificado.
Enséñame que en la vida no hay enemigos que destruir sino personas que amar.
Enséñame a poner mi atención y mi deseo en tu don, es decir en lo hermoso que hay en mí y en los otros.
Enséñame a aceptar mi sufrimiento para poder así consolar a los demás.
Enséñame a reconocer mis heridas para poder conocer la ternura.
Enséñame a no ignorar mi debilidad para poder perdonar la debilidad de los demás.
Enséñame a descubrir en los otros tu imagen para poder ser luz.
Enséñame a vivir la Palabra para poder ser testigo.
Amén.