La paz de mi alma.
María, Madre mía, enséñame a permanecer siempre en calma como tú lo estuviste en todo momento, incluso en las horas terribles de la pasión y el sufrimiento. Te pido que mi alma esté siempre en paz, en calma, porque así podré escuchar tus palabras y las de Dios. En cambio, si estoy turbado e inquieto, ya no escucho vuestras palabras porque el demonio hace barullo y no me deja comunicarme con vosotros. María, Reina de la Paz, te pido que me pacifiques el alma, que yo mismo sea un instrumento de paz en mi familia, en el mundo, porque si tengo que sufrir, mientras esté en paz, sufriré con el alma tranquila y tendrá mérito mi sufrimiento. Madre mía, ayúdame a evitar mirar televisión, porque después de mirar los noticieros u otros programas, ya no tengo calma y paz, sino que entra el miedo y la inquietud en mi corazón. Enséñame a evitar todo lo que quita la paz de mi alma, especialmente el pecado. ¡Te amo, Madre mía querida! Soy todo tuyo.