Es habitual que gente común nos escriba con preguntas como esta: “Mi párroco me ha dicho que el Purgatorio no existe, que deje de rezar por esas cosas, que es contrario a la Iglesia Católica”. También es común que se discuta entre laicos si existe o no el Purgatorio. Déjenme iniciar este escrito diciendo que la existencia del Purgatorio es absolutamente pilar de nuestra Fe como miembros de la Iglesia Católica, como claramente lo establecen los artículos 1030, 1031 y 1032 del Catecismo Oficial de la Iglesia Católica, fundamentado en las Sagradas Escrituras, además de siglos de tradición y decenas de revelaciones de místicos y santos de la Iglesia acerca de la devoción a las Benditas Almas del Purgatorio.
¿Por qué entonces solemos encontrarnos gente que niega esta verdad de nuestra fe? Les voy a contar una anécdota personal que ilustra la gravedad de los errores que se difunden dentro de la Iglesia, no solo entre laicos sino también entre algunos sacerdotes y religiosas, lamentablemente.
Hace algunos años lanzamos la Asociación para las Benditas Almas del Purgatorio, el portal www.benditasalmas.org Esto lo hicimos por inspiración y consejo fundamentalmente de un santo sacerdote, amigo y consejero, que aumentó nuestra ya existente devoción por las almas. El día en que se puso el portal en línea, yo tenía una alegría espiritual inexplicable, un gozo del alma que me hacía sentir feliz de estar colaborando en algo, aunque fuera muy pequeño, con la Obra de Dios. Ese mismo día tenía una reunión en el Palacio de la Nunciatura de mi país, con un grupo de trabajo del que formaba parte dentro de la estructura oficial de la Iglesia.
Me sentía bendecido por estar ahí justamente ese día, mimado por Jesús a través del abrazo de Su Iglesia, todo era perfecto. Durante una pausa del grupo de trabajo y mientras tomábamos café, comenté con alegría el proyecto que se acababa de lanzar para beneficio de las Benditas Almas de los difuntos. Unas señoras, de inmediato, transformaron sus rostros y con marcada agresividad me dijeron que como me atrevía a difundir semejantes barbaridades, si es que no sabía yo que el Purgatorio no existe. Yo estaba mudo de sorpresa, y triste porque no podía creer semejante muestra de ignorancia, dicha justamente allí. No pude responder mucho, ¡me tomaron totalmente de sorpresa!
Luego compartí el episodio con gente buena y realmente conocedora de las cosas de nuestra Iglesia, y me confesaron con tristeza que había una corriente de error que difundía esas ideas, negando verdades fundamentales de nuestra Fe. Dios, en Su casa, quiso mostrarme ese día que la importancia de difundir Sus Verdades no se limitaba a la gente alejada de El, sino de promover la Verdad y atacar la difusión del error, dentro de Su propia casa también.
El Purgatorio es una verdad fundamental de nuestra Fe, y Dios quiere que comprendamos y abracemos la unión en la Comunión de los Santos, como lo rezamos en cada Santa Misa donde pedimos por las Almas de nuestros difuntos. La Iglesia está constituida por estos tres pilares, de los que aún peregrinamos en la tierra, los que purifican sus almas en el Purgatorio, y las almas santas que ya gozan de las eternas delicias en el Cielo. Nadie, hermanos, ni sacerdote ni monja ni laico, puede negar esto sin quebrantar los principios de nuestra Fe.
Sin embargo, no es sorpresa que el mundo actual tienda a negar la existencia del Purgatorio. Esa corriente, por otra parte, no sólo niega el Purgatorio, también niega la existencia del infierno mismo. Por supuesto, ellos solo ven un cielo fácil de alcanzar al que se llega por la Infinita Misericordia de Dios. Ellos niegan la Justicia Divina, niegan la verdadera Santidad, y manipulan el verdadero sentido de la Misericordia del Señor. Hacen, como los políticos, de mentiras verdad. Esos mismos también suavizan la idea de virtud, la hacen relativa, adaptable a los tiempos modernos. Por supuesto, infierno, purgatorio, virtud, pureza, ayuno, penitencia, oración, son todas cosas pasadas de moda para ellos.
Para estas corrientes, es mejor hablar de autoestima, amor por la naturaleza, entender y aceptar todo y a todos, etc. Por supuesto que estas cosas tomadas aisladamente no están mal, pero están mal cuando se las pone en el centro de nuestra vida y se las transforma en el eje de nuestro actuar. Como decía la canción en la película El Rey León, es la doctrina “Jacuna matata” (¿la recuerdan?, “Es una filosofía de vivir sin problemas”). A esta disciplina yo la llamaría “La teoría crediticia espiritual moderna: Goce ahora, pague eternamente”.
Dios se entristece enormemente con la facilidad que el demonio encuentra en sembrar el error y la confusión en nuestros tiempos, particularmente en aquellos que multiplican el error porque se los escucha como referentes de las Verdades de la Fe. Tenemos que ser fuertes, debemos estar atentos y discernir aquello que se nos dice y se nos enseña. Defendamos la Cátedra de Pedro como Jesús nos la legó en sus principios fundamentales, en las Verdades del Magisterio de la Iglesia que nadie puede modificar.
El extraordinario Concilio Vaticano II es un hermoso legado para nuestros tiempos, porque entre muchas otras cosas nos enseña qué cosas se deben aggiornar y adaptar a los tiempos, y que cosas se deben sostener y profundizar, porque son los Pilares sobre los que está construida la Casa. Esto es así, porque estamos en el mundo, pero no somos del mundo, y así es que debemos ser mansos como palomas pero astutos como serpientes.
Dios espera mucho de nosotros, ¡manos a la obra!