Preocupémonos por otro vestido.
Y del vestido, ¿por qué se preocupan? Observen los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo les digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con ustedes, hombres de poca fe? (Mt 6, 28-30).
Comentario:
No debemos preocuparnos por el vestido material, ya que Dios provee lo necesario para vestir decentemente a quienes confían en Él.
Más bien tratemos de preocuparnos por el vestido del alma, es decir, por vivir en gracia de Dios, ya que sin la gracia santificante estamos desnudos ante Dios y, si morimos en ese estado lamentable, nos espera el Infierno eterno.
También adornamos nuestro vestido del alma con las buenas obras, con las oraciones y mortificaciones. Pensemos que ese vestido será el que tengamos puesto para toda la eternidad, y será tanto más bello, cuantas más buenas obras y trabajos hayamos realizado aquí en la tierra por amor a Dios y al prójimo.
El hombre es como un lirio, como una flor que aparece por la mañana y se seca por la tarde. No nos debe interesar si se nos pasa la vida, sino más bien que se nos pase la vida viviendo de acuerdo a la voluntad de Dios, porque hay que recordar las palabras del Señor que dice que quien quiera salvar su vida en este mundo, perderá la Vida eterna; y en cambio quien sacrifique su vida aquí, la salvará para el Cielo.
Hoy el mundo vive al revés de esto y se ocupa y se preocupa febrilmente por el vestido material y por “pasarla bien” aquí en la tierra. No ven el monstruoso engaño que les ha tendido Satanás, que les oculta estas verdades para llevarlos a su Infierno.
Jesús, en Vos confío.