La Virgen le dijo: «Venid al pie de este altar»
Catalina Labouré* nació en 1806, en Fain, Borgoña (Francia), en el seno de una familia de agricultores. A los 24 años, después de una espera de mucho tiempo, entró a las Hermanas de la Caridad, en calle del Bac de París, el 21 de abril de 1830. Tras las apariciones que van hasta diciembre, tomó el hábito y fue asignada al servicio de los pobres en la casa de Reuilly, a partir del 30 de enero de 1831.
El 18 de julio de 1830, en vísperas de la fiesta de San Vicente de Paúl, a quien tanto amaba, Catalina acudió a aquella persona cuyo corazón veía desbordante de amor, hasta que finalmente se le concede su gran deseo de ver a la Virgen.
A las 11:30 de la noche, oyó que la llamaban por su nombre. Un niño misterioso, a los pies de su cama la invita a levantarse: «La Virgen te espera». Catalina se viste y sigue al niño que «dejaba rayos de luz por donde pasaba». Al llegar a la capilla, Catalina se detiene cerca de la sede del sacerdote situada en el coro (actual ubicación de la estatua de san José). Luego escucha “como el frufrú de un vestido de seda”. Su pequeño guía dice: “«Aquí está la Virgen». Ella duda en creer; pero el niño repite más fuerte: «Aquí está la Virgen».
Catalina corre a los pies de la Virgen que está sentada en un sillón y pone sus manos sobre las rodillas de la Madre de Dios. «Entonces viví el momento más dulce de mi vida. Sería imposible decir lo que sentí. La Virgen me dijo cómo debía comportarme con mi confesor y varias cosas más».
La Virgen señala con la mano el altar donde se encuentra el sagrario y dice: «Venid al pie de este altar. Allí las gracias serán derramadas sobre todas las personas que las pidan con confianza y fervor».
Enciclopedia Mariana
*Sor Catalina Labouré (1806–1876) fue una religiosa francesa de la Congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Fue a ella a quien la Virgen María le pidió acuñar la famosa “Medalla Milagrosa” y darla a conocer a todo el mundo.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.