Si no cumplimos los mandamientos...
Si no cumplimos los Diez Mandamientos perdemos a Dios, su ayuda en la tierra y su visión en el Cielo. Lo perdemos todo en definitiva, porque perdemos a Dios que es el Todo, y si morimos en pecado nos condenamos para siempre al Infierno.
Tratemos de detenernos un momento en esta vida de locos, que es tan vertiginosa y no nos da tiempo a pensar, y meditemos un momento en lo que realmente importa en nuestra vida. ¿Qué es lo que más importa en mi vida? ¿El dinero, la salud, el bienestar, la comodidad, los honores? Esto no debe ser lo que más me debe importar, sino que lo que más me tiene que interesar es la salvación de mi alma, porque si me condeno lo habré perdido todo, todo, todo. Entonces es necesario que tome las debidas precauciones para no pecar y conservar la gracia santificante, para estar en amistad con Dios, para que si me sobreviene la muerte, que nadie sabe en qué momento será, me encuentre en amistad con Dios y me salve.
Ahora bien, para perseverar en el bien necesito necesariamente la ayuda de Dios, y Dios la da abundantemente a quien ora, a quien reza. Si no rezo no me salvaré, pues como bien dice San Alfonso María de Ligorio: “El que reza se salva y el que no reza se condena”. Puesto que todas las ayudas nos vienen de Dios a través de la oración.
Si no rezamos, pronto tendremos amor a las cosas materiales y nos dejaremos absorber por ellas y llegaremos hasta tener desprecio por Dios y sus cosas, y luego hasta llegaremos al odio formal a Dios. ¡No! Recapacitemos y volvamos a la oración, si es que la hemos dejado de lado, o nos hemos enfriado en el fervor primero. Volvamos a tomar el Rosario en nuestras manos, porque lo que se juega aquí es nuestra felicidad eterna.
¡Ave María purísima!
¡Sin pecado concebida!