Mensaje sobre el Santo Rosario
Oración celestial.
¡Dichoso quien recita la plegaria enseñada por el Señor meditando atentamente cada palabra! Encuentra en ella cuanto necesita y puede desear.
Cuando rezamos esta admirable plegaria, cautivamos desde el primer momento el corazón de Dios invocándole con el dulce nombre de Padre.
(El Secreto Admirable del Santísimo Rosario, San Luis M. Grignion de Montfort)
Comentario:
Cuando rezamos el Rosario hablamos con nuestro Padre del Cielo, y nuestra Madre Santísima, porque rezando los Padrenuestros y las Avemarías, estamos conversando con Dios y la Virgen, y somos felices en este mundo, porque nadie es más feliz que quien conversa amorosamente con su padre y su madre.
Pero no sólo conversamos con ellos, sino que nos unimos profunda y estrechamente a sus Corazones, y tenemos un mismo sentir con Ellos y un mismo palpitar, puesto que el Rosario es una oración unitiva y nos hace uno con Dios y con María.
El Rosario es una oración trinitaria, porque nos une a la Santísima Trinidad y nos hace como penetrar en Ella, por medio del Corazón Inmaculado de María.
En el Padrenuestro nos dirigimos al Padre del Cielo. En las Avemarías, a la Virgen. En el Gloria lo hacemos a toda la Trinidad, y en el ¡Oh Jesús mío!, enseñado por la Virgen de Fátima para decir al final de cada misterio, nos dirigimos al Verbo de Dios, Jesucristo Nuestro Señor.
Por eso el Santo Rosario es una oración celestial, más del Cielo que de la tierra. Y quienes la rezamos vamos dejando de ser hombres carnales para convertirnos poco a poco en hombres celestiales. Dejamos paulatinamente de ser hombres viejos para convertirnos en hombres nuevos.