Continuamos esta semana en el desierto para preparar nuestros corazones para la misión. La vida cristiana es una historia de amor que se ofrece a todos los que quieren seguir a Jesús. No hablamos
sólo de una idea, de un modo de vida o del miedo a un dios vengativo, sino de un encuentro, de un corazón a corazón con nuestro Dios.
Básicamente, toda la misión se basa en un hecho muy sencillo: tenemos que conseguir que aquellos con los que nos encontramos en nuestra vida cotidiana comprendan que nosotros tenemos algo que
ellos no tienen.
Cuando Benedicto XVI y Juan Pablo II hablaban de evangelización por atracción, no estaban invitando a los cristianos a quedarse callados y esperar con los brazos cruzados el fin del mundo.
Simplemente invitaban a los cristianos a dejar
que Cristo brille a través de ellos. Cuando ven nuestros rostros, cuando ven nuestras vidas, cuando ven nuestra manera de comportarnos con todos y con los pobres en particular, cuando
ven nuestra mirada luminosa, deben decirse "ellos tienen algo que yo no tengo y que me gustaría tener".
Todas las personas quieren amar y ser amadas. Ahora, por Cristo, tenemos ambas cosas en plenitud. A menudo me he preguntado una cosa curiosa: somos infinitamente más que al principio del
cristianismo, tenemos muchos más recursos tecnológicos, financieros, humanos, teológicos, etc., …sin embargo no funciona... La gente prefiere creer en piedras energéticas o en chamanes antes que
en Jesús, el único camino, la única verdad y la única vida. Creo que la razón radica en un hecho muy simple: los católicos tienen una relación platónica con Jesús. La oración no habita en el
cuerpo, no arde en el corazón. Sin embargo, si queremos brillar y hacer comprender a la gente de nuestro tiempo que tenemos algo que ellos no tienen, es absolutamente necesario que vivamos una
relación carnal con Jesús, una relación que sea de cuerpo a cuerpo y de corazón a corazón, es decir, una relación viva, vibrante, ardiente, como la relación que llevó a Santo Domingo a llorar
cada noche por la conversión de los pecadores, que llevó a San Vicente de Paúl a gastar toda su sangre para que el Evangelio llegara a los pobres, una relación que llevó a San Francisco Javier
hasta los confines de la tierra.
¿Por qué la oración irradia de una manera especial? Porque toca directamente el alma. Hoy en día, la mayoría de las personas con las que nos encontramos viven con almas pequeñas, que no ven muy
lejos, a las que les falta aliento y audacia, a las que les falta vida y fuerza. Esas almas son incapaces de comprometerse, de soñar a lo grande, de luchar por un ideal o de dar la vida por un
ser querido... Antes decíamos "pusilánime" para designar a alguien cobarde, pero en realidad la raíz latina pusillanimis significa alma pequeña.
La oración hace que el alma se parezca a Dios, y ésa es la razón principal por la que Jesús se encarnó. Los padres de la iglesia lo predican unánimemente: Dios se hizo hombre para que el hombre
pudiera ser Dios. La oración hace al alma longánima y magnánima. Longánima: que es perseverante y fiel, que no se queda sin aliento, que no se agota, es capaz de estar a la altura de los desafíos
de la vida. Magnánima: el alma grande que abraza ampliamente, que es capaz de acoger a las personas con caridad y alegría. El magnánimo es amable, servicial, dadivoso, nunca reacio y jamás pide
la más mínima recompensa. El magnánimo da continuamente, a Dios, a los que ama y a los que se lo piden.
Éste es quizá el fruto más grande que puede darnos la oración: ensanchar nuestra interioridad, ensanchar nuestro corazón, ensanchar nuestra alma para llegar a ser grandes santos. Los animo a
desear grandes cosas, grandes éxitos, como Santa Teresita, que desde muy joven quiso ser una gran santa, pongamos nuestra alma y corazón en seguir a Jesús lo más radical y enteramente
posible.
Dios nos libera poco a poco de todos nuestros miedos y angustias, por eso exclama san Pablo en la carta a los Romanos:
¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos concederá con él
toda clase de favores? ¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún, el que resucitó, y
está a la derecha de Dios e intercede por nosotros? ¿Quién podrá entonces separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros,
la espada? Como dice la Escritura: Por tu causa somos entregados continuamente a la muerte; se nos considera como a ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria,
gracias a aquel que nos amó. Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo
profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.Señor
Jesús,
Te pido que ensanches mi alma,
Que me hagas tener sed de ti,
Que me des el valor del Evangelio,
Que nada en el mundo sino el Evangelio encienda mi alma,
Hazme un hombre entregado,
Hazme semejante a ti,
Amén.
CONCIERTO DE NAVIDAD EN VIVO: VENITE ADOREMUS Hermanas contemplativas del monasterio de San Pablo (Tuscania - Italia) Domingo 17 de Diciembre LINK: https://youtube.com/live/rLov5Cwe2z8 HORARIOS:
20:30: España
16:30: Argentina
14:30: Miami (EE.UU.), Colombia, Ecuador y Perú
13:30: México
Los invitamos al próximo Concierto de Navidad a cargo de las Servidoras del Monasterio San Pablo. Se transmitirá EN VIVO por Youtube. ¡Agendar y compartir!
MEDITACIÓN DE ADVIENTO
MEDITACIÓN DIA JUEVES 14/12
En el nombre del Padre y del Hijo Y del Espíritu Santo, Amén.
Vamos a adentrarnos de nuevo en nuestro desierto interior para aprender a orar y a seguir a Jesús más íntimamente. Hoy continuamos con la luz, los misterios luminosos. Los meditamos los jueves,
como nos pidió el Papa Juan Pablo II, y me gustaría que veamos juntos lo que nos dicen.
Estamos al comienzo del ministerio público de Jesús, que tenía treinta años y sólo le quedaban tres de vida. Jesús nos está mostrando que no espera que actuemos de ninguna manera en particular.
Incluso quiere liberarnos de eso. Y eso es algo muy delicado para él. Un minuto de la vida de Jesús tuvo un impacto mayor en el mundo que la vida de todos los hombres que conforman la humanidad.
De hecho, él podría haber sentido la urgencia de actuar en favor de los pobres y los enfermos, de luchar contra las numerosas injusticias de su tiempo, y podría haber ganado todas las batallas
porque era Dios, sin embargo, pasó treinta años en el silencio de una vida más banal que la nuestra.
Jesús no espera ningún rendimiento en particular; Él espera que nos sintamos seguros de nuestra salvación, felices de vivir liberados por su Amor y de compartirlo con sencillez.
Luego están las bodas de Caná, el primer milagro y las últimas palabras de María: "Hagan lo que les diga". María nos invita a tomar el Evangelio y aplicarlo, sin arandelas, sin artificios, sin
supresiones ni añadidos.
A continuación podemos meditar en la predicación del Reino, siguiendo los pasos de Jesús, gritando que el Reino de Dios está cerca de nosotros, para comprender que Jesús se puso nuevamente a
disposición de cada uno de nosotros. Luego seguimos a los discípulos al monte Tabor para la transfiguración, y subimos al cenáculo para verle instituir la Eucaristía. Los dos últimos misterios
muestran la misma realidad: lo que los discípulos tuvieron la gracia de contemplar en el monte Tabor, nosotros lo contemplamos en la Eucaristía. El altar y el Santísimo Sacramento son nuestro
Monte Tabor. Jesús respondió a la oración de los discípulos de acampar en el monte para morar en esta poderosa presencia divina. Su respuesta fue aún más contundente.
Teniendo en cuenta el número de sacerdotes que hay en el mundo, podemos estimar en 3 el número de elevaciones por segundo: en otras palabras, cada segundo, tres sacerdotes elevan a Jesús a lo
alto, para recordarnos que está presente entre nosotros. ¿Cómo podemos tener miedo del futuro cuando un Dios tan poderoso se nos hace tan presente?
¿Empiezas a ver los frutos del rezo del Rosario? Cada día meditamos los pasajes importantes de la vida de Jesús, no solo para para recordarlos, sino para comprender su significado en dos palabras
y su esencia en una sola. María no nos retiene, nunca nos frena, simplemente nos ayuda a guardar el tesoro de la Buena Noticia en nuestro corazón.
Hoy les propongo meditar en la institución de la Eucaristía, pidiendo a Jesús la gracia de tener más fe en este misterio y rezando por los sacerdotes.
¡Les deseo un hermoso día!
Rezo por ustedes
Hasta mañana,
"Te amo, Jesús, y te doy las gracias por ello”
Hola,
¡SEAN TODOS BIENVENIDOS A ESTE MOMENTO DE MEDITACIÓN Y ORACIÓN PARA PROFUNDIZAR NUESTRA RELACIÓN CON DIOS DURANTE ESTE TIEMPO DE ADVIENTO!
En el nombre del Padre y del Hijo Y del Espíritu Santo, Amén.
Continuamos nuestra peregrinación interior en el desierto para desarrollar nuestra vida de oración. Termino cada día con esta pequeña cita del padre Jérôme: "Te amo, Jesús, y te doy las gracias
por ello", y es hora de que explique por qué. El don de la oración es una gracia; amar a Jesús es una gracia de Jesús mismo que, por medio del Espíritu Santo, dirige nuestro corazón hacia Dios.
Por eso, repetir esta frase del Padre Jérôme me ayuda a permanecer humilde con respecto al desarrollo de mi vida interior.
A medida que crecemos en la oración, Jesús profundiza en nuestro tiempo y disponibilidad. En otras palabras, una oración que parecía difícil al principio nos parecerá muy sencilla después de unas
semanas, meses o años de práctica. Rezar un rosario completo al comienzo de nuestra vida espiritual parece difícil, demasiado largo, y a veces nos cuesta mantener pequeños compromisos. Pero si
somos fieles a estos pequeños compromisos, entonces Jesús crea en nosotros el espacio para rezar durante más tiempo. Recordemos que él simplemente espera que hagamos un pequeño esfuerzo. Esta es
una de las explicaciones de la multiplicación de los panes... Dios multiplica, pero para que Él multiplique, los apóstoles tuvieron que traer lo que habían encontrado: algunos panes pequeños y
unos cuantos peces. Sorprendentemente, luego pudieron alimentar a una gran multitud.
Así que mi pregunta para ti hoy es la siguiente ¿Cuáles son tus panes y tus peces que puedes poner ante Jesús para que haga el milagro de desarrollar tu vida espiritual?
¿Un Padrenuestro al día? ¿Tres Avemarías? ¿5 minutos de rodillas en silencio al levantarte?
¿Lectura diaria del Evangelio del día?
Por pequeña que sea tu iniciativa, comprométete hoy y dile a Dios, “este es mi pan y mi pescado Señor, haz un milagro en mi vida. Ahora, en nombre de Jesús”.
Y dentro de un mes, haz balance de la situación y toma un nuevo compromiso, un poco mayor.
Rezar una decena del Rosario.
Hacer 10 minutos de oración
Leer 3 capítulos de los Evangelios durante un mes
¡Lo que quieras, pero hazlo! Pidamos sistemáticamente a Dios que aumente lo que hacemos y que nos ayude a profundizar en nosotros mismos. ¿Sabes cuál es la mayor barrera para Dios en nuestras
vidas? La duda. Con demasiada frecuencia dudamos de lo que Dios puede hacer en nuestras almas, en nuestros corazones y, más ampliamente, en nuestras vidas. El padre Matta el-Maskine se enfrentaba
a los mismos temores cuando enseñaba la oración y la vida en Dios a los jóvenes monjes a su cargo espiritual. A menudo les decía que confiaran en Dios y que estuvieran CONVENCIDOS de que Dios
quiere lo mismo para todos sus hijos, sin excepción. “Es muy sencillo", escribía, "pero lo difícil es convencerse de esa sencillez. El día que estés convencido, el día que alejes la ilusión de
que esta actividad espiritual está más allá de ti, darás grandes pasos”.
Ahora les invito a rezar una decena del Rosario, meditando el misterio del Niño Jesús perdido y hallado en el Templo. Un misterio que nos permite pedir la gracia de buscar a Dios... O más bien de
responder a su invitación.
“Señor Jesús, dame la gracia de amarte un poco más cada día, para no cansarme nunca de buscarte, Tú eres el único Dios verdadero . Aumenta mi fe,Aumenta mi esperanza, Aumenta mi amor. Amén”.
¡Les deseo un hermoso día!Rezo por ustedes Hasta mañana,
"Te amo, Jesús, y te doy las gracias por ello” BY Corentin DUGAST
EL ÁRBOL DE NAVIDAD
En diciembre de 2004 el Papa San Juan Pablo II explicó el significado del árbol de Navidad, uno de los elementos tradicionales de las fiestas de fin de año en hogares y establecimientos en
todo el mundo.
El 19 de diciembre de aquel año, la última Navidad que vivió el Papa polaco, éste rezó la oración mariana del Ángelus, en la que ofreció una reflexión sobre el árbol navideño.
Se trata, explica, de una costumbre antigua, “que exalta el valor de la vida, porque en la estación invernal el abeto siempre verde se convierte en signo de la vida que no muere”.
El Santo Padre se refería al árbol (abeto) que suele adornar la Plaza de San Pedro, junto con el pesebre o nacimiento que se queda allí durante el tiempo de Navidad.
Por lo general, resaltó el Papa peregrino aquel día, “en el árbol adornado y en su base se ponen los regalos navideños. Así, el símbolo se hace elocuente también en sentido típicamente cristiano:
nos recuerda el ‘árbol de la vida’ (cf. Gn 2,9), figura de Cristo, don supremo de Dios a la humanidad”.
Por tanto, concluyó San Juan Pablo II, “el mensaje del árbol de Navidad es que la vida permanece ‘siempre verde’ si se convierte en don: no tanto de cosas materiales, cuanto de sí mismos: en la
amistad y en el afecto sincero, en la ayuda fraterna y en el perdón, en el tiempo compartido y en la escucha recíproca”.
LOS NACIMIENTOS O PESEBRES
Este mes celebramos el Nacimiento de Jesús. Este acontecimiento está rodeado de costumbres y tradiciones que hoy recordaremos.
Con el Nacimiento de Jesús se cumple la promesa de Dios al mundo de enviar a un Salvador. Jesucristo es Dios hecho hombre.
Un poco de historia
Las tradiciones y costumbres son una manera de hacer presente lo que ocurrió, o lo que se acostumbraba hacer, en tiempos pasados.
Son los hechos u obras que se transmiten de una generación a otra de forma oral o escrita.
La palabra "tradición" viene del latín "traditio" que se refiere al verbo "tradere", que significa entregar. Se podría decir que tradición es lo que nuestros antepasados nos han entregado.
En el caso de la Navidad, lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo su aspecto exterior, sino su significado interior. Se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo las
tradiciones y costumbres para así poder vivirlas mejor. Este es un modo de evangelizar.
Existen muchas tradiciones y costumbres que se celebran en el tiempo de Adviento y de la Navidad.
A continuación, presentaremos una de ellas con una pequeña explicación acerca de su significado y origen:
Los Nacimientos.
El Papa San Sixto III, en el siglo V d.C. ya celebraba la Navidad con algunas representaciones del Nacimiento de Cristo realizados en una gruta semejante a la de Belén que él mismo había
mandado construir en una Iglesia.
Sin embargo, se considera a San Francisco de Asís como el creador de los Nacimientos. En 1223 quiso celebrar una “Noche Buena” en la que se reviviera el recuerdo de Jesús nacido en
Belén. Para que todos pudieran comprender mejor las condiciones en las que sucedió, puso un Nacimiento en el bosque con personas y animales vivos.
Esta actividad gustó mucho a las personas que asistieron y se empezó a popularizar. Con el paso del tiempo, la falta de espacio obligó a sustituir a las personas y animales con figuras de madera
o de barro.
Esta tradición fue acogida con gran cariño y se ha extendido por todo el mundo desde el siglo XVI.
Poner un nacimiento en casa, en el que podemos contemplar la imagen de Belén, el pesebre, los pastores, los magos, José y María, puede ser una actividad que fomenta la unión familiar. Y al mismo
tiempo, convertirse en una imagen que nos ayude a meditar en el misterio de la Navidad y en las virtudes de cada uno de los personajes. A través de los sentidos se eleva nuestro espíritu ante
este gran acontecimiento.
El Nacimiento nos invita a reflexionar en el gran misterio de Dios hecho hombre por amor al hombre.
Preparándonos en Familia para vivir el Adviento
Es recomendable que el pesebre, la corona de adviento y el arbolito de Navidad se preparen EN FAMILIA el fin de semana que corresponde al primer domingo de Adviento. Si no se puede en
esa oportunidad, también puede hacerse después. Algunos lo realizan el día 8 de diciembre, día de la Virgen.
Motivación previa
El ideal es que toda la familia, especialmente los niños, sepan de antemano que esto va a ocurrir un día determinado. Será un especial acontecimiento familiar, en el que nadie puede faltar. Si se
suman abuelitos, tíos, primos, o amigos, todos sean bienvenidos.
Motivación de ese día especial:
Ya, chiquillos. Éste es un día de familia ¡y de bastante trabajo! Falta poco para celebrar la Navidad, el nacimiento de Jesús. Vamos a prepararnos para esa fecha conociendo más a Jesús,
participando en nuestra parroquia o colegio, portándonos muy bien, diciéndole cosas lindas a las personas que queremos y compartiendo con los demás. Y muy importante: ayudando a que ningún niño
se quede sin regalo. Pero además de esa preparación queremos preparar también nuestro hogar. Hagamos que se vea distinto porque estamos alegres esperando la llegada del Niño Jesús. Así como los
hogares se preparan para recibir a un bebé, así vamos a dejar hoy nuestra casa especialmente bella y alegre. ¡Estamos en ADVIENTO, eso es ESPERANDO… la venida de Jesús!
Ambientación: En lo posible, escuchando Villancicos como música de fondo.
¿Dónde?
Es clave el lugar que escogemos para colocar los símbolos de Navidad. Sin duda, en el espacio más importante del hogar debe instalarse el pesebre. La corona de adviento se puede poner
sobre la mesa de centro en el living, o en el lugar más destacado de la mesa del comedor (es importante que no tengamos que mover mucho la corona durante este tiempo). Y el arbolito de Navidad
ojalá que esté muy cerca del pesebre en un lugar donde no impida el tránsito cotidiano de la familia. Es muy importante, para prevenir accidentes, que la instalación eléctrica sea “como Dios
manda”.
Trabajando en familia
No es recomendable establecer una muy rigurosa división de funciones, porque los niños querrán ver, tocar y hacerlo todo a la vez. Sí es necesario identificar tareas:
Buscar ¿Dónde habremos dejado los adornos de Navidad? ¡No encontramos ese angelito que nos regaló la madrina! ¡¡¡Aquí está el alargador!!!
Limpiar y preparar Tú limpias las ramas pequeñas y yo las grandes, la mami las pone en el árbol. Mira, se le borró la pintura a este pastor en la patita, ¿vamos a restaurarlo? ¿No eran dos
ovejitas? ¿Cuál vela se enciende primero? Se ve más bonita esa guirnalda arriba que abajo Mira, si pareciera que la vaca está mirando al niño
¡El Niño Dios no se pone todavía, esperemos la nochebuena! Hay que guardar la imagen del Niño en un lugar seguro, y que todos recuerden.
PREPARAR NUESTRO CORAZÓN PARA RECIBIR A JESÚS ESTA NAVIDAD
Se acerca el tiempo de NAVIDAD, la Natividad del Señor, el Nacimiento, el cual, en y desde el Espíritu, es re-nacimiento de Cristo en nuestros corazones y en nuestras comunidades. En esta Navidad
no voy a dirigirles una carta pastoral. Tuvimos muchos acontecimientos diocesanos fuertes durante el año
Quisiera sencillamente apuntar al RENACIMIENTO que Jesús quiere obrar en nosotros: ¿Quién puede nacer de nuevo?, nos preguntaremos. Aquél que pone toda su esperanza en el Señor y le ofrece el
«corazón» (toda la interioridad humana) en una sincera y franca conversión, obrada por gracia y recibida con la inteligencia y la voluntad. Para eso nos hemos preparado en este tiempo de
Adviento. Tantas veces tenemos miedo de renacer.
Nos exige el convertirnos, y el convertirnos implica CAMBIAR DE VIDA, primero de lo cual tendríamos que «vernos» tales cuales somos, vernos en un «espejo real», que nos muestre nuestro rostro
real. Para «vernos» como somos, hay que MIRAR A DIOS, a lo cual nos invita el profeta Isaías: "Digan a los cobardes de corazón: ¡Sean fuertes, no teman! Miren a nuestro Dios que va a venir a
salvarnos" (Is 35, 4).
Es INVITACIÓN, cada vez más apremiante a medida que se acerca la Navidad, para PREPARAR NUESTRO CORAZÓN a recibir al MESÍAS. Si de veras lo recibimos, el fruto será el PERDÓN, la PAZ, y
seguramente una MANO MISERICORDIOSA tendida sobre las heridas que tanto nos aquejan.
En la Noche Santa «re-cordaremos» (es decir, traeremos de nuevo al «corazón») el Nacimiento de Jesucristo en Belén; contemplaremos, llenos de admiración, con María Santísima y el Glorioso
Patriarca San José, la gloria del Verbo Eterno, que se hizo hombre, nuestro Salvador. ¿Hemos vivido con fe este tiempo de Adviento, y su liturgia, impregnada ella de constantes alusiones a la
espera gozosa del Mesías? Porque Él, de verdad, viene a nosotros, convirtiendo nuestra vida en un perpetuo "adviento", una espera «esperanzada y esperanzadora» de la venida definitiva de Cristo,
cuando vendrá «para juzgar a los vivos y a los muertos» como rezamos en el Credo. Creemos en Dios todopoderoso, el que, siéndolo, quiso hacerse Niño, que nació en un pesebre, pero que,
anonadándose, no perdió su poder, sino que lo manifestó como «PODER DE AMOR», EL AMOR QUE TODO LO VENCE, también el sinsentido, el desgano, el odio, la envidia, las rivalidades, las peleas, las
frustraciones, y todas las obras del «HOMBRE VIEJO». Jesús enterró al «hombre viejo» en el Pesebre y en la Cruz y nos dio la UNIDAD en la REDENCIÓN. Así Él lo quiso, como nos lo narra San
Jerónimo:"Aquel que encierra en un puño el universo, se halla aquí encerrado en un estrecho pesebre".
Con estos sentimientos, preparémonos junto con toda la Iglesia a contemplar el maravilloso misterio de la Encarnación. Hagamos caso de Juan el Bautista "la voz del que grita en el desierto"(Mc 1,
4). Porque, como nos lo dice el Santo Padre Benedicto XVI, mientras continúa el camino del Adviento, mientras nos preparamos para celebrar la Navidad de Cristo, resuena en nuestras
comunidades este llamamiento de Juan Bautista a la conversión. Es una apremiante invitación a abrir el corazón y a acoger al Hijo de Dios que viene entre nosotros para manifestar el juicio
divino. María, la «MUJER DEL SÍ» nos prepare para darle un «SÍ» grande al Señor en esta Navidad.
Los pongo a todos en el Corazón de Jesús.
¿QUÉ ES EL ADVIENTO?
El Adviento es un tiempo especial de preparación con el que se da inicio a un nuevo “Año Litúrgico”, es decir, un nuevo año para la Iglesia Católica. El término "Adviento" proviene del latín
“adventus”, que significa “venida”, “llegada”.
El Adviento está organizado en torno a los cuatro domingos previos a la Navidad, que luego se integran en la gran celebración del Nacimiento de Jesucristo, Nuestro Salvador, y su posterior
Epifanía. Los días de Adviento componen un camino litúrgico y espiritual cuyo núcleo es la espera de la llegada de Jesús, el Verbo Encarnado .
Este 2023 el Tiempo de Adviento empieza el domingo 3 de diciembre y termina el domingo 24 de diciembre.
La liturgia
Durante el Adviento, el color que se usa en la liturgia de la Iglesia es el morado. Este color simboliza austeridad y evoca sentido de penitencia. Se usa porque ayuda a que los fieles sean
conscientes de la necesidad de la conversión, de “estar preparados”, de que hay que avivar los corazones ante la inminente llegada del Señor.
Las lecturas bíblicas durante el Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), pero también de otros pasajes proféticos del Antiguo Testamento. Todas en referencia a la
llegada del Mesías.
El profeta Isaías, San Juan Bautista y María de Nazaret son presentados por la Iglesia como los grandes modelos para estar debidamente preparados para recibir al Salvador.
El Tiempo de Adviento está dividido en dos partes:
Primera parte
Desde el domingo 3 de diciembre, Primer Domingo de Adviento, hasta el 17 de diciembre. Esta etapa tiene marcado carácter escatológico, de cara a la “segunda venida”, es decir, la venida del Señor
al final de los tiempos.
Segunda parte
Desde el lunes 18 de diciembre al domingo 24 de diciembre. A estos días se les denomina la "Semana Santa" de la Navidad. Como último tramo previo al Nacimiento de Jesús, la Iglesia intensifica la
preparación de los corazones orientándose a la meditación del misterio de la Encarnación, es decir, a la irrupción de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad en la historia: la Navidad.
LA CORONA DE ADVIENTO
La Corona de Adviento es un símbolo cristiano que la Iglesia Católica promueve como medio privilegiado para avivar el espíritu de espera y preparación para la Navidad.
Sentido: tener luz, esperanza y alegría
La también llamada "Corona de las luces de Adviento" debe ser siempre signo de gozosa esperanza; ella recuerda que la luz se irá abriendo paso en medio de la tiniebla y que la vida triunfará
sobre la muerte. Esa luz no es otro que Dios hecho hombre, Jesucristo, luz del mundo, quien se abaja para caminar entre nosotros y darnos, con la entrega de su vida, la posibilidad de una vida
más plena y auténtica.
Sabemos que donde hay luz, el miedo se disipa, podemos iluminar el camino y ver nuestros pasos; la luz nos congrega, porque podemos ver el rostro de quien va a nuestro lado.
Al encender, semana a semana, las cuatro velas de la corona nos iremos acercando gradualmente a la plenitud de la luz de Navidad.
Un poquito de historia
Desde antiguo, en Europa, las casas se llenaban de velas o cirios durante el invierno, cuyos días son habitualmente más cortos. En tiempos precristianos, esta práctica, además, se realizaba con
ánimo de honrar al sol, el sol invictus (“el sol inconquistado”, o dios sol) al que se aguardaba con ansías cada mañana para que ilumine y caliente, hasta verlo brillar victorioso en los días de
verano.
Esta costumbre, muy arraigada en los días de la Roma tardía, fue acogida después por los misioneros y evangelizadores cristianos, quienes la encontraron muy apropiada para significar el misterio
de la venida de Cristo al mundo, al encuentro de la creación expectante.
Posteriormente, entre los siglos XVIII y XIX, en Alemania, se difundió la costumbre de adornar los hogares con guirnaldas hechas con hojas y ramas pequeñas de pino verde en los días previos a la
Navidad. La particularidad de las hojas de pino y de otras plantas de la familia de los abetos consiste en que mantienen vivos sus colores aún bajo las condiciones invernales del hemisferio
norte. La tradición de las guirnaldas había pasado de los templos católicos y protestantes para arraigarse como costumbre en las casas de las familias cristianas.
Con el tiempo, los católicos vincularon el símbolo de las guirnaldas con el de la luz, y estos con el tiempo litúrgico del Adviento, que consta de 4 domingos, finalmente representados por cuatro
velas o cirios sobre la corona. Es importante que no pasemos por alto la bendición de la corona, cuando sea posible, porque así se subraya su significado religioso.
La Corona de Adviento está formada por una gran variedad de símbolos:
La forma circular
El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, es decir, sin comienzo ni final. Nuestro amor a Dios y al prójimo deben procurar ser de la misma manera: para
siempre.
Las ramas verdes
El verde es el color de la esperanza y la vida, y Dios es Dios de vivos y no de muertos. Él quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y su gloria eterna al final de la existencia.
El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser “reverdecer” siempre, por la unión estrecha con Dios, nuestro Padre.
Las cuatro velas
Nos hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue alimentando poco a poco la esperanza de
salvación. Esa esperanza fue iluminando el universo como las velas de la corona iluminan el lugar. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, la historia se fue esclareciendo
cada vez más hasta la llegada de Cristo.
Son cuatro velas las que se colocan en la corona y que se encienden, una a una, durante los cuatro domingos de Adviento en el marco de la oración en familia. Las tres primeras son de color morado
y se encienden el primer, el segundo y el cuarto domingo. Entre las velas debe haber una de color rosado que se enciende el tercer domingo, conocido como el domingo de Gaudete o ‘de la alegría’.
Este domingo tiene un significado especial asociado a la conciencia del gozo creciente porque el Señor está cada vez más cerca.
Otros símbolos:
A veces, se colocan también manzanas rojas o frutos secos de color madera o rojizo en la corona para representar los frutos del jardín del Edén, recordando a Adán y Eva. Ellos hicieron ingresar
el pecado al mundo, pero recibieron luego la promesa del Salvador Universal.
Es posible colocar un listón rojo recorriendo el contorno de la guirnalda, o puesto como un lazo. Este representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.
a) Es recomendable elaborar la Corona de Adviento en familia, aprovechando el momento para motivar a los niños explicándoles el sentido de esta costumbre y su significado.
b) La corona deberá ser colocada en un sitio especial dentro del hogar, de preferencia en un lugar fijo donde la puedan ver todos, de manera que recuerde constantemente la expectativa por la
llegada de Jesús y la importancia de prepararse para ese momento.
c) Es conveniente fijar con anticipación el horario en el que se realizará la oración y el encendido de las velas. Planificar las cosas con tiempo y dedicación hará que todo salga mejor y que
especialmente los niños vean y comprendan que se trata de algo importante. Así como preparamos la visita de un invitado importante con la anticipación debida, así debemos prepararnos para recibir
al invitado más importante que podemos tener en familia: el Señor Jesús.
d) Es conveniente también distribuir funciones entre los miembros de la familia de modo que todos participen y se sientan involucrados.
Por ejemplo, es recomendable que haya:
un encargado de tener arreglado y limpio el lugar donde irá la corona,
un encargado de encender y apagar las luces,
un encargado de dirigir los cantos o de poner la música apropiada como un villancico, cuando la familia se reúna para orar
junto a la corona,
un encargado de dirigir las oraciones,
un encargado de leer las lecturas predeterminadas.
BENDICIÓN Y ORACIONES DE LA CORONA
ORACIÓN DE BENDICIÓN DE LA CORONA
Señor Dios, bendice con tu poder
nuestra corona de adviento para que, al encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue,
seamos admitidos al Reino de los Cielos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta Corona y sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de Jesús.
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO (1era vela)
ORACIÓN: Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos
levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.
Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!
Meditar: Marcos 13,33: “Estén preparados y vigilando, ya que nos saben cual será el momento”.
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO (2da vela)
ORACIÓN: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando se estremece porque Dios se ha
sembrado en nuestra carne…
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven,
Salvador!
Meditar: 2 Pe 3,13-14: ”Nosotros esperamos según la promesa de Dios cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia. Por eso, queridos hermanos, durante esta espera,
esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz».
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO (3era vela)
ORACIÓN: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su
alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero! Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz,
caliéntanos en tu amor!
Meditar: 1 Tes 5,23: ”Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección. Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la
venida de Cristo Jesús, nuestro Señor”.
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO (4ta vela)
ORACIÓN: La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en la prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad que les pueda separar del amor de
Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le reciben. Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el amor inmaculado que lo recibe.
Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.
Meditar: 2 Tes 1,6-7 «Es justo a los ojos de Dios pagar con alivio a vosotros, los afligidos, y a nosotros, cuando el Señor Jesús se revele, viniendo del cielo acompañado de sus
poderosos ángeles, entre las aclamaciones de sus pueblo santo y la admiración de todos los creyentes».