Publicado por orden de Su Santidad León XIII
En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
Salmo 67.Levántese Dios y sean dispersados sus enemigos y huyan de su presencia los que le odian.
Como se disipa el humo se disipen ellos, como se derrite la cera ante el fuego, así perecerán los impíos ante Dios.
Salmo 34.
Señor, pelea contra los que me atacan; combate a los que luchan contra mí.
Sufran una derrota y queden avergonzados los que me persiguen a muerte.
Vuelvan la espalda llenos de oprobio los que maquinan mi perdición.
Sean como polvo frente al viento cuando el Ángel del Señor los desbarate.
Sea su camino oscuro y resbaladizo, cuando el Ángel del Señor los persiga.
Porque sin motivo me tendieron redes de muerte, sin razón me abrieron trampas mortales.
Que les sorprenda un desastre imprevisto, que los enrede la red que para mí escondieron; que caigan en la misma trampa que me abrieron.
Mi alma se alegra con el Señor y gozará de su salvación.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
Súplica a San Miguel Arcángel
Gloriosísimo príncipe de la milicia celestial, Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha que mantenemos combatiendo “contra los principados y potestades, contra los caudillos de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires” (Ef. 6, 12). Ven en auxilio de los hombres que Dios creó incorruptibles a su imagen y semejanza (Sap. 2, 23), y a tan “alto precio rescatados” (I Cor. 6, 20) de la tiranía del demonio. Con las huestes de los ángeles buenos pelea hoy los combates del Señor, como antaño luchaste contra Lucifer, corifeo de la soberbia y contra sus ángeles apóstatas. Ellos no pudieron vencer, y perdieron su lugar en el Cielo. “Fue precipitado el gran dragón, la antigua serpiente el denominado diablo y Satanás, el seductor del universo: fue precipitado a la tierra y con él fueron arojados sus ángeles” (Apoc. 12,.8-9).
He aquí que el antiguo enemigo y homicida se ha erguido con vehemencia. Disfrazado de “ángel de luz” (II Cor. 11, 14) con la escolta de todos los espíritus malignos rodea e invade la tierra entera, y se instala en todo lugar, con el designio de borrar allí el nombre de Dios y de su Cristo, de arrebatar las almas destinadas a la corona de la gloria eterna, de destruirlas y perderlas para siempre. Como el más inmundo torrente, el maligno dragón derramó sobre los hombres de mente depravada y corrompido corazón, el veneno de su maldad: el espíritu de la mentira, de la impiedad y de la blasfemia; el letal soplo de la lujuria, de todos los vicios e iniquidades.
Los más taimados enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. Oh invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que le atacan y dale la victoria.
La Iglesia te venera como su guardián y patrono, se gloría que eres su defensor contra los poderes nocivos terrenales e infernales; Dios te confió las almas de los redimidos para colocarlos en el estado de la suprema felicidad. Ruega al Dios de la paz que aplaste al demonio bajo nuestros pies, para que ya no pueda retener cautivos a los hombres y dañar a tu Iglesia. Ofrece nuestras oraciones al Altísimo, para que cuanto antes desciendan sobre nosotros las misericordias del Señor (Salmo 78, , y sujeta al dragón, la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, y, una vez encadenado, precipítalo en el abismo, para que nunca jamás pueda seducir a las naciones (Apoc. 20).
Después de esto, confiados en tu protección y patrocinio, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, nos disponemos a rechazar la peste de los fraudes diabólicos, confiados y seguros en el Nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
He aquí la Cruz del Señor, huid poderes enemigos.
R. Ha vencido el León de la tribu de Judá, la raíz de David.
Señor, que tu misericordia venga sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de Ti.
Señor, escucha nuestra oración.
R. Y llegue a Ti nuestro clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).
Oremos. Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu santo Nombre y suplicantes imploramos tu clemencia, para que, por la intercesión de la Inmaculada siempre Virgen María Madre de Dios, del Arcángel San Miguel, de San José Esposo de la Santísima Virgen, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, te dignes prestarnos tu auxilio contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos que vagan por el mundo para dañar al género humano y para la perdición de las almas. Amén.
Exorcismo: Te exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de Nuestro Señor Jesu + cristo, para que salgas y huyas de la Iglesia de Dios, de las almas creadas a imagen de Dios y redimidas por la preciosa Sangre del Divino Cordero +. En adelante no oses, perfidísima serpiente, engañar al género humano, perseguir a la Iglesia de Dios, zarandear a los elegidos y cribarlos como el trigo +. Te lo manda Dios Altísimo, a quien en tu insolente soberbia aún pretendes asemejarte, “el cual quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (II Tim. 2). Te lo manda Dios Padre + te lo manda Dios Hijo +; te lo manda Dios Espíritu Santo +. Te lo manda la majestad de Cristo, el Verbo eterno de Dios hecho hombre, quien para salvar a la estirpe perdida por tu envidia, “se humilló a sí mismo hecho obediente hasta la muerte” (Fil. 2); el cual edificó su Iglesia sobre roca firme, y reveló que los “poderes del infierno nunca prevalecerían contra ella, Él mismo había de permanecer con ella todos los días hasta el fin de los tiempos” (Mat. 28, 20). Te lo manda el santo signo de la Cruz y la virtud de todos los Misterios de la fe cristiana +. Te lo manda la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, quien con su humildad desde el primer instante de su Inmaculada Concepción aplastó tu orgullosa cabeza +.
Te lo manda la fe de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de los demás Apóstoles +. Te lo manda la sangre de los mártires y la piadosa intercesión de todos los Santos y Santas +. Por tanto, maldito dragón y toda legión diabólica, te conjuramos por Dios + vivo, por Dios + verdadero, por Dios + santo, que “de tal modo amó al mundo que entrego a su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que viva la vida eterna” (Juan 3); cesa de engañar a las criaturas humanas y deja de suministrarles el veneno de la eterna perdición; deja de dañar a la Iglesia y de poner trabas a su libertad. Huye Satanás, inventor y maestro de toda falacia, enemigo de la salvación de los hombres. Retrocede ante Cristo, en quien nada has hallado semejante a tus obras. Retrocede ante la Iglesia una, santa, católica y apostólica, la que el mismo Cristo adquirió con su Sangre. Humíllate bajo la poderosa mano de Dios. Tiembla y huye, al ser invocado por nosotros el santo y terrible Nombre de Jesús, ante el que se estremecen los infiernos, a quien están sometidas las Virtudes de los cielos, las Potestades y las Dominaciones; a quien los Querubines y Serafines alaban con incesantes voces diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los Ejércitos.
Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
(El Señor esté con vosotros. (Sólo si es un sacerdote)
R. Y con tu espíritu).
Oremos. Dios del Cielo y de la tierra, Dios de los Ángeles, Dios de los Arcángeles, Dios de los Patriarcas, Dios de los Profetas, Dios de los Apóstoles, Dios de los Mártires, Dios de los Confesores, Dios de las Vírgenes, Dios que tienes el poder de dar la vida después de la muerte, el descanso después del trabajo, porque no hay otro Dios fuera de Ti, ni puede haber otros sino Tú mismo, Creador de todo lo visible y lo invisible, cuyo reino no tendrá fin: humildemente te suplicamos que tu gloriosa Majestad se digne libramos eficazmente y guardamos sanos de todo poder, lazo, mentira y maldad de los espíritus infernales. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
De las asechanzas del demonio.
R. Líbranos, Señor.
Haz que tu Iglesia te sirva con segura libertad.
R. Te rogamos, óyenos.
Dígnate humillar a los enemigos de tu Iglesia.
R. Te rogamos, óyenos.
(Se rocía con agua bendita el lugar y a los presentes).
Señor, no recuerdes nuestros delitos ni los de nuestros padres, ni tomes venganza de nuestros pecados (Tobías 3, 3).
Padre nuestro …
ORACIÓN AL CORO DE ÁNGELES QUERUBINES
"Oh! Dios fuente de toda sabiduría y de
toda providencia, con todo amor me presento
ante ti y te solicito, pese a todos mis pecados,
que me envíes, si es tu voluntad,
la asistencia de tus santos ángeles
Querubines, para recibir en mi ser,
en mi hogar y en todos mis caminos el
fuego secreto del amor que renueva a
tus criaturas, el fuego secreto del santo temor
que siempre conduce por el buen camino
a tus criaturas y el fuego secreto del
conocimiento divino que transforma las
obras de tus criaturas. Ayúdame Padre bueno,
dador de la vida. Creo en Ti y mi corazón
se inclina para alabar y bendecir por siempre
tu Santísimo Nombre. Amén."
Coronilla a San Miguel Arcángel
Un día San Miguel Arcángel apareció a la devota Sierva de Dios Antonia De Astónac. El arcángel le dijo a la religiosa que deseaba ser honrado mediante la recitación de nueve salutaciones. Estas nueve plegarias corresponden a los nueve coros de ángeles. La corona consiste de un Padrenuestro y tres Ave Marías en honor de cada coro angelical.
Promesas: A los que practican esta devoción en su honor, San Miguel promete grandes bendiciones: Enviar un ángel de cada coro angelical para acompañar a los devotos a la hora de la Santa Comunión. Además, a los que recitasen estas nueve salutaciones todos los días, les asegura que disfrutarán de su asistencia continua. Es decir, durante esta vida y también después de la muerte. Aun mas, serán acompañados de todos los ángeles y con todos sus seres queridos, parientes y familiares serán librados del Purgatorio.
En esta coronilla invocaremos a los nueve coros de ángeles. Después de cada invocación rezaremos 1 Padre Nuestro y 3 Avemarías. Ofreceremos esta coronilla por la Iglesia, para que sea defendida de todas las asechanzas del demonio, y por los que están más alejados de Dios.
En el Nombre del Padre...
Se comienza la Corona rezando, la siguiente invocación:
Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, etc.
1. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Serafines, enciende en nuestros corazones la llama de la perfecta caridad. Amén.
1 Padre Nuestro y 3 Avemarías
2. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Querubines, dígnate darnos tu gracia para que cada día aborrezcamos más el pecado y corramos con mayor decisión por el camino de la santidad. Amén.
1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.
3. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Tronos, derrama en nuestras almas el espíritu de la verdadera humildad. Amén.
1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.
4. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Dominaciones, danos señorío sobre nuestros sentidos de modo que no nos dejemos dominar por las malas inclinaciones. Amén.
1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.
5. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Principados, infunde en nuestro interior el espíritu de obediencia. Amén.
1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.
6. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Potestades, dígnate proteger nuestras almas contra las asechanzas y tentaciones del demonio. Amén.
1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.
7. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de las Virtudes, no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.
1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.
8. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Arcángeles, concédenos el don de la perseverancia en la fe y buenas obras de modo que podamos llegar a la gloria del cielo. Amén.
1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.
9. Todopoderoso y eterno Dios, por la intercesión de San Miguel Arcángel y del coro celestial de los Ángeles, dígnate darnos la gracia de que nos custodien durante esta vida mortal y luego nos conduzcan al Paraíso. Amén.
1 Padre Nuestro y 3 Avemarías.
Se reza un Padre Nuestro en honor de cada uno de los siguientes ángeles:
En honor a San Miguel ...... 1 Padre Nuestro
En honor a San Gabriel...... 1 Padre Nuestro
En honor a San Rafael........ 1 Padre Nuestro
En honor a nuestro ángel de la Guarda..... 1 Padre Nuestro
Glorioso San Miguel, caudillo y príncipe de los ejércitos celestiales, fiel custodio de las almas, vencedor de los espíritus rebeldes, familiar de la casa de Dios, admirable guía después de Jesucristo, de sobrehumana excelencia y virtud, dígnate librar de todo mal a cuantos confiadamente recurrimos a ti y haz que mediante tu incomparable protección adelantemos todos los días en el santo servicio de Dios.
V. Ruega por nosotros, glorioso San Miguel, Príncipe de la Iglesia de Jesucristo.
R. Para que seamos dignos de alcanzar sus promesas.
Oremos. Todopoderoso y Eterno Dios, que por un prodigio de tu bondad y misericordia a favor de la común salvación de los hombres, escogiste por Príncipe de tu Iglesia al gloriosísimo Arcángel San Miguel, te suplicamos nos hagas dignos de ser librados por su poderosa protección de todos nuestros enemigos de modo que en la hora de la muerte ninguno de ellos logre perturbarnos, y podamos ser por él mismo introducidos en la mansión celestial para contemplar eternamente tu augusta y divina Majestad. Por los méritos de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL.
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
¿Alguna vez te has preguntado qué son los ángeles y cómo su presencia invisible a los sentidos podría ser parte del plan divino? El mundo invisible es esa otra parte de Dios que el ser humano no ve, pero presiente y añora conocer. Son los amigos invisibles que te enseñan y guían hacia la Santa Sabiduría. El credo cristiano expresa: "Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible." Entre lo visible y lo invisible, se encuentran los ángeles. Algunas maneras en que los ángeles ayudan al ser humano a conocer a Dios y el mundo invisible son: Los ángeles proveen un enlace entre el cielo y la tierra (lo invisible y lo visible). Los ángeles son las fuerzas invisibles de la creación que conectan la vida normal con la fuerza creadora que llamamos Dios. Los ángeles son una manera de conocer a Dios. Los ángeles enseñan al ser humano a conocer la creación en su totalidad. Los ángeles le revelan a la mente humana aquellas cosas que no puede entender por sí sola. El ser humano conoce a los ángeles en su papel de mensajeros, pero son mucho más que eso. Son seres que comparten la esencia divina. Son emanaciones puras de Dios. Los ángeles existen para alabar a Dios y el ser humano que busca su presencia se armoniza con su "canción". El alma humana entra en comunión con la divinidad cuando acepta la guía de los ángeles. Aunque pocas personas ven ángeles, su "canción" o presencia armoniosa es suficiente para acercar al ser humano a Dios. No es necesario verlos con los ojos o escucharlos con los oídos. Su presencia invisible ayuda al ser humano a renovar su vida cuando les pide ayuda. La vida sin los ángeles no es agradable o natural. Por ser parte de Dios, ellos proveen acceso a una realidad más grande a la que el ser humano no puede llegar con facilidad. Los ángeles no tienen límites en el tiempo. Existen en un estado de eternidad en el que todo es "el presente". Durante la comunión o encuentro con los ángeles, el ser humano experimenta este estado y llega a conocer el cielo, o el mundo invisible. A los ángeles se les puede llegar a percibir con los sentidos, pero solo si entran en nuestro mundo material. Algunas personas describen un olor a perfume, una luz o un momento de iluminación mental. Los ángeles que aparecen en pinturas y dibujos son representaciones que buscan expresar las características espirituales de los ángeles por medio de los límites de la materia. Conocer a los ángeles es adquirir sabiduría del mundo invisible. Cuando el ser humano mantiene la mente cerrada por el orgullo, la ignorancia y el miedo, cierra su corazón a los ángeles. Aceptar la posibilidad de que los ángeles existen ayuda a abrir el corazón para que entre en él su sabiduría. El trabajo más importante de los ángeles en el mundo material es unir lo visible —a los seres humanos— con los invisible, Dios. Los ángeles, como amigos invisibles, ayudan al ser humano a acercarse y conocer a Dios. No es necesario verlos u oírlos para recibir sus enseñanzas y su guía. Su mensaje uno de amor y con esa misma fuerza invisible, llegan directo al corazón.
Grandes Arcángeles, sed para nosotros, por vuestras acciones, los portadores de las gracias especiales de Dios, Luz Infinita Eterna. Ilumínenme para que vea Su camino, Su verdad, Su vida y no caiga en confusión.
Ángel, portador de luz de Dios anima con tu presencia mi alma y mi cuerpo. Pido tu asistencia por los que se encuentran desahuciados, para terminar su soledad, para la purificación física y espiritual de una persona o de un lugar determinado, para darle a una persona más alegría y ganas de vivir, para superar la depresión por cualquier motivo, poder formar una bella familia o amistad.
Dios Supremo, gobierna en mi mundo y circunstancias, con tu infinito poder, para que seas el dueño fiel y no caigamos en engaños y sorpresas impensadas.
Que Dios gobierne con su infinita sabiduría, poder y amor, mi vida para que, siempre se estabilicen mis asuntos con prosperidad y señorío.
Oh Padre, Proveedor eterno e inagotable, ten piedad de nosotros que necesitamos ayuda y que nos brinden la alegría, comprensión y amor fiel.
Que la presencia de Dios, que vive por si mismo, nos alimente paternalmente, con sus inagotables fuentes de vida, amor y prosperidad y la compartamos con aquellos que lo adoran, lo respetan.
Oh Dios de bendición, por misericordia, por tu sacratísimo, bondadoso corazón, bendíceme para que viva con amor, sabiduría, poder, para cumplir con tu amistad y amor.
Oh Dios Eterno, Supremo Dios verdadero, te pido que tu bendición definitiva me alcance para vivir con tu apoyo supremo, tu paz y tu gracia eternamente, amen.
Angelología en el libro de Daniel
Las apariciones de los Ángeles en el libro de Daniel no son, en el universo bíblico, una novedad. Se les encontraba ya en Gn 18-19, Zacarías y Tobías (12, 15: Rafael).
En Daniel, es su multitud lo que sorprende, lo mismo que dos ángeles individuales: Gabriel y Miguel. Volvemos a encontrar a ambos en el Nuevo testamento. A Gabriel como mensajero de las Revelaciones divinas (en Lucas), Miguel como defensor del pueblo de Dios (en el Apocalipsis).
En los escritos bíblicos anteriores (como Pentateuco, Profeta, Escritos), se ve ya a Yahvé presidir un consejo de seres celestes, sus servidores y mensajeros potenciales. Gabriel es, a la vez, un revelador y u ángel intérprete.
Se puede pensar que la angelología “exuberante” de Daniel, influenciando la del Apocalipsis joánica, jugó un rol en la evolución de la doctrina de la Iglesia sobre los Ángeles guardianes al servicio de cada bautizado y de su salvación eterna. Recordemos, en particular, el numeral 336 del Catecismo de la Iglesia Católica: Desde el comienzo hasta el tránsito, la vida humana esta rodeada de su intercesión. Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida. Desde aquí abajo, la vida cristiana participa, en la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios”.
El libro de Daniel presupone, también, que las naciones terrestres tienen en el cielo Ángeles guardianes. Entre los innumerables Ángeles que circundan a Yahvé, está el del reino Persa (10, 13). Este ángel, según la Biblia de Osty, trató de obstaculizar la ruta al hombre vestido de lino para impedir la transmisión de un mensaje de muerte para el país que protege (cf. Dt 32, 8 texto griego; y sobre todo Si 17, 17: “A cada nación le presentó un jefe”)
En la continuidad de la tradición israelita (Jue 5, 20; Job 38, 7) y aun de la mitología cananea (para los textos ugaríticos las estrellas aparecían como miembros del consejo divino) las estrellas se identifican con las fuerzas angélicas. Brillar como estrellas significa unir esas fuerzas angélicas. En el judaísmo inter-testamentario, los justos están frecuentemente considerados como compañeros de los Ángeles después de la muerte, los justos son considerados, frecuentemente, como compañeros de los Ángeles después de la muerte (cf Dn 12).
La formulación de la resurrección con referencia a las estrellas sugiere incluso una relación con la convicción helenística, muy extendida, de la inmortalidad astral. Daniel adaptó el pensamiento helenístico a las concepciones israelitas tradicionales. Los judíos no pensaban que las estrellas fuesen dioses pero veían en ellas a los miembros del respetadísimo consejo angélico de Yahvé: los justos.
El libro de Daniel en sus relaciones con los libros de los Macabeos y los Sabios
Los libros de los Macabeos se sitúan en el clima y las tradiciones de la guerra santa.
El primero supone una sinergia entre el Señor y sus ejércitos, por un lado, la libertad y las fuerzas humanas de los Macabeos, por el otro. Dios se bate con las espadas de los Macabeos. Por consecuencia, el libro concede una gran importancia a su acción militar. Encontramos en ese libro los valores esenciales que inspiraron a los zelotes, comprendidos en las revueltas judías contra Roma. Los héroes de la revuelta son guerreros poderosos. Se acentúa la sujeción a la ley.
En Macabeos II el acento se pone en el Templo. El rol humano en la guerra santa no está limitado a la acción militar. Ese segundo libro habla extensamente de la muerte de los mártires (caps. 6 y 7). Los guerreros no sólo están para contribuir a la victoria. Los que sufren cumplen un rol.
Daniel se sitúa al interior de las tradiciones de la guerra santa. La situación política de la guerra santa. La situación política, como es vista por Daniel, implica, no sólo, los conflictos de los poderes humanos, sino además a los ángeles protectores de las naciones. Los “sabios instructores” con mucho sufren persecución haciendo comprender el plan divino (11,33) y facilitando el acceso a una condición evangélica; ningún fin puede ser alcanzado a través de una revuelta violencia. La victoria debe ser obra de Dios y del ejército angélico. Uno se prepara, mediante el sufrimiento purificador y mediante la instrucción relativa a los misterios escatológicos. Por la sabiduría.
Esta sabiduría, que permite sobrepasar persecución y muerte, nos recuerda la contemporánea Sabiduría de Salomón. La presentación del justo en la “Sabiduría” manifiesta paralelos sorprendentes con Daniel. Conocimiento de Dios, prueba, sufrimiento, purificación luminosa en ambos casos. En Daniel “los inteligentes” resplandecerán como estrellas, mientras que, en la Sabiduría, los justos brillarán como chispas y dominarán sobre los pueblos (3,7). La continuidad entre los dos libros es notable. A pesar de la ausencia de connotaciones políticas en la “Sabiduría”, el justo, en los dos libros, puede resistir la persecución porque comprende el misterio del Fin y puede trascender la muerte gracias a la sabiduría.
Conclusión: La Resurrección, consolación ofrecida a los mártires por el Hijo del Hombre
El Libro de Daniel debió haber aparecido en un medio piadoso. Muchas veces se le ha presentado, erróneamente, como uno de los promotores de la insurrección de los Macabeos. Si contribuyó a ese resultado, fue contra su voluntad, observa M. Melchor.
En efecto, la actitud que Daniel aconseja no es la lucha armada, sino la espera (12,12) hasta la muerte, si fuese necesario. La sublevación no constituía, a los ojos de Daniel, sino un “pequeño auxilio” (cf 11, 32-35).
El libro de Daniel nos hace comprender que la persecución de Antíoco Epifanes fue la última prueba sufrida antes de la venida del Mesías, una prefiguración de la última prueba que el pueblo de la Nueva Alianza podrá sufrir antes de su Regreso. Las pruebas anteriores sufridas por Israel eran más colectivas que individuales y no ponían tanto énfasis en la perseverancia individual en la fe y en la esperanza. Su horizonte era menos personal. La nueva Alianza, anunciada por Jeremías y el sacrificio del servidor sufriente están cercanos a la presencia anticipada del Hijo del Hombre.
Antes de la primera venida de Cristo, la Iglesia de la Primera Alianza pasó por una prueba final estremeció a muchos creyentes. La persecución que acompaña su peregrinaje sobre la tierra santa develó un “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa; solución aparente a los problemas de los Judíos de ese tiempo al precio de una apostasía en el curso de la cual (como ocurrirá en la segunda venida) el hombre se glorificaba a sí mismo en lugar de Dios y de su Mesías prometido y anunciado.
Daniel ayudaba a los Judíos de su tiempo y los cristianos de nuestro tiempo a afrontar la muerte y el sacrificio de la vida a causa del Justo.
Tomado de
Bertrand de Margerie S.J.
Traducido del francés por José Gálvez Krüger
El momento de la muerte, y el pasaje a la otra vida, es crucial en la existencia de cada persona.
Es tan importante, que cada uno debe prepararse de antemano.
Y nos da paz y tranquilidad saber que no estaremos solos en ese momento.
Porque los Ángeles que Dios puso a nuestro lado, serán nuestra guía, apoyo y consuelo.
Y es importante saberlo, no solo para nosotros sino para difundirlo.
Aquí hablaremos sobre cuál es la enseñanza de los Padres de la Iglesia respecto al papel que juegan los Ángeles en el final de nuestra vida y en el pasaje, qué podemos esperar de ellos, y cómo podemos acercarnos ya a ellos para preparar el terreno.
El Catecismo de la Iglesia Católica numeral 336 enseña que, desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada del vigilante cuidado e intercesión de los Ángeles.
El Salmo 91 dice que Dios ordena a sus Ángeles para que te guarden en todos tus caminos, y para que tu pie no tropiece con las piedras.
De modo que al lado de cada persona hay un Ángel que actúa como protector y pastor, y la lleva a la vida eterna.
Cada una tiene un Ángel de la Guarda asignado por Dios, que la protege y consuela, pero también la reprende y castiga, y la exhorta a la penitencia.
Y los Padres de la Iglesia afirman también que los Ángeles nos ayudan en la oración y transmiten nuestras peticiones a Dios.
¿Y los no creyentes tienen Ángel también?
Las opiniones están divididas.
Santo Tomás dice que sí, pero añade que el Ángel de la Guarda tiene un papel completamente nuevo después del bautismo.
Antes del bautismo de una persona, satanás tenía ciertos “derechos” sobre ella y los Ángeles sólo podían poner límites.
Pero el bautismo revierte la situación y aumenta el poder del Ángel para defenderla.
Los Ángeles están muy activos en el final de la vida.
Encontrarse con uno puede resultar desconcertante para la mayoría, por eso las primeras palabras de los ángeles son “No temáis”.
San Efrén nos habla de la confusión de un hombre cuando ve los poderes celestiales en el momento del pasaje.
Que por un lado lo estremece, y por otro lado, tiene un efecto consolador, manteniendo a raya a los demonios.
El moribundo, de alguna manera misteriosa podrá ver en ese momento a su Ángel Guardián, aunque sea un espíritu puro, conocerlo, comunicarse con él y reconocer el papel que ha desempeñado en su vida
Pero hay Ángeles presentes mucho antes que el alma abandone su cuerpo.
El Ángel de la Guarda de cada agonizante, o Ángeles, si Dios ha asignado más de uno a esa persona, se comunican con la persona cuando está enfrentando la transición a la vida futura.
Argumentan para optar por Dios, dan tranquilidad para cuando se vaya a realizar el pasaje, y hacen saber que no debe haber temor.
Oran con la gente y por la gente, y ofrecen a Dios sus oraciones y buenas obras a lo largo de la vida de las personas, incluyendo al final.
Y el Arcángel Miguel habla de espíritu a espíritu con cada persona que no está salva y que está a punto de morir, instándole a creer y a confiar en Dios, para la salvación.
Mientras el Ángel de la Guarda, que ha cuidado a esa persona durante toda su vida, apoya los esfuerzos de Miguel.
Las personas moribundas cuyas almas ya están salvas no necesitan la exhortación de último minuto de Miguel para conectarse con Dios.
Sin embargo, necesitan el estímulo de que no hay nada que temer mientras abandonan la Tierra para el Cielo, por lo que sus Ángeles Guardianes les comunican ese mensaje.
Esto no significa que la Virgen María, San José y otros santos no estén presentes en todo este proceso, sino que señalamos cuál es la misión central de los Ángeles.
Porque hay que considerar también, que al morir, nuestras almas están abiertas a los ataques de último minuto de los demonios de satanás y necesitan auxilio.
Y entonces, al invocar al Arcángel Miguel, la protección se asegura a través de su escudo.
Aloysius Gonzaga dijo que cuando el alma abandona el cuerpo, es acompañada y consolada por su Ángel Guardián, para que el alma pueda presentarse con confianza ante el tribunal de Dios.
Y San Juan Crisóstomo, informó que los ángeles nos escoltan hacia el Cielo y el tribunal de Dios.
De modo que si necesitamos un guía para pasar de una ciudad terrenal a otra, cuánto más necesitará el alma de alguien que le indique el camino cuando rompa las ataduras de la carne y pase a la vida futura?
En ese momento, el Ángel le dice que si está impuro pero está arrepentido, es conducido primero para adorar a Dios, y luego será entregado a Miguel y otros ángeles, quienes lo bautizan en el río de fuego, o sea que lo llevarán al Purgatorio, y una vez completadas las purificaciones, el Ángel de la Guarda conducirá al alma al Cielo.
En el punto de comparecer ante el Tribunal de Dios, parecería que el Ángel de la Guarda intercede ante Dios y busca ayuda entre las personas de la Tierra para orar por el alma a su cuidado.
Y San Miguel intercederá por nosotros y suplicará nuestro perdón.
Por lo tanto, hay que confiar tu familia y amigos al Arcángel Miguel e invocar su apoyo para todos aquellos que amas, orando especialmente por su defensa al final de la vida.
En resumen, las tradiciones de los Padres de la Iglesia sobre los Ángeles son un gran tesoro que tenemos y nos han hecho saber que,
Los Ángeles ayudan a nuestra alma en los sufrimientos de la muerte.
Nuestro Ángel de la Guarda acompaña nuestra alma y le asegura un pasaje tranquilo.
Él y el Arcángel Miguel nos defienden de los demonios, que quieren detener nuestro viaje.
Nos llevan al tribunal de Cristo.
Y allí interceden mientras nuestra alma se purifica.
Ordenan a los Ángeles de las puertas del Cielo que las abran.
Y entonces los Ángeles de las puertas del Cielo acogen nuestra alma y nos reciben con alegría.
Y reciben con especial honor y alegría a las vírgenes y a los mártires.
¿Y qué le sucede a nuestro Ángel de la Guarda después de nuestra muerte?
No hay doctrina establecida, pero sí un consenso general.
Si un alma entra en comunión con Dios, se une a su Ángel para alabar al Dios uno y trino por toda la eternidad.
No está claro si nuestro Ángel de la Guarda se hace cargo de otras almas o deberes después de nuestra muerte.
Sin embargo parece poco probable, dada la innumerable cantidad de ellos.
Porque además hay consenso de que nuestro Ángel de la Guarda nos visita y consuela en el Purgatorio.
En cambio, si el alma va al infierno, su Ángel no puede entrar allí, y sólo puede alabar la divina justicia y santidad de Dios.
Y tal vez en este caso, el Ángel Guardián sea asignado a una nueva alma, pero no hay consenso.
Por todo esto debemos respetar, reverenciar y estar inmensamente agradecidos a nuestro Ángel de la Guarda, al Arcángel Miguel y a todos los Ángeles, por su ministerio a nuestro favor en el incierto trance del pasaje.
Y cada uno de nosotros debe acudir permanentemente a su Ángel desde ya, escuchar su voz que resuena en nuestra mente y conciencia, y obedecerle, aunque tan sólo sea para este momento crucial del final de la vida.