COMO PURIFICAR LOS AMBIENTES POR MEDIO DE LOS ANGELES
El primer paso de toda purificación espiritual de hogares, oficinas, negocios o lugares en general es a través de la oración. Eleva a Dios pedidos para remover del ambiente y de los objetos que se hallen en él, las energías negativas impregnadas por peleas, malos pensamientos, envidia, influencia de objetos negativos, visitas de personas negativas, nerviosismo, estrés, rencores, que afectan sensiblemente al lugar y a sus habitantes. Es muy conveniente el empleo de este ritual periódicamente y, especialmente, al mudarse a un nuevo sitio.
Armonizar el flujo vibracional del lugar ayuda a mejorar el descanso de sus moradores, las relaciones personales, la armonía y la realización personal de los habitantes, facilitar la llegada de personas positivas, abrir el camino del crecimiento, apartar malas influencias y convertir al lugar en un ámbito ideal para recibir la presencia de los ángeles, mensajeros del Señor.
El gran efecto positivo de estas “purificaciones” es:
Recarga el lugar de energía positiva y favorece el bienestar de quienes habitan o trabajan allí. La máxima efectividad se consigue operando 9 días consecutivos a través de lo que denominamos NOVENA.
Importante: la purificación y vitalización ambiental debe ser realizada en el propio lugar, no a distancia.
REALIZACION DE UNA NOVENA
Una novena es un ritual que se realiza durante 9 días seguidos consecutivos. Se debe preparar el espacio físico y espiritual para poder tener un máximo de provecho del mismo.
El lugar debe estar perfectamente limpio, aireado, se recomienda hacer una limpieza a fondo de pisos, ventanas, cortinas para sacar polvo, suciedad y remanente de energía vieja y ventilar el ambiente antes de comenzar. Luego:
Cerrar el lugar, habitación o casa y desconectarse del mundo exterior, para entrar en comunicación con lo Superior. Por lo general se realiza frente al altar hogareño, se enciende un carbón vegetal y se coloca sobre él una vez encendido, incienso, mirra y sándalo. Se ahúma el lugar y se realizan cruces de agua bendita en las paredes, puertas y sobre el altar.
Se enciende una vela que simboliza la Luz de Cristo, de la Fe. Y se dicen las siguientes oraciones: POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ, DE NUESTROS ENEMIGOS, LIBRANOS SEÑOR, DIOS NUESTRO. EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO AMEN.
Para tener una protección durante el ritual: OMNIPOTENTE Y SEMPITERNO DIOS SEÑOR DE ISRAEL QUE MIGUEL ESTE A MI DERECHA, GABRIEL A MI IZQUIERDA, RAFAEL DELANTE DE MI, DETRÁS URIEL Y POR ENCIMA DE MI LA DIVINA PRESENCIA DE DIOS. ( En esta oración se nombra al Arcángel Uriel porque es muy antigua antes del Concilio que quitara su nombre del Catecismo)
Luego se dice la siguiente oración:
En el nombre de Dios Santo Todopoderoso, que la santa luz de los arcángeles descienda ahora en este hogar (o sobre el hogar sito en ………………….) por la fuerza inigualable del Espíritu Santo, por la palabra de fe del Hijo, unidos por el sagrado manto de María Santísima. Te lo pido de corazón Señor, irradia y despliega tu luz al frente, atrás, a la derecha, a la izquierda, arriba, abajo y en el centro
de este lugar (o sobre ese lugar). Ten piedad Señor, ten piedad. Por la fuerza de tu santísimo nombre. Amén. (Los nombres de estos Arcángeles estaban permitidos antes del Concilio que las sacó del Catecismo; al ser oraciones muy antiguas se los nombra en ella)
MEDITAR UN MOMENTO SINTIENDO LA PAZ Y LA ARMONIA QUE SE HACEN PRESENTES EN TU CORAZON Y ESPIRITU. PERMANECE EN CALMA RECIBIENDO LA ENERGIA PROTECTORA DE DIOS Y SUS ANGELES.
Termina rezando un Padre Nuestro, un Ave María, un Gloria. Puedes también rezar la oración de tu Santo/a favorito para terminar el ritual.
Si puedes concurre a misa y luego de recibir el sacramento de la Reconciliación, comulga en gracia de Dios.
Cuando Jesús dio la vista al ciego este no sólo pudo ver sino que también abrió su corazón a la Fe y descubrió el amor de Dios. Sin embargo los fariseos que creían tener a Dios en su corazón no lo creyeron y se hundieron en las sombras.
Queridos hermanos, nuestra vida, a veces, es parecida a aquella del ciego que se ha abierto a la luz, a Dios y a su gracia. A veces,
lamentablemente, es un poco como aquella de los fariseos: desde lo alto de nuestro orgullo juzgamos a los demás, y ¡hasta al Señor! Hoy, estamos invitados a abrirnos a la luz de Cristo para
llevar fruto a nuestra vida, para eliminar los comportamientos que no son cristianos, para caminar decididamente sobre el camino de la santidad. Ella tiene su inicio en el Bautismo. De hecho
también nosotros hemos sido iluminados por Cristo en el Bautismo, para que, como nos recuerda san Pablo, podamos comportarnos como «hijos de la luz» (Ef 5,8), con humildad,
paciencia, misericordia.
En estos días reavivemos en nosotros el don recibido en el Bautismo, alimentemos aquella llama con la oración y la caridad hacia el prójimo. Confiemos a la Virgen María el camino misional, para
que también nosotros, como el ciego curado, podamos con la gracia de Cristo venir a la luz, renacer a la vida nueva.
Vivir en la luz es asemejarnos a Cristo, ser humildes de corazón, misericordiosos, y honestos. Cuanto más puro y bueno seamos más brillará la luz dentro de nosotros.
Una vida de luz es una vida nueva, llena de optimismo y fe, todo lo ponemos en manos de Dios, sabemos que estamos acompañados por el Espíritu Santo, por nuestra Madre Celestial y por nuestros ángeles. Tenemos todo lo que necesitamos para triunfar en la vida, y sobre todo para dar nuestra luz a otros y enseñarles el camino.
ORACIÓN POR LA PAZ DE SAN FRANCISCO DE ASIS
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.
Maestro, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
Amén.
En la vida actual es muy difícil encontrar la paz, vemos violencia a nuestro alrededor en todas partes, y nuestro espíritu a menudo está atribulado por ello.
Tenemos la promesa de Jesús que dice que El es la paz, el amor y la verdad. ¿Pero cómo podemos lograrlo? La oración de San Francisco de Asís es clara al respecto.
Muchos creen que la paz es solo el antónimo de guerra, que la paz es algo lejano, sin embargo paz es algo cotidiano que nos atañe a cada uno de nosotros, desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir.
¿Creas en tu familia un refugio de paz? ¿Tu hogar es el lugar tranquilo y relajado al que deseas acudir luego de la dura jornada? ¿Hablas con una voz calma y comprensiva o eres gritón y agresivo? ¿Buscas perdonar y olvidar o vives enredado en remordimientos, removiendo el pasado y juntando broncas? Cada uno debería hacer una toma de conciencia acerca de su vida y su entorno preguntándose que debe cambiar para encontrar esa paz que todos buscan y pocos están dispuestos a perseguir.
Vivir en gracia de Dios nos da paz, la pureza de nuestros sentimientos, la nobleza de nuestras acciones, la generosidad para con los que nos rodean, la tolerancia, todo esas son herramientas para construir la paz. Lee con detenimiento la oración de San Francisco y reflexiona que cambios podrías hacer en tu vida para lograr la paz.
Jesús me da su paz en el alma. Quiero guardar esa paz que me da. Con esas palabras que me susurra. Con ese amor que me sostiene: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo”. Y me quedo pensando en esa paz que me da el mundo. Una paz fugaz y enferma. Una paz endeble.
“El hombre debe aprender que este mundo cambiante e inestable no puede ser la fuente de su seguridad, de la auténtica paz del corazón. la fuente de nuestra paz y nuestra seguridad últimas es: la providencia divina. Saber que Él me guiaba en todas mis acciones, que me sostenía con su gracia, me proporcionaba un sentimiento de paz y de coraje indescriptible”
Construyo una paz frágil, enferma, apegada a mi yo. Una paz que consiste en no estar en guerra con nadie. Tan sólo eso. Quiero que me dejen tranquilo y no me molesten. Que me dejen en paz.
Busco tal vez una paz insulsa, sin sustancia ni contenido. Una paz pobre construida sobre un mundo que fluye y va demasiado de prisa. Todo cambia. Los amores, las decisiones, las personas, los lugares.
En un mundo así pretendo construir una paz asentada sobre mis decisiones. Muros frágiles. ¡Qué fugaz todo lo que decido! Caigo y me siento arrepentido. Me gustaría tener un corazón nuevo, un corazón en paz. Me gustaría abrir el alma y tocar una paz diferente, más honda, más verdadera.
En la película La guerra de las galaxias decía el maestro Yoda: “Un jedi puede distinguir entre el bien y el mal cuando tiene el alma en paz”. ¿Tengo mi alma en paz?
Sólo si tengo paz en el corazón seré capaz de distinguir entre el bien y el mal y optar por el camino que Dios desea para mí. Sólo si tengo una paz verdadera que calma mi sed. Una paz de Dios, no una paz del mundo. Una paz que nadie pueda arrebatarme a fuerza de golpes. Una paz honda que no esté asentada sobre las circunstancias que cambian sino sobre la estabilidad definitiva de Dios en mi vida.
Sé que tener paz me da la seguridad de seguir lo que Dios quiere que haga. Es Él quien me da la paz.
La paz me la da saber que es Dios quien me guía, quien me construye. Es Él quien me sostiene, me eleva, me hace suyo. Podré ser santo porque Él me hace santo, me santifica. Así descanso de mi vano intento por hacerlo todo bien, por cumplir, por ser perfecto.
Me da paz saber que puedo abrazar y besar sus deseos. No quiero vivir huyendo de la realidad que no acepto, de la vida que no quiero, de las circunstancias adversas que me indignan.
Le pido a Dios la paz honda del corazón. Una paz perfecta. Una paz fundada en su amor. Dios necesita mi sí para poder entrar con paz en mi alma. Para poder colocar su morada y darme una alegría que dure. Esa alegría que se mantiene en todos los momentos de mi vida.
Estoy llamado a ser feliz aquí y ahora, a vivir con paz, no en tensión. Quiero vivir en paz en medio de las tensiones. Con libertad, amando. Hacen falta hombres que vivan anclados en el corazón de Dios. En paz consigo mismos, con su historia, en paz con Dios y con los hombres.
Si tengo el corazón anclado en Dios, seré de este mundo sin serlo. Seré ciudadano del cielo en la tierra. Decía san Agustín: “Nuestro corazón fue creado para Ti y no descansará hasta que repose en Ti”.
Tendré paz cuando mi corazón esté apegado a Dios. Cuando abrace su voluntad. Tendré esa paz que no logra darme el mundo. Eso es lo que sueño. Una paz verdadera. Una paz para siempre.
¡Hay tantas cosas que logran quitarme la paz! Quiero que Jesús venga y haga morada en mí, y me dé su paz, y me quite los agobios.
LA ARMONÍA A TRAVES DE MARIA REINA DE LOS HOMBRES Y DE LOS ÁNGELES
En María está lo que podemos llegar a ser. Su armonía, su unión de lo más humano con Dios, su belleza de alma, su obediencia a Dios como una niña, su docilidad. Y además, Ella se nos muestra, no sólo como ideal sino como camino. Su intercesión por nosotros ante Dios y por Dios ante nosotros. Como en Caná, Ella le habla a Dios del vino que nos falta, antes de que lo pidamos, y a nosotros nos dice: «Haced lo que Él os diga».
Lo que está en juego en nuestro mundo es la imagen de hombre. Hoy el hombre vive alejado de Dios. Quiere ser feliz y libre, pero sin Dios, porque Dios parece coartar su libertad, impedir su realización como persona. La Inmaculada, por el contrario, nos muestra el hombre que queremos ser, un hombre libre, un hombre pleno, un hombre anclado en Dios y en la tierra, plenamente humano y plenamente divino al mismo tiempo. Parece imposible para el hombre, pero no es imposible para Dios.
María se nos presenta como la imagen ideal de hombre. Ella vence la inestabilidad de este mundo en el que vivimos. Decía el P. Kentenich: «La Madre de Dios aparece con la luna totalmente bajo sus pies. La luna como símbolo del cambio permanente, no sólo en el mundo sino también en la propia vida». Ella hace que este mundo en el que todo parece caduco tenga una vida plena. Da estabilidad a lo inestable, eternidad a lo caduco.
Todos tenemos en el alma una huella, una nostalgia de algo eterno, un deseo insaciable que nos hace soñar con más, con no conformarnos. Queremos la montaña para mirar desde arriba y entender el camino, nos gusta el mar que nos habla de inmensidad, de aventuras, de infinito, miramos las estrellas y nos sentimos pequeños.
Y cuando nos paramos un poco en nuestra vida, reconocemos en nosotros algo que nos tira a amar más, a ser amados de forma entera, a regalar todo lo que Dios ha puesto en nosotros desde siempre y que quizás no sabemos dar, o no hemos descubierto.
Decía el Padre Kentenich: «María es punto de enlace para un impulso fundamental de nuestra naturaleza: el impulso de elevación. En nosotros existe un fuerte instinto de ascender. La virginal primavera, la blancura de la nieve, la pureza de los ojos de los niños, despiertan todo lo grande que llevamos en el alma. Goethe decía: -¡Ay! ¡Dos almas moran en mi pecho! Una apunta con fuerza hacia abajo. Y la otra lo hace con igual fuerza hacia arriba».
Miramos a María y se enciende en el corazón el sueño más grande. Soñamos con lo eterno dibujado en sus ojos.
Dos almas moran en nuestro pecho. Hacemos lo que no queremos, dejamos de hacer lo que nos hace más grandes. Dos tendencias, soñar la cumbre y caer derrotados.
Decía el Padre Kentenich que quien medite sobre la Inmaculada «sentirá que dentro de sí se enciende el anhelo de totalidad, de plenitud, de
naturaleza intacta, de superación de todas las cosas enfermas de nuestra pobre y débil naturaleza».
Soñamos con llegar a las cumbres nevadas dibujadas en nuestros ojos. Con hacer realidad el sueño de Dios en nuestra vida. ¡Cuánto deseo descubrir mi nombre, ese nombre que Dios pronunció con
inmenso amor al crearme! A veces lo intuyo un poco, y luego lo pierdo otra vez.
Todo eso es el deseo de cielo. Cuando lleguemos al cielo, nos veremos unos a otros y nos sonreiremos al ver cómo nos parecemos, cómo se parecen nuestros deseos, nuestras miserias, nuestra sed. Todos, al final, queremos lo mismo. Ese cielo, esa presencia de Dios comienza aquí, en el camino.
Dios está cerca. Él fue el que recorrió el camino para llegar a nosotros, para hacernos más fácil el camino hasta Él. Para vivir ya aquí con Él a nuestro lado. Se acercó para siempre. No hay muro entre esta vida y la próxima. Todo se unió en Jesús por María. Ese cielo está en María, Ella es nuestro modelo, Ella nos ayuda a vivir aquí según Dios. En Ella vemos reflejado lo que anhelamos llegar a ser.
Hoy queremos profundizar en el valor de la decisión de María. Dios nos conoce, sabe que necesitamos manos humanas que nos lleven hasta Él y Él también quiso venir a través de unas manos de mujer que le sostuvieron al nacer y en la cruz, toda su vida.
Dios se hizo dependiente del sí de María. Con inmenso respeto le preguntó en Nazaret, y aguardó su respuesta. Su sí cambió nuestra vida. Y su sí diario por cada uno de nosotros sigue haciendo el milagro de traernos a Jesús.
Esa decisión marca así su vida y la nuestra: «El ángel, entrando en su presencia, dijo: – Alégrate, llena de gracias, el Señor está contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres. Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: – No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios».
Las primeras palabras que el ángel le dijo a María fueron «alégrate», «el Señor está contigo», «no temas», «has encontrado gracia ante Dios”. Queremos experimentar el saludo del ángel, percibir el amor que Dios nos tiene, escuchar que nos quiere con locura.
La alegría de sus palabras nos conmueve. Dios se alegra con nosotros, descansa en nosotros, nos ha elegido. María nos recuerda nuestra condición de hijos preciosos a los ojos de Dios. Dios se ha fijado en cada uno de nosotros, porque nos ama, porque somos sus hijos predilectos.
Al inicio , el ángel nos dice estas palabras: «Alégrate, no temas, descansa. Dios está contigo. Te ama y quiere venir a tu vida para siempre. No aparta su mirada de ti».
Ya está entre nosotros aunque nadie lo vea. Como tantas veces sucede en la vida de cada día. Jesús está vivo y no lo vemos. Actúa, pero pensamos que no lo hace. Ama y no tocamos ese amor cálido. Está con nosotros, ha puesto su tienda en nuestra vida, pero quizás no sabemos verlo.
Queremos aprender a mirar a María para ver a Jesús. Ella siempre nos lleva hasta su Hijo, a Belén. Ya está en nuestros corazones en medio de este camino. Y todo comenzó con ese sí pronunciado por una niña: «Y María dijo al ángel: -¿Cómo será eso, pues no conozco a varón? El ángel le contestó: -El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible. María contestó: – Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el ángel». Lucas 1, 26-38.
El sí de una niña abre las puertas del cielo. La tierra se llena de la luz de Dios. Ese sí callado, silencioso, oculto, abre la grieta más grande por la que Dios entra en nuestra naturaleza para hacernos ciudadanos del cielo. Es el milagro más grande. El milagro más oculto. El más humano, el más divino.
Y todo es posible porque, en realidad, nada es imposible para Dios. Dios hace grande lo pequeño y hace realidad nuestros sueños. Aunque no lo veamos, aunque no entendamos cómo va a suceder todo, la certeza que vuelve al corazón al mirar a María es la misma: Dios lo puede todo. María es Inmaculada. Lo imposible es posible para Dios.
La Inmaculada no conoció ninguna barrera que la alejase del amor de Dios. Era un jardín sellado y abierto sólo para Dios. María Inmaculada tiene la armonía y la belleza del paraíso que anhelamos con todas nuestras fuerzas.
Todo lo humano es de Dios, eso es lo que María nos muestra. A veces queremos salir de nuestra vida, de nuestra misión, porque nos parece gris,
y buscamos a Dios fuera de lo cotidiano. Queremos signos prodigiosos, apariciones, grandes experiencias. En ocasiones dejamos de hacer lo que tenemos que hacer por buscar a Dios fuera de nuestra
vida ordinaria.
En María Dios se hace palpable en la vida cotidiana. Así es Dios que se encarna en nuestro hogar, en el trabajo, en nuestro día. Nace allí y allí nos habla. Hace de nuestra vida, tal como es, el
mejor camino para ser santos. Si profundizamos, si amamos con toda el alma, Él, una y mil veces, saldrá a buscarnos en medio del desánimo.
Decía Teilhard de Chardin: «Recuerda: Cuanto te deprima e inquiete es falso. Estate seguro, nos lo ha prometido Dios. Por eso, cuando te sientas apesadumbrado y triste, adora y confía». Él nos dará fuerza en medio de nuestras luchas, en las tareas que parecen pequeñas, o en ese trabajo que parece ineficaz y duro. Porque en todo trabajo, aunque nos resulte absurdo, está Dios. Ése es el misterio de la Navidad. Es el misterio de María. Dios toca nuestra vida y viene a ella, para cambiarla. Desde lo más humano. Desde los que somos y tal como vivimos.
María nos ayuda. Ella en su vida hizo en cada momento lo que Dios le pedía. Treinta años ocultos sirviendo a su marido y a su hijo. Detrás de eso estaba el amor más grande. Le queremos pedir que nos enseñe a ser como Ella, a vivir con profundidad el día a día, a vivir con alegría nuestra misión sin buscar otras, a saber encontrarnos con el Dios de nuestra vida en cada momento, a retirarnos a hablar con Él en nuestra alma, a preguntarnos siempre, una y otra vez, cómo miraría Ella, como amaría Ella, como viviría Ella.
¡Cuántas veces buscamos lo extraordinario! María es la maestra de lo ordinario. Nos muestra cómo lo cotidiano, vivido hasta el máximo con amor y alegría, es el mejor lugar de encuentro con el Señor. Nuestro camino de santidad y plenitud. Cuánto más humanos seamos, más de Dios.
Acercarnos a los demás, dejarnos tocar, ser comprensivos, no juzgar a los distintos, acoger a todos, disfrutar con las cosas pequeñas, vivir nuestra rutina como una aventura, entregar cada día el trabajo, llevar alegría, ser fieles en los detalles pequeños, tener creatividad para hacer felices a los que viven con nosotros, preocuparnos por cada uno. Amar hasta el extremo hoy. Ahí, escondido en lo más pequeño de nuestra vida, está Dios. Esa es la escuela de María. ¿Dónde está Dios escondido en nuestra vida, en lo más cotidiano?
Desde que Dios se hizo hombre en María, todo lo humano es de Dios, todo lo nuestro le importa y está llamado a ser sagrado. Todo lo humano se hace sagrado, es su morada predilecta. María es el camino que Dios recorre cada día para llegar a mí.
María es el camino que yo puedo recorrer para llegar a Él. Es la puerta del cielo para mí. Es la puerta de la tierra para Dios. Es el jardín lleno de bosques y fuentes donde cada día puedo encontrarme con Él. Al mirarla veo lo que puedo llegar a ser, para lo que estoy hecho. Al mirarla veo el amor de Dios hacia mí. Y creo en la belleza de la vida aquí en la tierra.
María nos une, nos muestra el camino de nuestra plenitud. Nos enseña la integridad a la que estamos llamados, el amor completo, y sobre todo, Ella, en el santuario, nos va modelando en sus manos. Ella tiene la misión de sacar de nosotros lo mejor. De sanar las heridas y unir lo quebrado. Si nos confiamos a Ella, si se lo pedimos.
Cada uno de nosotros tiene una herida diferente, unos talentos diferentes, un ideal diferente, unas circunstancias diferentes. María es nuestra Madre que nos toma como somos y nos acoge con sus ojos de misericordia. A su lado, poco a poco, nos va modelando según Jesús, sacando lo mejor de nosotros. Es capaz de ver lo que nadie ve, nuestro tesoro escondido, nuestro don principal, nuestra tarea. Si nos entregamos a Ella, día a día, pidiéndole ayuda, Ella, siempre, aunque parezca imposible, irá tallando ese sueño de Dios en nosotros.
«Bienaventurada, tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». Es la bienaventuranza de hoy. Gracias por haber creído, María, porque hiciste posible en ti todas las promesas de Dios al hombre. Por tu fe todas las esperanzas de los hombres se hicieron realidad. Necesitamos tocar a Dios, verlo, escucharlo.
Hoy hacemos nuestras las palabras de una persona que rezaba: «Ayúdame a creer como tú, a confiar como tú, como un niño, sostén mi cáliz cuando yo no pueda, quédate a los pies de mi cruz cuando sufra, enséñame a decir que sí siempre. Llévame siempre en tus brazos junto a Jesús, porque solo me cuesta». Ella nos acoge, nos educa, nos transforma. Nos lleva a lo más alto y cree en nosotros.
Al vivir en armonía con uno mismo, lo estamos también con la creación, con todo lo que es vida, por eso protegeremos la vida, las especies en vías de extinción, los animales, las plantas, las personas. Es toda una manera de ser y pensar, respetaremos la naturaleza porque sabemos que es la creación de Dios, es la casa que Dios nos regaló para estar en este estado de probación hasta llegar a la vida eterna.
ORACION A MARIA REINA DE LOS ANGELES
¡Oh Augusta Reina de los Cielos
y Señora de los Ángeles!
Pues habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de la serpiente infernal; dignaos escuchar benigna las súplicas que humildemente os dirigimos; enviad la santas legiones para que, bajo vuestras ordenes, combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan hasta precipitarlos al abismo.
¿Quién como Dios?
Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y guardadnos. ¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Enviad los Santos Ángeles para defendernos y rechazar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Amén.
¿QUIEN ES SATANAS?
¿Quién es Satanás? ¿De verdad existe?
Con cierta frecuencia nos encontramos con que algún estudioso asegura que Satanás no es un ser real, sino que es fruto de la imaginación de los hombres. Pero estas polémicas afirmaciones no son nuevas. Ya en el siglo XIX, el poeta Charles-Pierre Baudelaire transcribió la siguiente opinión: “La mayor astucia del diablo consiste en persuadirnos de que no existe”.
¿Existirá de verdad Satanás? Si así es, ¿Qué origen tendrá? ¿Será él la causa invisible de los problemas del mundo? ¿Podrá uno escapar de algún modo a su influencia maligna?
¿Es Satanás la causa invisible de los problemas del mundo?
¿Qué dice la Biblia?
Las Escrituras señalan que Satanás es una persona real que vive en un ámbito invisible: el mundo espiritual (Job 1:6). Además, exponen su personalidad sádica y sus malvados actos (Job 1:13-19; 2:7, 8; 2 Timoteo 2:26). Hasta nos brindan acceso a conversaciones que mantuvo con Dios y con Jesús (Job 1:7-12; Mateo 4:1-11).
¿De dónde salió un ser tan perverso? Mucho antes de existir el hombre, Dios creó a su Hijo “primogénito”, a quien milenios más tarde se conocería como Jesús (Colosenses 1:15). Después de él fueron creados otros “hijos de Dios”, los ángeles (Job 38:4-7). Aunque todos ellos eran perfectos y justos, hubo uno que se convirtió en Satanás.
Aquel ángel no recibió el nombre de “Satanás” al momento de ser creado. Más bien, se le aplicó este nombre hebreo —que tiene carácter descriptivo y significa “Adversario”, “Enemigo” o “Acusador”— cuando decidió vivir en oposición a Dios.
Por ello, terminó sucumbiendo al orgullo, así como a sus ansias de rivalizar con Dios y recibir la adoración de los demás seres racionales. Cuando el Hijo primogénito de Dios estaba viviendo en la Tierra, Satanás llegó al punto de pedirle “un acto de adoración” (Mateo 4:9).
Este ángel “no permaneció firme en la verdad” (Juan 8:44). Dio a entender que Dios era mentiroso, cuando el mentiroso era él. Y le aseguró a Eva que ella podría ser como Dios, cuando el interesado en serlo era él. Con sus engaños, logró hacer realidad su deseo egoísta. En efecto, logró que Eva lo considerara más importante que Dios, pues ella lo aceptó como dios suyo desde el momento que le obedeció (Génesis 3:1-7).
Al sembrar la rebelión, este ángel —que hasta entonces había sido digno de confianza— se convirtió en el malvado Satanás, el enemigo de Dios y del hombre. También recibió la designación de “Diablo”, término de origen griego que significa “Calumniador”. A fin de conseguir que otros ángeles se unieran a su rebelión y desobedecieran a Dios, el promotor del pecado recurrió a engaños como los que había empleado con Eva (Génesis 6:1, 2; 1 Pedro 3:19, 20). Los ángeles rebeldes no contribuyeron nada a que mejorara la situación de la humanidad. Por el contrario, la consecuencia de que imitaran a Satanás y su egoísmo fue que “la tierra se llenó de violencia” (Génesis 6:11; Mateo 12:24).
¿Hasta dónde llega su influencia?
Muchos asesinos borran sus huellas dactilares para no dejar rastros que permitan identificarlos. Pese a todo, la policía pudiera encontrar claros indicios de que ha habido una mano criminal. Pues bien, Satanás, el primer “homicida”, también procura no dejar nunca indicios de su identidad (Juan 8:44; Hebreos 2:14). Así, cuando habló con Eva, recurrió a una serpiente para ocultar quién era en realidad. Y hoy sigue haciendo lo mismo, pues “ha cegado las mentes de los incrédulos” para que no perciban hasta dónde llega su poderosa influencia (2 Corintios 4:4).
Pero Jesús desenmascaró a Satanás como el autor intelectual de todas las maldades que se cometen en esta sociedad corrupta, y lo llamó “el gobernante de este mundo” (Juan 12:31; 16:11). Y el apóstol Juan también señaló la influencia del Maligno al afirmar que “el mundo entero yace en el poder del inicuo” (1 Juan 5:19). Como medio para engañar “a toda la tierra habitada”, usa magistralmente “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa” (Revelación [Apocalipsis] 12:9; 1 Juan 2:16). Y en líneas generales, logra que la humanidad le obedezca.
Al igual que Eva, todos los que obedecen a Satanás lo están convirtiendo en dios suyo. Por eso, la Biblia lo llama “el dios de este sistema de cosas” (2 Corintios 4:4). Los frutos de su dominio no son otros que hipocresía, engaño, codicia, delincuencia, corrupción, guerra, tortura y destrucción.
¿Cómo podemos evitar su influencia?
La Biblia nos advierte: “Mantengan su juicio, sean vigilantes”. ¿Por qué? Porque nuestro “adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien” (1 Pedro 5:8). Pero este texto no solo nos abre los ojos; también nos reconforta al mostrar que si mantenemos una actitud juiciosa y vigilante, no resultaremos “alcanzados por Satanás” (2 Corintios 2:11).
Es esencial aceptar la existencia de Satanás como algo muy real y permitir que Dios nos haga “firmes” y “fuertes”. Así podremos ponernos “en contra de [Satanás]” y a favor de Dios (1 Pedro 5:9, 10).
¿CÓMO NOS ATACA EL DEMONIO?
San Pedro compara al demonio con el rugir de un león que busca la oportunidad para devorar a su presa, es decir, ¡para devorarnos a nosotros!
El demonio puede atacar a cualquier hora y en cualquier lugar. Es astuto, muy inteligente y despiadado. Sin embargo, hay un área en específico en la que él es más propenso a atacarnos: ¡nuestra vida de oración!
San Ignacio nos recuerda que el demonio ataca cuando nos encontramos en un estado de desolación. Con eso nos referimos a la falta de fe, esperanza y caridad, a un sentimiento de tristeza y desánimo que lleva a la depresión, tibieza y al letargo.
¿De qué maneras puede el maligno (Santo Tomás), el león rugiente (San Pedro), el perro atado furioso (San Agustín), el enemigo mortal de nuestra salvación (San Ignacio), el mentiroso y asesino del comienzo (Jesús en Jn 8), el demonio atacar nuestra vida de oración? ¡Veamos!
1.- Procrastinación.
Te puede tentar de la siguiente manera: "No hay apuro; pospón tu oración para mañana. Dios entiende; Él conoce tus pensamientos y sentimientos. Dios no tiene prisa, tampoco tú la deberías tener".
2.- Hacer menos oración.
Bueno, si el demonio no puede vencerte haciendo que pospongas tu oración para mañana, entonces hará que ores menos. En lugar de asistir a una Hora Santa, haz una visita de 30 minutos; deja de asistir a Misa diario.
Sólo es necesario que asistas los Domingos. ¿El Rosario? En lugar de rezar todo el rosario, el demonio hará que solamente reces una o dos décadas.
3.- Distracciones en tu oración.
Otra táctica del demonio es hacer que pierdas la concentración.
En lugar de enfocarte en Dios, terminas enfocándote en algún asunto irrelevante como qué cocinar luego, quién está jugando tal o cual deporte, qué planes hay para el fin de semana.
4.- Pierde el tiempo.
El demonio no da tregua en sus ataques a la persona que se ha comprometido a una vida seria de oración.
Como nos recuerda la Palabra de Dios:
"Si decides seguir al Señor, prepárate para la batalla".
El demonio te puede tentar de la siguiente manera: Estás malgastando tu tiempo al orar. Mejor has lo imposible para ayudar a tu vecino. ¿Recuerdas a Jesús con Marta y María?
El demonio promueve el activismo al punto de convencernos de que nuestro trabajo es mucho más importante que nuestra vida de oración y conversación con el Señor.
Recuerda que Jesús vino en defensa de María cuando estaba sentada a sus pies y le escuchaba atentamente – ¡éste es un verdadero modelo de contemplación!
5.- Aún eres la misma persona
Estás orando más que antes, pero en realidad no eres mejor que antes y muchas personas te han dicho esto.
Por lo tanto, mejor abandona tu vida de oración y vuelve a la vida normal, cómoda y fácil que la mayoría de tus amigos y socios llevan.
6.- Sentimientos
El demonio puede tentarte de esta manera. Puede engañarte haciéndote creer que tus oraciones no van a ningún lugar por la sencilla razón de que no experimentas emociones ni sentimientos fuertes cuando oras.
Antes experimentaste esos sentimientos y emociones en ese primer retiro carismático, pero las emociones cesaron y la oración es más tranquila y pacífica.
Cualquier buen director espiritual o texto sobre la teología de la oración indicará que la ésta no depende siempre de emociones sino de la confianza en Dios.
7.- Dios se muestra callado y no responde a mi oración
Puede suceder que hayas orado durante mucho tiempo por una intención en específico, quizás hayas ofrecido novenas y Misas, pero esa intención no ha sido respondida.
El demonio puede convencerte de no orar, o de que la oración es un ejercicio inútil, una pérdida de tiempo.
Para algunos, el demonio describe a Dios como una especie de Santa Claus en el cielo o como un genio listo para salir de la lámpara si la frotamos lo suficientemente fuerte. Si no me contesta, Dios no existe.
8.- Desastres y ausencia de Dios.
Tal vez algunos desastres se han presentado en tu vida: pérdidas económicas, desafíos financieros, o incluso la muerte de un ser querido. ¿Cómo puede un Dios tan bueno permitir que esto suceda?
Un buen Dios no permitiría esto, si en realidad Él es bueno. Nuestra salvación puede ser el libro de Job:
"Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo allá volveré. Yavé me lo dio, Yavé me lo ha quitado, ¡que su nombre sea bendito!" (Job 1,21)
9.- Tentaciones en contra de la castidad.
Ha sucedido incluso en la vida de los santos – Santa Catalina de Siena, Santa Margarita María, San Antonio del desierto – ser atacados frecuentemente contra la virtud de la pureza.
El demonio usa muchas y diversas maneras de tentación para disminuir la vida de oración e incluso extinguirla.
10.- El Desespero.
Tal vez el ataque más fatal del enemigo es convencernos de ceder ante la desesperación.
Éste fue el caso de Judas Iscariote. Si se hubiese arrepentido, tal vez alrededor de todo el mundo tendríamos iglesias con el nombre: "San Judas el penitente".
Pedro se arrepintió y fue perdonado y se convirtió en santo. Después de que caemos en pecado, el demonio nos acusa y condena y nos lleva a la muerte y a la desesperación.
El Espíritu Santo nos consuela y nos llena de ánimo con la confianza y esperanza en la infinita misericordia de Dios. JESÚS EN TI CONFIO.
En conclusión, debemos aferrarnos a la oración como si fuese un chaleco salvavidas, el aire que nos mantiene vivos, el ancla o nuestra salvación. Si el demonio nos tienta a abandonarla o a orar menos, entonces deberíamos seguir el consejo Ignaciano de “agere contra” para hacer exactamente lo contrario e intentar orar más y mejor; así ganaremos la batalla.
Los nombres que tiene el Demonio, ¿corresponden a su actuación?
Algunos de los nombres de demonios más conocidos son Belcebú, Paimon, Belfegor, Leviatán, Lilith, Asmodeo , Lucifer, Satán.
En el libro del Apocalipsis, capítulo 12, versículo 9, se habla de los nombres del Demonio. Es con ocasión de su desplazamiento del cielo cuando combaten contra él, el Arcángel Miguel y sus Ángeles, y lo arrojan de ese lugar beatífico, porque no hay más lugar para él allí después de su caída. Se dice que fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el Seductor del mundo entero. Y sus Ángeles fueron arrojados con él, es decir, los que siguieron su camino.
Los distintos nombres que aquí se le da al Demonio nos introducen en el meollo de su actuación. Basta preguntarnos a nosotros mismos, y contestaremos que el Dragón echa fuego por la boca. Que la Serpiente es enroscada y venenosa.
Diablo, del griego “diabolos”, significa una mente doble y perversa.
Y el nombre de Seductor se le aplica porque aparece como “Ángel de luz”, presentando el mal como bien y viceversa, para confundirnos y hacernos caer.
El ángel es un ser personal, que subsiste en sí mismo, pero que recibe su existencia de parte de Dios. Lo mismo pasa con nosotros, que también somos personas.
Tratemos de sacar alguna enseñanza:
1. Sabemos lo que es echar fuego por la boca; más de una vez se lo atribuimos a alguna persona por sus expresiones, su enojo desordenado, sus insultos o sus críticas malsanas.
2. También sabemos lo que es ser enroscado o enroscada: Persona complicada, que no hace las cosas fáciles, que “puede salir por cualquier lado”, que dice algo y hace otra cosa, que no son claras sus intenciones, que es difícil de tratar.
3. ¿Y alguien venenoso o venenosa?: Es el que habla mal de otra persona, que denigra, que calumnia, que difama, que desprecia, principalmente con sus palabras.
De todos estos nombres del Demonio, que delatan su actuación furtiva y su psicología hostil, se desprenden tres consecuencias que vamos a analizar, para tratar de no entrar en su juego.
Estas consecuencias, fruto de su actuación en nosotros, son: (a) la murmuración, (b) la difamación y (c) la calumnia.
Son formas de matar o eliminar al otro, al que no queremos; nos convertimos en homicidas, y en seguidores del padre de los homicidas, Satanás (Jn . 8, 44).
a) Veamos el primero de ellos: La murmuración. Vayamos a su significación etimológica: Según el Larousse Universal, murmullo es “un ruido sordo y confuso que producen varias personas hablando al mismo tiempo”, y también “las aguas corrientes”, poniendo como ejemplo “el manso murmullo de un arroyo”. Pero si vamos directamente a “murmuración”, dice “crítica o maledicencia”. Ordenemos los términos, y digamos que la murmuración es cuando varias personas hablan de otra, como el murmullo de un río que arrastra sus piedritas, y es un ruido sordo porque no permiten que otras que no estén unidas a ellas participen o se enteren de lo que hablan. Si viene alguien ajeno al grupo, se callan, para ver el grado de involucración que demuestra el que se acerca. Consiste en hablar de otro u otros, pero mal. Y no de cosas desconocidas, sino conocidas por todos, y agrandándolas.
b) Distinta es la difamación. En este caso, los complotados en contra del ausente, hablan mal para hacerlo quedar aún peor, pero con cosas que no son conocidas por los presentes, sino sólo por el que las habla o algún otro.
c) La calumnia es lo más aberrante. Es decir a otro o a otros, con mentira, algo malo de alguien ausente.
Si no queremos entrar en componendas con el Demonio, no seamos caja de resonancia de sus nombres: 1. No echemos fuego por la boca como el Dragón. 2. No seamos enroscados y de intenciones poco claras como la serpiente. 3. No seamos venenosos cuando nos referimos a nuestro prójimo ausente.
En fin: No caigamos en la murmuración, en la difamación o en la calumnia, que cotidianamente nos son presentadas por el “seductor del mundo entero”.
La jerarquía angélica
Se suele enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se basa en los distintos
nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. Dentro de esta jerarquía ,los coros de ángeles superiores hacen participar a los inferiores de sus conocimientos.
Cada tres coros de ángeles constituyen un nivel jerárquico y todos ellos juntos forman la corte celestial.
I. Jerarquía Suprema:
– querubines
– serafines
– tronos
II. Jerarquía Media:
– dominaciones
– virtudes
– potestades
III. Jerarquía Inferior:
– principados
– arcángeles
– ángeles
Serafines
Son los "alabadores" de Dios. Serafín significa "amor ardiente". Los serafines alaban constantemente al Señor y proclaman su santidad.
Para apoyar esto, se puede leer Isaías 6,2.
Querubines
Son los "guardianes" de las cosas de Dios. Aparecen como los encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva al árbol de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus
revelaciones. "Se sienta sobre querubines".
Se habla de ellos en el Génesis, en el Éxodo, en la visión de Ezequiel (1,4) y en la carta a los hebreos (9,5).
Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y Dominaciones
En la Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del mundo angélico. San Dionisio interpreta los nombres de los diferentes grupos de ángeles como correspondientes a su
grado de perfección. Para San Gregorio estos nombres se refieren a su ministerio: los principados son los encargados de la repartición de los bienes espirituales; las virtudes son los
encargados de hacer los milagros; las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas; las dominaciones son los que participan en el gobierno de las sociedades, y los tronos son
los que están atentos a las razones del obrar divino.
Ángeles
Su misión es ayudar a los hombres a llegar a la salvación eterna, guiándolos y protegiéndolos de los peligros de alma y cuerpo.
Arcángeles
Les podríamos llamar los "asistentes" de Dios. Son ángeles que están al servicio directo del Señor para cumplir misiones especiales.
- Arcángel San Miguel: Es el que arrojó del cielo a Lucifer y a los ángeles que le
seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y demás demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener la victoria final. El nombre de Miguel significa
"quién como Dios". Su conducta y su fidelidad nos deben invitar a reconocer siempre el señorío de Jesús y a buscar en todo momento la gloria de Dios.
- Arcángel San Gabriel: En hebreo significa "Dios es fuerte", "fortaleza de Dios".
Aparece siempre como el mensajero de Yahvé para cumplir misiones especiales y como portador de noticias felices. Por ejemplo, anunció a Zacarías el nacimiento de Juan el Bautista, y a la
Virgen María la encarnación del Hijo de Dios.
- Arcángel San Rafael: Su nombre quiere decir "medicina de Dios". Tiene un papel muy
importante en la vida de Tobías al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo al arcángel Rafael sin saber que era un ángel enviado por el Señor. Él se
encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios. Y les dejó como mensaje bendecir y alabar a Dios, hacer siempre el bien y nunca dejar de orar.
Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus viajes por tierra y por mar. Es patrono de los médicos (enfermedades de cuerpo y alma) por las curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.
Mucha gente piensa en la Biblia como un libro enorme. Pero, en realidad, es una
biblioteca de libros.
¿Cómo se divide la Biblia? Bueno, obviamente, podemos dividir la Biblia por los libros.
Hay libros de historia, libros de poesía, cartas – muchos tipos de literatura.
Pero por lo general empezamos dividiendo la Biblia en dos partes: El Antiguo
Testamento y el Nuevo Testamento.
Todos los libros antes de Cristo son del Antiguo Testamento, y todos los libros después de
Cristo son del Nuevo Testamento.
¿Por qué un “Testamento”? Un testamento puede ser una especie de acuerdo – un
pacto. Dios hizo pactos con la gente en el Antiguo Testamento, como Noé (Génesis 6:18)
y con el pueblo de Israel (Éxodo 34:10).
Jesús habló de un “nuevo pacto”. El nuevo pacto es el perdón de los pecados por la
sangre de Jesús:
Y tomando una copa, y habiendo dado gracias, se la dio, diciendo: “Beban todos de ella;
porque esto es Mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón
de los pecados.”
(Mateo 26:27-28)
Hay muchas otras maneras de dividir la Biblia. Jesús divide el Antiguo Testamento de la
misma forma en que los Judíos de su tiempo lo hicieron. Hay tres partes:
1. La Ley: Los cinco libros de Moisés, y los primeros libros de la Biblia. También
conocido como la Torá o el Pentateuco.
2. Los Profetas: Los profetas y otros libros en la lista abajo.
3. Los Salmos: Los libros en el Antiguo Testamento empezando con los Salmos (en el
orden judío). También conocido como los Escritos.
Después Jesús les dijo: “Esto es lo que Yo les decía cuando todavía estaba con ustedes:
que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre Mí está escrito en la Ley de Moisés,
en los Profetas y en los Salmos.”
(Lucas 24:44)
La Ley:
Génesis
Éxodo
Levítico
Números
Deuteronomio
Los Profetas:
Josué
Jueces
I y II Samuel (son dos libros de Samuel el 1 y el 2)
I y II Reyes (son dos libros de Reyes el 1 y 2)
Isaías
Jeremías
Ezequiel
Oseas
Joel
Amós
Abdías
Jonás
Miqueas
Nahum
Habacuc
Sofonias
Hageo
Zecarias
Malaquías
Los Salmos:
Salmos
Proverbios
Job
Cantares
Rut
Lamentaciones
Eclesiastés
Ester
Daniel
Esdras
Nehemías
I & II Crónicas (son dos libros de Crónicas el 1 y el 2)
En el Nuevo Testamento, tenemos los cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas, Juan).
Después hay un otro libro histórico, Hechos.
Siguiente tenemos los Epístolas Paulinas (Romanos, 1Corinthios, 2Corinthions, Gálatas,
Efesios, Filipenses, Colosenses, 1Tesalonicenses, 2Tesalonicenses, 1Timoteo, 2Timoteo,
Tito, Filemón), y los Epístolas Generales (Hebreos, Santiago, 1Pedro, 2Pedro, 1Juan,
2Juan, 3Juan, Judas, Apocalipsis). A veces Apocalipsis (o Revelación) Se enumera por
separado como un libro apocalíptico o profético.
Nota el número delante indica la cantidad de libros con el mismo nombre que hay por
ejemplo 3Juan.
Para leer y estudiar la Biblia se utilizan los versículos por ejemplo Lucas 4: 1 al 13 o Lc4:1
significa que debo buscar el libro de Lucas y leer los versiculos del 1 al 13 como se indica
a continuación:
Lucas 4:1-13
Tentación de Jesús
(Mt. 4.1-11; Mr. 1.12-13) estas aclaraciones
quieren decir que si buscan en la Biblia en
Mateo 4. Versículos 1 al 11 y en Marcos 1 del
12 al 13 se hará referencia a este mismo
hecho. Cada uno de ellos lo contará según su
estilo.
4 1Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado
por el Espíritu al desierto
2 por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en
aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre.
3 Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que
se convierta en pan.
4 Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el
hombre, sino de toda palabra de Dios.
5 Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento
todos los reinos de la tierra.
6 Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de
ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy.
7 Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos.
8 Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito
está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás.
9 Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el pináculo del templo, y le
dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo;
10 porque escrito está:
A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden;m
11 y,
En las manos te sostendrán,
Para que no tropieces con tu pie en piedra. m
12 Respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu
Dios.
13 Y cuando el diablo hubo acabado toda tentación, se apartó de él por
un tiempo.
Antes de comenzar recuerda hacer las oraciones que hiciste en la primera clase y antes de
terminar no olvides de agradecer.
¿QUÉ NOS DICEN LAS ESCRITURAS ACERCA DE LOS ÁNGELES?
Los ángeles existen para ayudarnos y el auxilio recibido ha
sido siempre generoso y oportuno, cuando se llama a un
ángel no solo a nuestro guardián sino a uno de cualquier
categoría su emanación es inmediata, su presencia se
nota como un cambio en el ambiente que se suaviza, una
leve brisa que agita las cortinas, una sutil fragancia de
flores, una dulce melodía lejana, pero siempre nos traen
mensajes, avisos, que si agudizamos los
sentidos ,aprenderemos a reconocer.
Son servidores de Dios y su existencia está dedicada a
entonar himnos para alabar su gloria, cumplir su voluntad
y transmitir sus mensajes de allá para acá, al igual que los
humanos enviamos nuestras peticiones al creador de acá
para allá.
En documentos sagrados como la Biblia son mencionados
más de 400 veces, por ejemplo: en el Libro de las
Revelaciones (8:2) se dice: “Y vi a los siete ángeles, que
estaban de pie ante Dios”.
A continuación, veremos cómo son conocidos los ángeles
en las distintas culturas y religiones lo que demuestra que
en distintas circunstancias el hombre ha sentido su
presencia y lo plasmó en los distintos libros sagrados.
ISLAMISMO
En el islamismo se menciona a cuatro arcángeles o
malakhs: Miguel, Gabriel, Rafael y Uriel, uno más de los
que reconoce la iglesia católica. Están dedicados
únicamente a servir a Dios. Sus nombres son parecidos:
Jibril y Mikail, también están Azrail e Izrafil (Rafael) y
algunos menores como Rakib, Athid, Nakir, Munkar Harut
y Mankut, que tienen a su cargo más ángeles, mientras que
ocho sostienen el trono de Dios. Se dice que hay
mezquitas visitadas por 70 mil ángeles distintos cada día.
BUDISMO
En el budismo se les llama bodhisattvas, son personas
perfeccionadas a lo largo de su vida que ascienden al
nirvana, pero después de dedicar varias “vidas” al servicio
de la humanidad. El budismo japonés tiene a sus tennin, o
espíritus-ángeles.
Entre los hindúes, apsaras y devas se dedican a hacer
felices a las personas, ayudándolas, guiándolas,
acompañándolas, enseñándolas, protegiéndolas. Igual que
los ángeles de la cristiandad.
ZOROASTRISMO
Y 600 años antes de Cristo, el profeta persa Zoroastro
predicaba que los ángeles o farishtas eran servidores de
Dios, pero también intermediarios directos con los
hombres, recomendaba, sin embargo, tener mucho cuidado
porque había diferentes clases angelicales y no todos los
seres de luz eran bondadosos.
En el zoroastrismo que algunos consideran es la fuente
principal de la biblia, los ángeles de la humanidad son
yazatas y los más cercanos a cada persona se llaman
fravashi. En Persia, hoy Irán, se encuentra el Amesha
Spentas, que se cree es la alusión más antigua de
arcángeles, equiparados a deidades babilonias.
MANIQUEISMO(BABILONIA)
En Babilonia, el profeta Mani, creador del maniqueísmo,
enseñaba que cada persona tiene un ángel guardián
especial llamado al-Taum (el gemelo), pero solamente
podía ser conocido después de la muerte, cuando la
tomaba entre sus alas para llevarla al siguiente reino o
reencarnación.
LOS ESENIOS
Los esenios, una secta religiosa que existió en Qumran, no
muy lejos de Jerusalén, aparentemente quienes escribieron
los rollos del Mar Muerto y donde se dice que Jesús fue
educado durante los años de su desaparición, creían que
todos debemos comunicarnos con nuestros ángeles en la
mañana, para recibir guía y consejo y en la noche, para
hacer un recuento de lo aprendido y agradecer.
LOS GRIEGOS
Entre los griegos existían los daimones, una especie de
ángeles o seres creados por la divinidad, intermediarios
entre los dioses superiores y la raza humana (Eros).
También eran el alma inmortal de los antepasados quienes
siendo perfectos en el cielo podrían derramar
bienaventuranzas. Se creía igualmente que un daimon era
la voz de la propia conciencia.
En el Testamento Griego de Levi, parte de Los
Testamentos de los Doce Patriarcas, se dice que “Dios y
los arcángeles moran en el cielo más alto”.
SUMERIA
En Sumeria, está la representación más antigua de un
ángel, que data de seis mil años. Es una figura con alas,
vertiendo el agua de la vida en una copa. Algunos
esotéricos se atreven a decir que es la copa original luego
considerada como el Grial.
En diversas religiones, en diversas jerarquías, los nombres
más conocidos son los mismos y algunos adicionales:
Miguel, Rafael, Gabriel, Uriel, Raguel, Zerachiel,
Zachariel, Remiel, Chamuel, Zadquiel, Jophiel, Metatron.
En la iglesia católica, se reconoce como función principal:
“Adorad al Señor, ¡vosotros todos! ¡Oh ángeles suyos!» -
(Sal 96. 7). Y “Bendecid al Señor todos vosotros, oh
ángeles suyos, vosotros de gran poder y virtud, ejecutores
de sus órdenes, prontos a obedecer su voluntad”.
“Bendecid al Señor, todos vosotros que componéis su
celestial milicia. Ministros suyos que hacéis su voluntad”.
(Sal 102. 20,21)
Y SIN EMBARGO, EXISTEN
En el año 325 DC, el primer concilio ecuménico reconoció
la existencia de los ángeles, siendo tal la adoración de la
gente que decidieron prohibirlos. No fue sino hasta el
Concilio de Nicea (787 DC) que se determinó que “los
ángeles no eran del todo incorpóreos o invisibles, sino
dotados de un cuerpo delgado y caliente”
Este séptimo sínodo ecuménico confirmó la existencia
angelical, reconoció como válida la jerarquía creada por
Dionisio el Aeropagita hacía 300 años, conocido como
“seudo Dionisio”. Dionisio pensaba que los ángeles son
como motas de polvo de oro, plata o bronce. También,
como joyas rojas, blancas, amarillas y verdes.
La alemana Santa Hildegarda (1098-1179), decía ver
ángeles como estrellas rojas y blancas destellando en el
cielo en círculos concéntricos respetando las jerarquías,
pero creía que solamente las personas buenas tenían un
ángel guardián.
Entre los poetas, escritores y místicos de todos los
tiempos, las definiciones eran similares: Jacob Boheme, en
el siglo diecisiete pensaba que los ángeles eran como
flores, Thomas Traherne decía que eran como joyas
brillantes, Charles Baudelaire los ataviaba con túnicas
flotantes de color morado, dorado y malva.
El sacerdote Johan Tauler, por los años de 1330 decía que
los ángeles no tienes manos ni pies ni forma ni materia,
“solamente puede ser percibidos con los sentidos”.
John Dee (1527-1608), el famoso mago, decía tener
comunicación directa con el reino de la luz mediante
códigos secretos hablados y escritos, parte de ellos siguen
siendo empleados por la orden esotérica Golden Dawn.
El científico sueco Emmanuel Swedenborg (1688-1772),
dijo haber tenido pruebas de la existencia angelical por
haber estado con ellos en el cielo. Afirmaba que están por
millones y millones a nuestro alrededor, pero no podemos
verlos al no reflejar los rayos solares y su vibración es tan
alta que cuando se han aparecido en la Tierra, se ven como
lechosos o transparentes y en realidad lo que parecen alas
y aureolas son haces de energía brillante que los antiguos
no supieron interpretar porque no tenían forma de
describirlo o interpretarlo.
El poeta William Blake (1757-1827), también creía lo
mismo, que estamos en el reino de los ángeles, pero sin
darnos cuenta de que también hay ángeles malos. El
filósofo Rudolph Steiner (1861-1925) fundador de la
Sociedad Antroposófica, dijo haber estado con ángeles
desde la niñez cuando se hacen más presentes, pero que
están siempre disponibles al momento en que los
llamemos.
Steiner afirmaba que los seres de luz pertenecían a dos
elementos naturales. Los ángeles eran de agua. Los
arcángeles, de fuego. Miguel era un archai (así llamaba a
una tercera jerarquía) entre el aire del cielo y la tierra,
afanado en ayudar a la raza humana.
Y Billy Graham, el autor más conocido sobre angelología
escribió en 1975 sobre los “agentes secretos de Dios” cree
que podemos sentir a los ángeles y arcángeles, pero no a
los de categorías superiores, pues ni siquiera imaginamos
el nivel de altas vibraciones que los componen.
Luego de este pantallazo sobre la existencia angélica
veremos que dice la Iglesia Católica sobre ellos.
La existencia de los ángeles es una verdad de Fe.
San Agustín dice al respecto: “El nombre del ángel indica
su oficio, no su naturaleza. Si preguntas su naturaleza, te
diré que es espíritu, si tu preguntas por lo que hace, te
diré que es un ángel. (Sal. 103,1, 15). Con todo su ser, los
ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque
contemplan “constantemente el rostro de mi Padre que
está en los cielos” Mt 18,10), son “agentes de sus
órdenes, atentos a la voz de la palabra” (Sal 103, 20)
En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen
inteligencia y voluntad, son criaturas personales e
inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas
visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello.
ACLARACIÓN IMPORTANTE:
No podemos creer en los ángeles y no creer en Dios, ni en
Jesús, no podemos creer en los ángeles sin creer en la
Virgen María que es la reina de todos los ángeles.
En la New Age o Era de Acuario se quiere hacer ver a los
ángeles como seres dirigidos por nuestra voluntad, lo que
es una aberración y un sacrilegio. Los ángeles OBEDECEN
SIEMPRE A DIOS, INTERCEDEN POR NOSOTROS, LLEVAN
NUESTRAS SUPLICAS, ORACIONES Y PEDIDOS AL PADRE,
pero no podemos darles ordenes nosotros, no funciona
así el Reino Celestial. Por eso los llamados Decretos no
son favorables para nuestro desarrollo espiritual como
se supone, por ejemplo, dicen di esto cada día:
Yo decreto que mi ángel me hará rica y ganare mil
dólares o yo decreto que seré delgada a partir de hoy. Y
Dios dirá quién eres tú para decretar algo si nada en el
universo se mueve sin que se cumpla mi voluntad.
Jesús el Hijo de Dios, una de las tres personas de la
Santísima Trinidad, nos enseño a rezar diciendo: Padre
Nuestro, que estas en los cielos, santificado sea tu
nombre venga a nosotros tu reino, HAGASE TU
VOLUNTAD EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA. Y así
debemos orar y enseñar a otros, a hacerlo, que siempre
predomine la voluntad de Dios.
Si deseas aprender sobre los ángeles, debes buscar
fuentes para nutrir tus conocimientos, además del libro
"Creación del Mundo Angélico" y "Angeles en acción", que se encuentran en la Biblioteca de la página. La Santa Biblia es el mejor lugar para acercarnos a ellos.
Si no estas familiarizado con las escrituras te cuento que
se divide en dos grandes secciones: El Antiguo
Testamento son libros y cartas que recogen en
esencia las principales narraciones del inicio de los
tiempos según los judíos y los sucesos que
sacudieron al pueblo hebreo en Egipto.
Y el Nuevo Testamento que cuenta la vida de Jesús
desde su anunciación hasta su muerte y las cartas
que se enviaban los apóstoles. No están ordenadas
en forma cronológica y han sido una recopilación de
distintos libros escritos en aquellas épocas,
numerosos concilios han quitado secciones o libros y
sufren modificaciones a lo largo de la historia.
Por eso todas las Biblias no son iguales, algunas de
ciertas iglesias protestantes o cristianas no católicas
pueden tener diferencias, también depende de la
traducción realizada, etc.
NOTA: en la Biblioteca de la página encontrarás un ejemplar de la Biblia Católica para leer.
ESTE CURSO ES GRATUITO Y NO PUEDE SER VENDIDO NI COMPRADO EN NINGUNA CIRCUNSTANCIA.
INTRODUCCIÓN
A lo largo de mi vida hubo circunstancias que me hicieron creer y confiar en los Ángeles. Mi madre me enseñó a rezarles cada noche antes de dormir y a invocarlos para que me protejan durante el día.
Proveniente de una familia muy católica conocí desde temprana edad la vida de Nuestro Salvador y la anunciación del Arcángel Gabriel a la Virgen María. La lectura de las escrituras me confirmaba en muchos de sus pasajes la existencia de estos seres de luz.
Ellos han acudido en mi auxilio en graves accidentes automovilísticos donde mi familia y yo salvamos la vida de milagro. En uno de ellos, luego de desbarrancarse el auto donde mis hijas viajaban, la menor fue despedida por el parabrisas trasero, su cara quedó con miles de trocitos de vidrios clavados en su rostro y cayó sobre un montículo de tierra que sobresalía de una zanja que tenía más de un metro de profundidad llena de agua. Los bomberos la rescataron y el que la sacó del lugar me dijo: “parecía que una mano la colocó sobre la parte más alta de la tierra donde pudiera respirar, si caía en el agua se hubiera ahogado casi de inmediato porque estaba desmayada.”
Esa mano que la colocó con suavidad en un lugar seguro sin dudas fue su Ángel Guardián. La mayor salió ilesa solo con algunos moretones por el trompo que hizo el auto al desbarrancarse. Yo no viajaba con ellas, estaban con su padre. Fueron trasladadas a un hospital en medio de una zona rural donde casi no había muchos medios y mi hija fue operada de urgencia. Al ver los puntos de su rostro luego pensé que quedaría desfigurada por las numerosas cicatrices de los cortes. Después de unos largos días en ese lugar volvimos a nuestra casa y al llevarla a sacarle los puntos a otro sanatorio el medico que la atendió quedó asombrado de la forma en que fue suturada. Aunque es difícil de creer en ese pueblito perdido en medio del campo el médico de guardia que la operó era un cirujano plástico que hizo un trabajo maravilloso y apenas le quedaron unas leves cicatrices casi imperceptibles y hoy es una bella jovencita.
Y esto es solamente un hecho que les cuento entre tantos porque en verdad su ayuda es cotidiana, cada día hay un milagro que me dice que ellos están cuidando y protegiéndonos.
En agradecimiento a todo eso es que en 2003 comencé a estudiar sobre la Angelología, luego di clases, conferencias y ayuda espiritual angélica. En 2006 me consagré a la Virgen María y sentí como misión dar a conocer el gran amor que Nuestro Padre Celestial tiene por nosotros.
Hice blogs dedicados a la Virgen María, y a los Ángeles, y comencé a impartir en Internet cursos y charlas explicativas sobre quienes eran, cuál es su misión, como podemos acercarnos a ellos.
Soy actualmente profesora jubilada de Lengua y Literatura Española, Traductora e Interprete de Francés y catequista, este año acabo de terminar un curso como Formadora de Catequistas otorgado por el Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales para América Latina . Mis páginas y blogs forman parte de la red de Catholic Net ayudando con ellas a llevar el Evangelio a todas partes del mundo a través de Internet.
Mi formación con la Angelología Católica se basa en la Teología, los libros sagrados y la investigación de todos estos años.
Sobre los Ángeles se sabe poco, y lo que anda circulando por ahí no siempre es lo correcto hay mucha confusión al respecto. Se confunde a los Ángeles con hadas, delfos, e incluso he leído en algunas partes que son extraterrestres.
” LOS ÁNGELES UN REGALO DE DIOS”
¿Por qué decimos que los ángeles son un regalo de dios?
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que la existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe.
Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Como criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello. Cristo "con todos sus ángeles". Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen y más aún porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación.
Desde la creación y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización. Es el ángel Gabriel quien anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús.
Los ángeles: Mensajeros de Dios
I. Fundamento bíblico y teológico
La etimología de la palabra "ángel" procede del latín angelus, y este a su vez del griego ágguelos o mal'akj en hebreo, que quiere decir "mensajero" o "servidor" de Dios (Hebreos 1,7). El Papa San Pío X decía que "los ángeles son las criaturas más nobles creadas por Dios"; son inmortales, tienen voluntad propia, poseen conocimientos más amplios y su poder es muy superior a los hombres (Salmo 103,20; 2Pedro 2,11). Su apariencia puede ser como un relámpago, y sus vestiduras blancas como la nieve (Mateo 28,3); además están siempre en la presencia del Padre Eterno(Mateo 18,10), y constituyen su ejército celestial (Salmo 148,2). Sobre su número las Escrituras aclaran que son "millones de millones" (Daniel 7,10; Apocalipsis 5,11). Santo Tomás de Aquino enseñaba que los ángeles fueron creados antes que el hombre, porque un ángel rebelde a Dios, fue el culpable de la caída de nuestros primeros padres. Se admite entonces que el Padre del cielo los creó en un principio, cuando sacó de la nada el universo (Concilio de Letrán, 1215). Hay en estos seres espirituales tres instantes: su creación, la prueba de obediencia a que fueron sometidos por Dios, y el premio en el cielo para los ángeles buenos, y el castigo en el infierno para los ángeles malos.
San Gregorio Magno afirmaba que "casi todas las páginas de la revelación escrita, dan testimonio de los ángeles". En la Biblia se registran cerca de 400 veces; tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En la vida del Hijo de Dios, se encuentran desde su nacimiento en el portal de Belén, hasta su triunfante resurrección en Jerusalén, y regreso al cielo. Por eso, Cristo Jesús es superior a todos ellos (Hebreos 1,4), creados por él ( Colosenses 1,16); y sometidos bajo su autoridad y poder (1Pedro 3,22).
II. Los ángeles en las diferentes culturas y tradiciones
La tradición judeocristiana, y la misma historia universal dan testimonio de estos seres celestiales; en todos los países hablan en cierto modo de ellos desde hace más de cuarenta siglos atrás. Su existencia está atestiguada en el Islam, el hinduismo, el budismo, las religiones de la China, Indonesia, los Aztecas , los Incas, y en el Zoroastrismo . Asimismo, en las culturas ancestrales del Oriente como los Cananeos, Asirios; de los Sumerios hay un registro documentado que muestra una imagen de un ángel con aspecto humano y enormes alas que flota sobre la tierra. En el valle del Eufrates se halló una figura de un ángel que tiene 4.500 años, y en Babilonia y Egipto en las puertas de los templos y palacios, habían grandes esfinges de piedra de estos seres del cielo; con rostro humano, y alas, cuerpo y patas de animales como toro o león.
III. Diversas apariencias
En los viejos escritos en hebreo los ángeles carecían de alas, en el sueño de Jacob el observa una escalera que llegaba hasta el cielo, por la que subían y bajaban los mensajeros celestiales (Génesis 28,12); cuando juzgan necesario adoptan temporalmente figura humana, su hermosura física puede ser tan atractiva como la de aquellos dos ángeles que le advierten a Lot sobre el terrible castigo contra Sodoma y Gomorra. Todos los hombres, desde el más viejo hasta el más joven, rodearon la casa de Lot, y le gritaban: ¿Dónde están los hombres que vinieron a tu casa esta noche? ¡Sácalos, porque queremos acostarnos con ellos! (Génesis19, 4-5). Igualmente, al no tener sexo pueden verse en forma femenina, como la visión del profeta Zacarías (5,9). También San Juan Bosco en su autobiografía narra que desde los años 1854 a 1883, contó con la protección milagrosa de un enorme perro que el llamaba "Gris". Este lo salvaba de los continuos ataque criminales que era objeto el santo, aparecía y desaparecía súbitamente en diferentes regiones, nunca se le vio comer o beber agua, ni tampoco envejecer. Por eso el sabio Gheon escribe: "la providencia divina puede servirse de un perro, un ángel tiene la posibilidad de hacerse aparecer de cualquier forma". Más sorprendente aún, son los nuevos informes que se pueden relacionar con los ángeles; pues en el año 1962 el astronauta norteamericano John Glenn, mientras se encontraba en su cápsula en órbita alrededor de la tierra, relató haber visto algo así como un enjambre de luciérnagas luminosas por varios minutos. En 1982, los cosmonautas soviéticos de la estación espacial Salyut-7, presenciaron durante diez minutos a siete enormes seres con forma humana y alas inmensas. Dos semanas después, la tripulación de otra nave rusa, la Soyuzt-7, vivieron la misma experiencia.
IV. Misiones de Los Ángeles
Algunos padres de la iglesia como San Papías (discípulo del apóstol San Juan), hacia el año 130 d.C., o San Justino mártir (siglo II) y San Ireneo (135-202), identificaron cuatro misiones angélicas:
Son los ministros de Dios en el universo, se encargan del movimiento de los astros y los fenómenos de la naturaleza como las estaciones, la lluvia y el viento.
- Custodian las naciones del mundo (Daniel 10,13.21; 12,1).
- La protección y ayuda a los seres humanos con los "ángeles de la guarda" (Génesis 48,16; Salmo 34,7; 91, 10-11; Mateo 4,6; 18,10; Hebreos 1,14). Interceden por nosotros ante el trono divino (Job 33,23-24; Zacarías 1,12; Tobías 12,12). Al respecto, San Basilio agregaba: "Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlos a la vida". Se encuentran casos como San Juan de Dios, quien fue ayudado por un ángel cuando iba a caer al suelo llevando una pesada carga, o San Pío, el fraile capuchino estigmatizado, que mandaba a su ángel custodio para cumplir misiones especiales.
- El día del juicio final los ángeles del Señor serán los encargados de despertar a los muertos, y separar a los justos de los pecadores (Mateo 13,41; 16,27; 24,31; 25,1ss).
V. La Corte angélica
Sobre el origen de la corte angélica se remonta al monje sirio Dionisio Areopagita, del siglo VI; basándose en las cartas de San Pablo (Colosenses 1,16; Efesios 1,21)(39). Se describen nueve órdenes de ángeles en tres jerarquías, de mayor a menor tenemos:
- Los serafines, que rodean a Dios y viven en eterna alabanza; los querubines, guardianes de la gloria de Dios, y los tronos, sublimes y muy por encima de toda actitud terrena.
- Las dominaciones, que son los custodios del mundo; las virtudes, portadores de gracia y amor, y las potestades, que gobiernan las estrellas y la naturaleza.
- Los principados, que tienen la capacidad de guiar a otros hacia Dios; los arcángeles, reconocidos individualmente y hechos santos, y los ángeles, que están más cercanos a los hombres.
Esta clasificación fue aceptada por el Papa San Gregorio I, pero no se considera dogma de fe.
VI. Los tres arcángeles
Las Sagradas Escrituras mencionan a tres de estos seres celestiales con nombres propios:
SAN GABRIEL (Fuerza de Dios): Se sienta a la izquierda de Dios, Jefe de los querubines, es el ángel de la misericordia, la revelación y la muerte. En el Nuevo Testamento le comunica a Zacarías que sería el padre del precursor del Mesías (Juan Bautista) (Lucas 1,11-20), es el portavoz de la anunciación a María (26-30). Algunos teólogos piensan que fue el ángel que consoló a Jesús en el huerto del Gethsemaní (22,43), y el que toca la trompeta en el libro del Apocalipsis. Uno de los frescos más antiguos sobre este arcángel, se conserva en una capilla de la Vía Apia en Roma; probando así que desde el principio fue venerado en la Iglesia Católica. San Gabriel es también nombrado por los musulmanes, quienes creen que fue el mensajero celestial que sirvió como transmisor de la palabra de Alá, cuando dictó el libro del Corán a su profeta Mahoma.
SAN MIGUEL (Quién como Dios): Para los hebreos es el ángel protector frente al poderío de Persia y Grecia, antiguo patrono de la sinagoga. En la Iglesia de Oriente, así como entre los teólogos de Occidente, se nombra a San Miguel como virrey del cielo, príncipe de la luz, jefe de todos los ejércitos angelicales, custodio de la Iglesia Católica desde hace más de diez siglos, acompañante de las almas en la eternidad, y el ángel del juicio final (1Tesalonisense 4,16). Es además, el guerrero celestial que peleó con el Diablo encima del cuerpo de Moisés (Judas 9); y en el cielo contra el Dragón y sus ángeles rebeldes (Apocalipsis 12,7). Es pues, el símbolo del eterno triunfo de la luz sobre las tinieblas.
Este arcángel se ha manifestado en varias oportunidades. En Roma se representa en una estatua de bronce desde lo alto del castillo de Saint'Angelo, con resplandeciente armadura, en el acto de envainar su espada mientras contempla la Ciudad Eterna, cuando se posó durante una epidemia, en tiempos del pontificado de San Gregorio Magno en el año 590. Se le han construido enormes santuarios como en monte Saint Michel, en la costa francesa, coronado por una antigua abadía benedictina del siglo XI. El oratorio fue erigido en el año 709. El lugar era un pico que emergía sobre el bosque de ScissY; se afirma que inmediatamente después de haber cumplido monseñor Aubert con el mandato del arcángel, se produjo una tremenda marea que le dio al lugar su forma actual. Durante las cruzadas en Tierra Santa, eran frecuentes los relatos, contados incluso por los propios sarracenos sobre grandes ejércitos del cielo en ayuda de los templarios (monjes-guerreros), comandados por el propio San Miguel. Por un espacio de dos años, se apareció a Santa Juana de Arco, en compañía de Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita. El Papa León XIII compuso una oración invocando la protección del santo arcángel, que fue enviada a todos los obispos en 1886. Esta plegaria nació después que el Vicario de Cristo al terminar una misa , tuvo una visión de los espíritus infernales que se juntaban sobre la ciudad eterna de Roma.
SAN RAFAEL (Medicina de Dios): Es el guardián del árbol de la vida en el Edén (Génesis 3,24), y jefe del órden de las virtudes, es además el ángel de la providencia, que cuida a la humanidad y a los peregrinos. En el Antiguo Testamento le sirvió de guía a Tobías, indicándole como devolverle la vista a su padre Tobit en Nínive (11, 7-8). Es "uno de los siete ángeles que están al servicio del Señor y que puede entrar ante su presencia gloriosa" (12,15).
VII. Los ángeles en la Iglesia Católica
La Iglesia Católica celebra en su liturgia el 29 de Septiembre la fiesta de los Santos Arcángeles Gabriel, Miguel y Rafael; y el dos de octubre la de los Santos Ángeles de la Guarda.
Sin embargo en el libro de Enoc (uno de los tantos libros quitados de la Biblia luego de los concilios papales) nombra a 7 arcángeles, ellos son: Miguel, Rafael, Gabriel, Chamuel, Uriel, Zadquiel y Jofiel.
Sin embargo, en el año 745 un concilio provincial convocado por el Papa Zacarías los excluyó a 4 de ellos de esa jerarquía angelical. Más recientemente, la Congregación para el Culto Divino de la Santa Sede, ha prohibido darles nombres propios a otros ángeles; para no caer en la llamada "angeología", tan de moda con la "nueva era" o "era de acuario"; que indican como contactarse con estos "seres de luz" por medio de técnicas de espiritismo, juegos de cartas y libros de esoterismo.
Muchos libros de oraciones antiguos todavía tienen a estos Arcángeles, por eso muchas veces en la página los encontrarán en oraciones que son anteriores a estos concilios.
Los 72 ángeles de la Cabala o Kabalah: también es necesario que sepan que para La Cábala que es una doctrina mística de la religión judía, existen 72 ángeles y se dividen en Coros angélicos como en la religión católica.
VIII. Reflexión final
Juan Calvino (1509- 1564), uno de los padres de la reforma protestante, hizo una hermosa plegaria sobre los ángeles, que dice: "Como dispensadores de la providencia divina, nos guardan, interceden por nosotros, guían nuestros pasos y nos libran de todo mal".
El Papa Juan XXIII dice que nuestra fe nos enseña que ninguno de nosotros está solo, porque desde el mismo instante en que un alma es creada por Dios para un nuevo ser humano - especialmente desde que la gracia de los sacramentos lo envuelve con su luz inefable - un Ángel perteneciente a las santas falanges de los espíritus celestes, es llamado para permanecer a su lado durante todo su peregrinaje terrestre.
No debemos olvidar nunca la presencia de nuestro Ángel Guardián, de ese príncipe celeste, que jamás debe enrojecer por causa nuestra. El respeto por su presencia supone una continencia siempre respetuosa y deferente, un homenaje conforme a la dignidad del cristiano, Templo del Espíritu Santo, amigo de Jesucristo, admitido a la comunión del Cuerpo y Sangre divinos, después de haber sido regenerados por el agua del bautismo.
El Ángel Guardián no está solamente presente, sino que su compañía desborda de ternura y de amor, lo que requiere de parte nuestra, frente a ellos, un amor pleno de ternura; es decir, de devoción. La devoción agrega un elemento más a la piedad filial, incluso en aquella que practicamos y mostramos para con Dios. Una piedad devota quiere decir, una piedad delicada que conlleva la donación de toda el alma, de todo el corazón.
El Ángel de Dios está siempre con nosotros, con su solicitud y su afecto excepcional. Es necesario, por tanto, serle devoto. La devoción se actualiza en la práctica de la oración cotidiana, en la invocación al iniciar y al terminar la jornada, pero también a todo lo largo del día; especialmente cuando las cosas son un poco complicadas y difíciles.
Por todas estas cosas podemos decir que los ángeles son el regalo del amor de Dios, nos dio a estos seres de luz para que no estemos solos y podamos tener un pedacito de cielo al lado nuestro.
ORACIONES AL ANGEL DE LA GUARDA:
Oh Ángel Santo de mi guarda, a cuya custodia y protección con admirable providencia me encomendó el Altísimo desde el primer instante de mi vida: yo te doy gracias, Santo Ángel mío, por el cuidado que has tenido de mí, por la compañía que me has hecho y por haberme librado de los peligros de alma y cuerpo; por tanto, a ti me encomiendo de nuevo, oh glorioso protector mío: defiéndeme de mis enemigos visibles e invisibles, y ayúdame con tus santas inspiraciones, para que siendo fiel a ellas, logre gozar de tu compañía en la patria celestial. Amén.
(Padrenuestro)
OTRA ORACIÓN
Santo Ángel, mi consejero, inspírame;
Santo Ángel, mi defensor, protégeme;
Santo Ángel, mi fiel amigo, intercede por mí;
Santo Ángel, mi consuelo, confórtame;
Santo Ángel, mi hermano, defiéndeme;
Santo Ángel, mi maestro, instrúyeme;
Santo Ángel, testigo de todas mis acciones, purifícame;
Santo Ángel, mi auxilio, sostenme;
Santo Ángel, mi intercesor, intercede por mí;
Santo Ángel, mi guía, oriéntame;
Santo Ángel, mi luz, ilumíname;
Santo Ángel, que fuiste designado por Dios para guiarme, condúceme.
FECHA 25/9
EL REZO DEL SANTO ROSARIO
1. Hacer el signo de la cruz y rezar el símbolo de los apóstoles o el acto de contrición
2. Rezar el Padrenuestro
3. Rezar 3 Avemarías y Gloria.
4. Anunciar el primer misterio. Rezar el Padrenuestro.
5. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
6. Anunciar el segundo misterio. Rezar el Padrenuestro.
7. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
8. Anunciar el tercer misterio. Rezar el Padrenuestro.
9. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
10. Anunciar el cuarto misterio. Rezar el Padrenuestro.
11. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
12. Anunciar el quinto misterio. Rezar el Padrenuestro.
13. Rezar 10 Avemarías, Gloria y Jaculatoria.
14. Rezar la Salve.
ORACIONES DEL ROSARIO
SEÑAL DE LA CRUZ
+ (cruz en la frente) Por la señal de la Santa Cruz,
+ (cruz en la boca) de nuestros enemigos
+ (cruz en el pecho) líbranos Señor, Dios nuestro.
+En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
PADRENUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
AVEMARÍA
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
GLORIA
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
JACULATORIAS
Puede usarse una de estas dos:
• María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
• Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y guía todas las almas al Cielo, especialmente aquellas que necesitan más de tu misericordia. (Oración de Fátima).
SALVE
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración. Omnipotente y sempiterno Dios, que con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de la gloriosa Virgen y Madre María para que fuese merecedora de ser digna morada de tu Hijo; concédenos que, pues celebramos con alegría su conmemoración, por su piadosa intercesión seamos liberados de los males presentes y de la muerte eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.
MISTERIOS DEL ROSARIO
MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábado)
1. La Encarnación del Hijo de Dios.
2. La Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel.
3. El Nacimiento del Hijo de Dios.
4. La Purificación de la Virgen Santísima.
5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo.
MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes)
1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto.
2. La Flagelación del Señor.
3. La Coronación de espinas.
4. El Camino del Monte Calvario.
5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.
MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo)
1. La Resurrección del Señor.
2. La Ascensión del Señor.
3. La Venida del Espíritu Santo.
4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos.
5. La Coronación de la Santísima Virgen.
MISTERIOS LUMINOSOS (jueves) [1]
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán.
2. La Autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná.
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
4. La Transfiguración.
5. La institución de la Eucaristía.
________________________________________
1. Nuevos misterios propuestos por Juan Pablo II a la contemplación de los creyentes en la Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae" (16-10-2002.) Se llaman misterios de luz o misterios luminosos porque en su vida pública Cristo se manifiesta como misterio de luz: "Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo" (Jn 9, 5). Estos nuevos misterios se rezan el jueves, pasando la segunda contemplación de los misterios gozosos al sábado.
LAS PROMESAS DE LA VIRGEN A QUIEN RECE SU ROSARIO
Las quince promesas de la Virgen a quien reza el Rosario, las recoge el padre Livio Fanzaga con Saverio Gaeta en “Il Santo Rosario. La preghiera che Maria desidera” (El Santo Rosario. La oración que María desea, Sugarco edizioni)
El codificador más importante del Rosario fue el monje dominico Alan de la Roche, que murió en 1475 y está considerado el apóstol de la devoción por el Rosario en varios países de Europa.
En sus memorias, Alan narra que recibió directamente de la Virgen quince promesas válidas para todos los devotos del santo Rosario, aún hoy de gran actualidad y que manifiestan la intensidad del amor que la Virgen siente por todos nosotros.
Primera promesa
“A todos los que recen devotamente mi Rosario, prometo mi especial protección”.
Es una garantía que la Virgen ha repetido muchas veces, y que recuerda la antigua oración Sub tuum praesidium (Bajo tu amparo nos acogemos).
Segunda promesa
“El que persevere en el rezo de mi Rosario recibirá gracias poderosísimas”.
Tercera promesa
“El Rosario es un arma poderosa contra el infierno: destruirá los vicios, librará del pecado y abatirá las herejías”.
Se trata de una promesa muy particular: aunque no se nombra a Satanás, se habla de la lucha contra el infierno.
Cuarta promesa
“El Rosario hará florecer de nuevo las virtudes y las obras buenas, y obtendrá a las almas la más abundante misericordia de Dios”.
Esto nos impulsa a comprender que el Rosario rezado con María hace florecer en nosotros la vida y la imagen de la Virgen.
Quinta promesa
“El que confíe en mí rezando el Rosario no será oprimido por las adversidades”.
Satanás por una parte nos persigue y por la otra nos seduce, utilizando siempre su arma más insidiosa que es el desánimo. María se pone a nuestro lado y nos asegura que el que reza el Rosario encontrará siempre cerca su corazón maternal, dispuesto a sostenernos y a ayudarnos.
Sexta promesa
“Quien rece el Rosario meditando sus misterios no será castigado por la justicia de Dios: se convertirá si es pecador, crecerá en gracia si es justo y será hecho digno de la vida eterna”.
Con estas palabras se subraya que el Rosario traza una vía de santidad porque, rezado con María, hace que seamos guiados por ella. La Virgen ilumina el camino.
Séptima promesa
“Los devotos de mi Rosario, en la hora de la muerte, no morirán sin sacramentos”.
Viene a la mente una página de san Alfonso María de Ligorio, en su obra de arte “Las glorias de María“, donde se dice que en el momento de la muerte, cuando los demonios se coaligan en el intento de llevar el alma a la desesperación, la Virgen debe ser invocada en la oración.
Octava promesa
“Los que rezan mi Rosario encontrarán, durante la vida y en la hora de la muerte, la luz de Dios y la plenitud de sus gracias, y participarán de los méritos de los bienaventurados en el paraíso”.
Novena promesa
“Cada día libraré del purgatorio a las almas devotas de mi Rosario”.
Por varias revelaciones privadas, en las que la Virgen se presenta como Reina del purgatorio y Reina de las almas purgantes, sabemos que la Virgen ha obtenido de Dios gracias especiales al respecto.
Décima promesa
“Los verdaderos hijos de mi Rosario gozarán de una gran gloria en el cielo”.
¿De qué gloria está hablando María? De la gloria de la que está revestida ella misma, haciendo reflejar en ellos su propia imagen, su propio fulgor.
Undécima promesa
“Todo lo que se pida mediante el Rosario será obtenido”.
Es la promesa de la intercesión más plena, que comprende en particular la gracia de la conversión.
Duodécima promesa
“Los que propaguen mi Rosario serán socorridos por mí en cada una de sus necesidades”.
Una referencia que podría referirse por ejemplo a los misioneros y misioneras que se empeñan de varias formas para difundir esta devoción, creando confraternidades, animando grupos de oración, difundiendo los rosarios.
Décimo tercera promesa
“He obtenido de mi Hijo que todos los devotos del Rosario tengan como hermanos en la vida y en la hora de la muerte a los santos del cielo”.
María, lo sabemos, es la Reina de todos los santos, y en el momento de la muerte, ella misma viene con todos los santos para hacernos partícipes de su comunión.
Décimo cuarta promesa
“Los que reciten mi Rosario fielmente serán todos hijos míos amadísimos, hermanos y hermanas de Jesús”.
Rezando el santo Rosario nos profesamos hijos de María. Por ello ella se manifestará a nosotros como Madre y así tendremos un lugar especial en su corazón maternal y bajo su manto.
Décimo quinta promesa
“La devoción a mi Rosario es un gran signo de predestinación”.
Ninguno de nosotros está seguro de ir al paraíso o al purgatorio, aunque obviamente todos esperamos no ir al infierno.
DEVOCIÓN DE LAS TRES AVEMARÍAS
Preocupada la religiosa benedictina que luego fue Santa Matilde por el buen fin de su vida, rogó insistentemente a la Virgen Santísima "que la asistiera a la hora de la muerte"; y acogiendo benignamente su súplica, la Madre de Dios se manifestó a la implorante, diciéndole:
"Sí que lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías, conmemorando, en la primera, el Poder recibido del Padre Eterno; en la segunda, la Sabiduría con que me adornó el Hijo; y, en la tercera, el Amor de que me colmó el Espíritu Santo".
Y esta promesa se extendió en beneficio de todos cuantos ponen en práctica ese rezo diario de las tres Avemarías.
La practica de esta devoción no puede ser ni más fácil, ni más breve. Fácil es, porque se concreta a rezar todos los días tres Avemarías agradeciendo a la Santísima Trinidad los dones de Poder, Sabiduría y Amor que otorgó a la Virgen Inmaculada, e instando a María a que use de ellos en auxilio nuestro.
Modo de practicar esta devoción:
Todos los días, rezar lo siguiente:
¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal!
1- Por el Poder que te concedió el Padre Eterno. (rezar un Avemaría)
2- Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (rezar un Avemaría)
3- Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (rezar un Avemaría)
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Fue la misma Santísima Virgen la que dijo a Santa Gertrudis que "quien la venerase en su relación con la Beatísima Trinidad, experimentaría el poder que le ha comunicado la Omnipotencia del Padre como Madre de Dios; admiraría los ingeniosos medios que le inspira la sabiduría del Hijo para la salvación de los hombres, y contemplaría la ardiente caridad encendida en su corazón por el Espíritu Santo".
Refiriéndose a todo aquel que la haya invocado diariamente conmemorando el poder, la sabiduría y el amor que le fueron comunicados por la Augusta Trinidad, dijo María a Santa Gertrudis que, "a la hora de su muerte me mostraré a él con el brillo de una belleza tan grande, que mi vista le consolará y le comunicará las alegrías celestiales".
María renueva su promesa de protección:
Cuando Sor María Villani, religiosa dominica (siglo XVI), rezaba un día las tres Avemarías, oyó de labios de la Virgen estas estimulantes palabras:
"No sólo alcanzarás las gracias que me pides, sino que en la vida y en la muerte prometo ser especial protectora tuya y de cuantos como tú PRACTIQUEN ESTA DEVOCIÓN"
También dijo la Santísima Virgen: “La devoción de las tres Avemarías siempre me fue muy grata... No dejéis de rezarlas y de hacerlas rezar cuanto podáis. Cada día tendréis pruebas de su eficacia...”
Invitación: Muchos me preguntan dónde ir para rezar por las intenciones de otros hermanos que así lo solicitan, aquí les dejo algunos links para que puedan hacerlo:
https://www.facebook.com/groups/grupodeoracionemisariosdemaria/ (este es uno de mis grupos en Facebook)
https://www.mayfeelings.com/home.php
, este es el lugar donde todos los católicos del mundo se unen para rezar por otros, se abre una cuenta similar a Facebook y ahí se hacen y reciben peticiones. Si me buscan allí pueden encontrarme con mi nombre y apellido.
Este Taller de Oración ha querido ser una herramienta para que cada uno de ustedes pueda experimentar y vivenciar ese esperado encuentro con lo sagrado y superior. Esto es lo básico, luego cada uno irá desarrollándose en la Fe, la confianza y el Amor hacia Dios y la Virgen, los santos y los ángeles.
Les deseo que una lluvia de bendiciones y que puedan fortalecerse en la fe y la obras,
NELIDA LILIANA VIEYRA
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QUINTA ENTREGA
FECHA:24/9/21
“La oración es tratar de amor con quien nos ama” (Sta. Teresa), es buscar Aquel que nos busca. Cuando Jesús le dice a Pedro: “Simón, ¿tú duermes?, ¿no has podido velar conmigo una hora?” (Mc 14,37), podemos confirmar que Cristo nos busca, toca la puerta de nuestro corazón y espera que hablemos con Él. Son palabras que son “suaves en su sonido, pero penetran como el pinchazo de un aguijón” (Sto. Tomás Moro). ¿Cómo es posible que Pedro, su apóstol, su gran amigo, el primer Papa se haya dormido ante el dolor y sufrimiento de Cristo horas antes de la Pasión? Jesús no busca nada para Él, sólo piensa en el bien de Pedro y le aconseja: “vigilad y orad para que no caigáis en la tentación”.
Cada uno de nosotros nos podemos identificar con Pedro. ¿Quién de nosotros no ha ofendido a Cristo? Escuchemos a Jesús diciéndonos esas mismas palabras: vigilad y orad. Nos dice que recemos constantemente. No sólo presenta la oración como utilidad, sino como algo necesario para nuestra vida. Y cabe preguntarnos: ¿cómo es nuestra oración?, ¿la tengo realmente como algo necesario, como prioridad en mi día a día?
Los beneficios de la oración son muchos. Nos une más a Dios, nos ayuda a conocerlo y por lo tanto, a amarle más. Nos ayuda a escucharle y ver cuál es la voluntad de Él para nosotros. Cuando hablo de voluntad de Dios no sólo me refiero a lo que Él quiere que seamos, sino lo que Dios quiere que hagamos en cada momento. La oración es tomar decisiones con Dios. Es como cuando nos acercamos a un amigo para pedirle consejos al no saber cómo reaccionar o qué decidir frente a un problema o acontecimiento. ¿Qué quiere Dios de mí?, ¿qué quiere de esto?, ¿cómo quiere que reaccione?, ¿qué quiere que haga? La oración nos ayuda también a desapegarnos de las cosas materiales y enfocar nuestra mirada en lo sobrenatural (lo único necesario para la felicidad). Nos ayuda también a pensar, actuar y amar más a como Dios piensa, actúa y ama. Todo esto lo vemos reflejado en María, nuestra madre. Ella acepta ser madre de Dios en oración y es capaz de ponerse en sus manos: “hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1). Cuando dice esto no tiene un futuro claro, no sabe qué va a pasar, ni cómo acontecerá todo lo que el ángel le ha anunciado, pero ella, mujer de oración, confía en Dios y se lanza con gran confianza a un sí de amor y dispuesta a cumplir lo que Dios le pide.
En la oración cristiana encontramos 5 formas de hacer oración.
Está la oración de Bendición, que es pedir a Dios que nos llene de gracias. Toda bendición procede de Dios. Un padre de familia puede trazar la señal de la cruz en la frente de su hijo. Dios ve ese gesto y bendice. Pero el sacerdote, gracias a su ministerio, bendice expresamente en nombre de Jesús.
Otra forma de oración es la Adoración, es reconocer humildemente al Todopoderoso. Cuando adoramos a Dios nos damos cuenta de su poder, grandeza y santidad.
También tenemos la oración de Petición, con la cual le rogamos a Dios las cosas que necesitamos. Sabemos que Él lo sabe todo, pero de igual forma Él quiere que le pidamos con insistencia, con fe y estando abiertos a lo que Dios vea mejor para nosotros. Por ejemplo, Dios veía y sabía cómo su pueblo Israel sufría en el desierto, pero no actuó antes de haber escuchado el grito de su pueblo. Grito que significa oración, petición, aclamación a Dios.
Otro tipo de oración de petición es el de la intercesión. Rezar por los demás. Acordémonos todos los días de ganar gracias y pedir por los que nos rodean. Cuando vemos un accidente, por ejemplo, ¿suelo rezar por la pronta recuperación del afectado? Cuando veo a un mendigo pidiendo limosna, ¿rezo por él? Cuando veo a alguien que ofende a Cristo, ¿rezo? ¿O me contento con juzgarlo internamente?
Otra oración es el de Acción de gracias. Como diría san Pablo: ¿tienes algo que no hayas recibido? Todo lo que tenemos lo hemos recibido de Dios. Podemos pensar que hay cosas que las tenemos gracias a nuestro esfuerzo, está claro, pero ¿quién nos dio la voluntad para esforzarnos?, ¿quién nos dio los pies, las manos, la inteligencia, para conseguir lo deseado? Agradecer a Dios significa amar y ser humildes al darnos cuenta que somos su criatura.
Y, por último, está la oración de Alabanza. Sabemos que Dios no necesita aplausos, pero nosotros sí necesitamos reconocerle como Dios. Debemos demostrar nuestra alegría de ser hijos de Dios.
Invitémonos a reforzar nuestra oración con Dios, nuestro diálogo con Él. Aprendamos a saber “perder tiempo con Dios”, a reservar tiempo para la oración cada día. Cuesta creerlo al inicio y sólo se confirma cuando se realiza, pero cuando uno es capaz de ir a Adoración 30 minutos cada día, a pesar del trabajo que uno tenga, de lo agobiado que uno esté por intentar sacar los pendientes, Dios no deja de bendecir. Vamos a la oración a pedir a Dios su bendición, a adorarle, a pedirle lo que necesitamos, a pedir por los demás, a darle gracias y a alabarle. Cuando uno es capaz de dejar tiempo para eso cada día vivimos mucho más tranquilos, más serenos y sin duda, nos irá mejor.
El Silencio en la Oración
El tipo de oración que se realiza expresa la posición fundamental del alma: está centrada en sí misma o Dios ocupa el centro de su vida y su ser.
De la oración de Petición al amor por el silencio
Si preguntamos qué es la oración, recibiremos respuestas como: “orar es hablar con Dios” u “orar es amar a Dios”. En realidad, la vida de oración es un proceso por el que el alma, en su relación con Dios, camina desde un hablar con Él hasta un vivir en el amor de Él. Este proceso es posible gracias a la virtud del silencio.
La oración de petición
El evangelio nos ofrece variadas oraciones dirigidas a Jesús. En su gran mayoría las personas son las que hablan al Señor pidiendo favores. También en el tipo de peticiones se da ya una graduación. El leproso busca un bien para sí mismo: se acercó a Jesús pidiendo que le curase; ligeramente diverso es el buen ladrón quien suplica, también para sí, un bien sobrenatural: “acuérdate de mí cuando llegues a tu reino”. Otros salen de sí mismos y piden por otros, como Jairo que pide la salud de su hija; o, mejor aún, la mujer cananea que pide salud espiritual para su hija poseída por el demonio.
Lucas, en una de sus parábolas, nos presenta un fariseo. Éste ya no pide favores, sino que da gracias por todos los beneficios concedidos por Dios. Es un paso más, pero no exento, como expresa el texto, de cierto orgullo, signo también de estar, todavía, muy centrado en sí mismo. En la misma parábola, aparece el publicano que pide, también pide, a Dios el perdón de sus pecados: “ten compasión de este pecador”.
En todas estas oraciones evangélicas es el hombre o la mujer quienes hablan a Dios; le suplican, cierto, porque saben que el amor divino es dadivoso. Pero sus oraciones están centradas en ellos mismos, sea porque piden un bien para ellos, sea, sobre todo, porque son ellos los que expresan su querer y voluntad, en espera que Dios se adecue a sus deseos.
La oración de petición agrada a Dios
No se duda que este tipo de oración sea necesaria. Cristo, en sus parábolas del amigo y de la viuda inoportuna, enseñó a orar de este modo: “pedid y se os dará”, pues Dios “¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?”. Las palabras perseverantes de quien ora expresan amor, amor a sí mismos y a los demás, amor a los dones de Dios y, sobre todo, confianza en el amor del Señor. Pero no deja de ser una oración cuyas peticiones y palabras están centradas en el orante. Es necesario, pues, hacer silencio de palabras en la oración.
El silencio también es petición
El evangelio ofrece otras oraciones en las que, sin mediar palabras, Cristo responde con amor. Los portadores del paralítico no hicieron petición alguna; ellos tenían bien claro que, si Cristo veía a su amigo impedido, lo sanaría. Similar es el gesto de la hemorroisa; no pide nada, solo persevera, como en el caso del paralítico, hasta tocar el manto y, con el manto, el corazón de Jesús, un corazón que sabe lo que hay en el interior de cada persona. También estas actitudes, en el silencio de las palabras, son oración, escuchada por Dios. Oración que implica más amor porque, esperando un beneficio del Señor, el propio amor no impone, no indica, no sugiere a Dios qué hacer, deja que sea Él quien, en su amor, obre lo mejor para uno.
Otro hecho, similar a los anteriores, es el de la pecadora que, con sus lágrimas, baña a Jesús y lo rocía con sus perfumes. La mujer busca el perdón, pero no se atreve a pedírselo. No obstante, Cristo escucha su oración silenciosa. Mayor silencio aún es la vivida por la adúltera. Con su silencio, presenta ante el Señor su gran verdad: es una pecadora. Ambas mujeres aman, quieren seguir amando. Pero ahora son conscientes que, en sus expresiones de amor, en sus palabras y obras, se han buscado a sí mismas. Por lo tanto, deciden silenciar, dejando que sea el amor de Dios quien obre y transforme sus vidas.
Necesitamos cultivar este tipo de oración. Oración en la que se hace silencio de palabras, en la que nuestro amor no pide ni exige nuestro propio querer, seguros de que el amor de Dios nos otorgará lo que necesita nuestro corazón.
CUARTA ENTREGA:
FECHA: 23/9/21
ORAR ES ALGO SENCILLO
Cuando hoy se nos recomienda tanto y tanto la oración, ¿en qué pensamos y cómo
nos imaginamos que debemos orar? Eso de rezar, ¿es una ciencia esotérica, reservada para unos pocos? Por el contrario, ¿es una cosa fácil, que puede hacer cualquiera? ¿Y cuál es la mejor manera
de rezar?...
Si Jesús insiste tanto en el Evangelio sobre la oración, tenemos que decir que es una cosa demasiado importante. Y si es tan necesaria a todos, por fuerza Dios la ha hecho fácil y al alcance de
cualquiera. Reflexionamos hoy sobre la oración en la vida cotidiana. El que reza es como un enamorado:
lleva siempre en el corazón a la persona amada, vaya donde vaya. Por eso, podemos rezar en cualquier momento, en los acontecimientos de cada día: en la calle, en la oficina, en el tren; con
palabras o en el silencio de nuestro corazón. Incluso un pensamiento aparentemente “profano” puede estar impregnado de oración. El Espíritu del Señor siempre se nos ofrece para que brote el
diálogo con Él.
La oración nos va transformando: calma la ira, mantiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza de perdonar. En la oración se nos concede la gracia para afrontar cada día con esperanza y valentía, como llamadas de Dios y ocasiones para encontrarnos con Él. Además, la oración nos ayuda a amar a los demás, conscientes de que todos somos pecadores y, al mismo tiempo, amados personalmente por el Señor. Somos seres frágiles, pero sabemos rezar: esta es nuestra mayor dignidad.
Por tanto, recemos por todo y por todos: por nuestros seres queridos, y también por las personas que no conocemos, incluso por nuestros enemigos. Recemos especialmente por los que más sufren a causa del dolor y la enfermedad, de la soledad y la precariedad. Rezando y amando así este mundo, amándolo con compasión y ternura, como Jesús, descubriremos que cada día lleva escondido en sí un fragmento del misterio de Dios.
Y ahí continúa el diálogo con Dios: quien reza es como el enamorado, que lleva siempre en el corazón a la persona amada, donde quiera que esté.
De hecho, todo es asumido en ese diálogo con Dios: toda alegría se convierte en motivo de alabanza, toda prueba es ocasión para pedir ayuda. La oración está siempre viva en la vida, como una brasa, también cuando la boca no habla pero habla el corazón. Todo pensamiento, hasta el aparentemente “profano”, puede ser impregnado de oración. También en la inteligencia humana hay un aspecto orante; es como una ventana asomada al misterio: ilumina los pocos pasos que están delante de nosotros y después se abre a toda la realidad, realidad que la precede y la supera. Este misterio no tiene un rostro inquietante o angustiante, no: el conocimiento de Cristo nos hace confiar en que allí donde nuestros ojos y los ojos de nuestra mente no pueden ver, no está la nada, sino alguien que nos espera, una gracia infinita. Y así la oración cristiana infunde en el corazón humano una esperanza invencible: cualquier experiencia que toque nuestro camino, el amor de Dios puede convertirlo en bien.
Al respecto, el Catecismo dice: «Aprendemos a orar en ciertos momentos escuchando la Palabra del Señor y participando en su Misterio Pascual; pero, en todo tiempo, en los acontecimientos de cada día, su Espíritu se nos ofrece para que brote la oración. […] El tiempo está en las manos del Padre; lo encontramos en el presente, ni ayer ni mañana, sino hoy» (n. 2659). Hoy encuentro a Dios, siempre está el hoy del encuentro.
No existe otro maravilloso día que el hoy que estamos viviendo. La gente que vive siempre pensando en el futuro −“Bueno, el futuro será mejor…”− pero no asume el hoy como viene, es gente que vive en la fantasía, no sabe aceptar lo concreto de la realidad. Y el hoy es real, el hoy es concreto. Y la oración sucede en el hoy. Jesús nos sale al encuentro hoy, este hoy que estamos viviendo. Y la oración transforma este hoy en gracia, o mejor, nos transforma: apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar. En algún momento nos parecerá que ya no somos nosotros los que vivimos, sino que la gracia vive y actúa en nosotros mediante la oración. Y cuando nos venga un pensamiento de rabia, de descontento, que nos lleve a la amargura, detengámonos y digamos al Señor: “¿Dónde estás? ¿Y adónde estoy yendo yo?”. El Señor está ahí, el Señor nos dirá la palabra justa, el consejo para ir adelante sin este zumo amargo de lo negativo. Porque la oración siempre, usando una palabra profana, es positiva. Siempre. Te lleva adelante. Cada día que empieza, si es llevado a la oración, va acompañado de valentía, de forma que los problemas que afrontamos no sean un estorbo a nuestra felicidad, sino llamadas de Dios, ocasiones para nuestro encuentro con Él. Y cuando uno es acompañado por el Señor, se siente más valiente, más libre, e incluso más feliz.
Por tanto, recemos siempre por todo y por todos, también por los enemigos. Jesús nos aconsejó: “Rezad por vuestros enemigos”. Recemos por nuestros seres queridos, pero también por los que no conocemos; incluso por nuestros enemigos, como he dicho, como a menudo nos invita a hacer la Escritura. La oración dispone a un amor sobreabundante. Recemos sobre todo por las personas infelices, por los que lloran en la soledad y dudan de que todavía haya un amor que late por ellos. La oración hace milagros; y entonces los pobres intuyen, por la gracia de Dios, que, también en esa situación suya de precariedad, la oración de un cristiano hace presente la compasión de Jesús: Él miraba con gran ternura a la multitud cansada y perdida como ovejas sin pastor (cfr. Mc 6,34). El Señor es −no lo olvidemos− el Señor de la compasión, de la cercanía, de la ternura: tres palabras para no olvidar nunca. Porque es el estilo del Señor: compasión, cercanía, ternura.
La oración nos ayuda a amar a los demás, a pesar de sus errores y pecados. La persona siempre es más importante que sus actos, y Jesús no juzgó al mundo, sino que lo salvó. Es fea la vida de las personas que siempre están juzgando a los otros, siempre condenando, juzgando: es una vida fea, infeliz. Jesús vino a salvarnos: abre tu corazón, perdona, justifica a los demás, entiende, sé tú también cercano a los otros, ten compasión, ternura como Jesús. Es necesario querer a todos y cada uno recordando, en la oración, que todos somos pecadores y al mismo tiempo amados por Dios uno a uno. Amando así este mundo, amándolo con ternura, descubriremos que cada día y cada cosa lleva escondido en sí un fragmento del misterio de Dios.
Escribe también el Catecismo: «Orar en los acontecimientos de cada día y de cada instante es uno de los secretos del Reino revelados a los “pequeños”, a los servidores de Cristo, a los pobres de las bienaventuranzas. Es justo y bueno orar para que la venida del Reino de justicia y de paz influya en la marcha de la historia, pero también es importante impregnar de oración las humildes situaciones cotidianas. Todas las formas de oración pueden ser la levadura con la que el Señor compara el Reino» (n. 2660).
El hombre −la persona humana, el hombre y la mujer− es semejante a un soplo, como una brizna de hierba (cfr. Sal 144,4; 103,15). El filósofo Pascal escribía: «No es necesario que el universo entero se arme para aplastarlo: un vapor, una gota de agua bastan para matarlo» (Pensamientos, 186). Somos seres frágiles, pero sabemos rezar: esa es nuestra dignidad más grande, también nuestra fortaleza. Ánimo. Rezar en cada momento, en cada situación, porque el Señor está cerca de nosotros. Y cuando una oración es según el corazón de Jesús, obra milagros.
Nosotros nos perdemos en nuestra relación con Dios porque complicamos las cosas.
Y la
oración, como nos dijo de una manera inolvidable Teresa de Jesús, no es más que tratar de amistad con Aquel que sabemos que nos ama.
¡De amistad! ¡Qué expresión tan bella! Tratar a Dios como un amigo, ya que Dios se ha hecho en Jesús esto: un amigo nuestro al hacerse como uno de nosotros.
TALLER DE ORACION TERCER ENTREGA
¡Comenzar con la oración de hoy!
Ponerse en presencia de Dios
-Ponte en presencia de Dios
-Date cuenta de que Él está allí; Él te mira, te conoce, te penetra con su luz
-Date cuenta de que todo esto es muy importante porque orar es unirse con Dios que está presente delante de nosotros en estos momentos...
-Si no se establece esta relación de unión con Dios, no es oración cristiana
La oración se inicia con una invocación al Espíritu Santo
-Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
-Envía tu Espíritu Creador. Y renueva la faz de la tierra.
-Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Actos preparatorios
Acto de fe:
Señor, creo que tú estás aquí, dentro de mí. No te veo, ni te oigo, ni te siento, pero creo que sí estás realmente aquí. No hay ningún rincón de mi cuerpo o de mi alma escondido para ti, pues tú me penetras totalmente con la luz de tu inteligencia. Creo todo lo que tú me enseñas por medio de tu Palabra y por medio de la santa Iglesia Católica.
Acto de esperanza:
Confío en tí, Señor. Sé que miles de personas confían en otras cosas como dinero, prestigio, posición social, sus propias cualidades.... Pero yo confío únicamente en ti. Sé que nunca me vas a fallar y que siempre eres fiel. Espero en ti para la salvación de mi alma y que me darás todo lo necesario para alcanzar la vida eterna.
Acto de caridad:
Te amo, Señor, porque eres infinitamente amable. Quiero amarte con toda mi inteligencia, con toda mi voluntad, con todo mi corazón y con todas mis fuerzas. Quiero amarte como tú me amaste, con un amor hecho de esfuerzo y entrega. Te ofrezco esta meditación como una manifestación de mi amor. Quédate conmigo durante la meditación y durante toda mi jornada.
Acto de humildad:
Me doy cuenta, Señor, que no soy nada. Soy lo que soy delante de tí. No soy más porque los hombres me alaben, o menos porque me vituperen. Ayúdame a darme cuenta de mi miseria física, moral y espiritual. Si produzco fruto en mi vida es porque tú me das tu gracia. Perdóname mis pecados, que son muchos. He traicionado tu amor tántas veces...
Acto de entrega:
Yo me consagro una vez más a tí, Señor. Aquí tienes mi boca para hablar las palabras que tú quieres que hable; tienes mis pies para llevarme a donde tú quieres que vaya; tienes mi mente para que piense lo que tu deseas que piense. Te ofrezco mi corazón para que tú ames en mí a todos los hombres con los cuales me encuentre hoy.
Acto de gratitud:
Te agradezco, Señor, por haberme creado, por haberme llamado a la fe católica. Te agradezco especialmente por todas las veces que me protegiste y no me dejaste caer en pecado. Te agradezco, de antemano, el fruto que deseo sacar en esta meditación.
Test: Aquí te dejo algunas preguntas para que respondas así sabrás cómo es tu relación con la oración. Piensa, medita, conócete.
1. ¿Mi oración es un coloquio con Dios y una unión con Cristo y la Virgen?
2. ¿Me cuesta orar?
3. ¿Sé buscar la hora oportuna y el lugar adecuado para hacer oración?
4. ¿Es mi postura correcta para estar hablando con mi Creador?
5. ¿Trato de no distraerme voluntariamente durante mi oración?
6. Cuando la distracción es involuntaria, ¿sé volver a empezar?
7. ¿Sé vencer la flojera, el cansancio, la falta de tiempo, los pretextos que yo mismo me pongo?
8. ¿Hago oración, aunque me cueste?
9. ¿Es para mí la oración una necesidad íntima?
10. ¿Trato día con día de orar mejor?
11. ¿Trato de profundizar en las frases en vez de conformarme con sólo leerlas?
12. ¿Escojo para meditar lo que me va a ayudar a cambiar mi vida?
13. ¿Pido consejo espiritual cuando me cuesta la oración mental?
14. ¿Hago mi oración con fe en Jesucristo para ir conociéndolo o amándolo cada vez más?
15. ¿Sé escuchar lo que Dios me dice, lo que quiere de mí?
16. Durante la oración, ¿sé ser humilde, sencillo y confiado?
17. Unido a Cristo en la oración, ¿creo, espero y amo, por los que no creen, no esperan y no aman?
18. ¿Noto que la oración transforma mi vida?
19. ¿Saco un propósito de mi oración?
20. ¿Me acuerdo durante el día de mi propósito?
21. ¿Pongo mi propósito en práctica?
22. ¿Ocupa la Virgen una parte importante en mi oración?
23. ¿Pongo cada vez más fervor en rezar?
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PAGINA DE NELIDA LILIANA VIEYRA, [21.09.21 07:43]
TALLER DE ORACIÓN SEGUNDA ENTREGA:
FECHA: 21/9/21
Tipos de oración
Los caminos de la oración son muchos. Se puede orar de varias formas. Existen muchos modos de entrar en contacto con Dios. Cada quien elegirá el suyo de acuerdo a su personalidad, a sus circunstancias personales, a lo que le llene más espiritualmente en cada momento determinado.
Éstas son:
Oración vocal
Lectura meditada
Contemplación del
Evangelio
Oración sobre la vida cotidiana
Oración de contemplación
Oración vocal:
Consiste en repetir con los labios o con la mente, oraciones ya formuladas y escritas como el Padrenuestro, el Avemaría, el ángel de la guarda, la Salve. Para aprovechar esta forma de oración es necesario pronunciar las oraciones lentamente, haciendo una pausa en cada palabra o en cada frase con la que nos sintamos atraídos. Se trata de profundizar en su sentido y de tomar la actitud interior que las palabras nos sugieren. Es así como podemos elevar el alma a Dios. Podemos apoyarnos en la oración vocal para después poder pasar a otra forma de oración. Todos los pasos en la vida se dan con apoyos y la oración vocal es un apoyo para las demás. La palabra escrita es como un puente que nos ayuda a establecer contacto con Dios. Por ejemplo, si yo leo "Tú eres mi Dios" y trato de hacer mías esas palabras identificando mi atención con el contenido de la frase, mi mente y mi corazón ya están "con" Dios.
La lectura meditada:
Un libro nos puede ayudar mucho en el camino a encontrarnos con Dios. No se trata de leer un libro para adquirir cultura, sino de tener un contacto más íntimo con Dios y el libro puede ser una ayuda para conseguirlo. No se trata de aprender cosas nuevas, sino de platicar con Dios acerca de las ideas que nos inspire el contenido del libro. Hay que leer hasta que encontremos una idea que nos haga entrar en contacto con Dios y ahí frenar la lectura "saboreando" el momento. Es así como se profundiza en las ideas del libro para escuchar a Dios. Si cuando estamos leyendo, se produce una visita de Dios, abandonémonos a Él. Al orar hay algo que nos "llama", una idea en la que sentimos la necesidad de profundizar. Para profundizar volvemos a la idea para verla en todos sus aspectos hasta que llegue a sernos personal, hasta que la hagamos propia. Esta idea mueve nuestra voluntad, nuestra capacidad para el amor, el deseo y el afecto. Esta oración debe terminar con un propósito de vida de acuerdo con las ideas en las que hemos profundizado en compañía de Dios.
Contemplación del Evangelio:
Consiste en leer un pasaje del Evangelio, contemplarlo, saborearlo y compararlo con nuestra vida, tratando de ver qué es lo que debo cambiar para vivir de acuerdo a los criterios de Cristo. Al leer el Evangelio nos vamos a familiarizar con los gestos y las palabras de Cristo, y a comprender su sentido. Poco a poco iremos cambiando nuestra mentalidad y nuestra conducta de acuerdo a los criterios del Evangelio. Comparamos nuestro actuar en la vida con la vida de Jesús en el Evangelio. Se trata de mirar a Jesús más que mirar el pasaje del Evangelio, escuchar su Palabra. Al orar de esta forma, hemos pasado de la reflexión que se detiene a mirar en cada punto a un mirar simplemente a Cristo. Para ponerlo en práctica se necesitan seguir los siguientes pasos:
a) Ponernos en presencia de Dios y ofrecerle nuestra oración. Leer lentamente la escena del Evangelio para tener una visión rápida de conjunto, del lugar donde sucede. Por ejemplo, en Belén, en el templo de Jerusalén, etc. Después pedirle a Dios que adquiramos un conocimiento más hondo de Jesús para amarlo más y poderlo servir mejor.
b) Volvemos sobre el pasaje evangélico y vemos las personas y:
- Vemos a los personajes que hablan y actúan en el pasaje. Fijarnos en cada uno en particular viendo primero su exterior para luego contemplar sus sentimientos más íntimos, sean buenos o malos. Sacar algún fruto personal.
- Después escuchamos las palabras: Penetrar en su sentido, poner atención a cada una de ellas. Algunas palabras las podemos escuchar dirigidas a nosotros personalmente. Sacar un fruto personal.
- Como tercer punto, consideraremos las acciones: seguir las diversas acciones de Jesús o de las demás personas. Penetrar en los motivos de tales acciones y los sentimientos que los han inspirado. Sacar algún fruto personal, recordando que la oración nos debe llevar a la conversión de corazón.
c) Terminar platicando con Jesús o con su Madre la Santísima Virgen María acerca de lo que hemos descubierto.
Oración sobre la vida cotidiana:
Dios está presente en nuestra vida. Los acontecimientos de la vida son un camino natural para entrar en contacto con Dios. Es necesario buscar la presencia de Dios en nuestra vida y descubrir qué es lo que Dios quiere de nosotros. Esta búsqueda y este descubrimiento son ya una oración. Estar atentos a lo que Dios quiere de nuestra vida es hacer oración y nos invita a colaborar con Él. De esta "mirada" sobre mi vida nacerá el asombro, el agradecimiento, la admiración, el dolor, el pesar, etc. De esta manera nuestra vida entera será una oración.
Contemplación:
Se le conoce también como silencio en presencia de Dios. Este es el punto donde culminan todas las formas de orar de las que hemos hablado con anterioridad. Es el momento en que se interrumpe la lectura, o se deja la reflexión sobre un acontecimiento, una idea o un pasaje del Evangelio. Se da cuando ya no hay deseos de seguir lo demás, se ha encontrado al Señor con toda sencillez, después de recorrer un camino. Hemos experimentado interiormente que Dios nos ama a nosotros y a los demás. Es guardar silencio en presencia de Dios con un sentimiento de admiración, de confusión, de gratitud, cuando nos sentimos invadidos por la grandeza de Dios y su amor hacia nosotros y nos ofrecemos a Él.
La oración contemplativa es mirar a Jesús detenidamente, es escuchar su Palabra, es amarlo silenciosamente. Puede durar un minuto o una hora. No importa el tiempo que dure ni el momento que escojamos para hacerla.
Para tener una oración contemplativa, debemos:
a) Recoger el corazón: Olvidarnos de todo lo demás, encontrándonos con Él tal y como somos, sin tratar de ocultarle nada.
b) Mirar a Dios para conocerle: No se puede amar lo que no se conoce. Al mirarlo debemos tratar de conocerlo en su interior, sus pensamientos y deseos.
c) Dejar que Él te mire: Su mirada nos iluminará y empezaremos a ver las cosas como Él las ve.
d) Escucharle con espíritu de obediencia, de acogida, de adhesión a lo que Él quiere de nosotros. Escuchar atentamente lo que Dios nos inspira y llevarlo a nuestra vida.
e) Guardar silencio: Silencio exterior e interior. En la oración contemplativa no debe haber discursos, sólo pequeñas expresiones de amor. Hablar a Jesús con lo que nos diga el corazón.
PRIMERA
ENTREGA
Fecha:20/9/21
Necesidad de la oración
La
oración es tan necesaria en nuestra vida espiritual como lo es respirar para nuestra vida del cuerpo.
Desgraciadamente, muchos intentan encontrar a Dios a través de caminos erróneos como la meditación trascendental, la dianética, la cienciología, las técnicas orientales de meditación y
relajación, la quiromancia y la adivinación.
En todos estos casos, se habla del espíritu y de un ser superior, un dios cósmico, un dios presente en los elementos que conforman el universo y los ejercicios que realizan los centran en ellos
mismos, pues buscan como único fruto "sentirse bien", estar en paz con ellos mismos.
La oración cristiana es muy diferente a estas técnicas que están de moda, porque es una oración personal (de persona a persona) en la que nosotros hablamos con Dios que nos creó, nos conoce y que
nos ama. Nuestro Dios es una persona, no algo etéreo como el cosmos o el universo.
No es un dios "cósmico", es un Dios con el que podemos dialogar de persona a persona porque nos conoce a cada uno y sabe qué es lo que necesitamos. Dios es un Padre que nos ama, y con la oración
nosotros participamos de su amor. Es un Padre que llena de bendiciones a sus hijos. La oración cristiana da frutos, no sólo con uno mismo sino con los demás, nos hace crecer en el amor a Dios y a
los hombres.
Algunos quizá, hayamos alguna vez intentado orar con toda nuestra buena voluntad, pero los esfuerzos que hicimos no dieron el fruto que esperábamos y terminamos desanimados y abandonando la
oración.
¿Por qué nos pasa esto? Porque no sabemos orar, necesitamos aprender a orar. Si aprendemos a orar, encontraremos en Dios la respuesta a todas nuestras inquietudes, encontraremos la paz espiritual
y nuestro corazón se encontrará lleno de energía para dar amor a los demás
La oración ilumina y fermenta toda nuestra vida y nos hace crecer interiormente. Dios se convierte en un Alguien en nuestras vidas y no es sólo una "idea" sin vida. El diálogo continuo con Dios
se vuelve parte de nuestra vida cotidiana
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